En su discurso de presentación de la década de acción para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, ha insistido en que necesitamos “acción a nivel global, acción a nivel local y acción de las personas”.
El voluntariado es una herramienta fundamental para canalizar la participación ciudadana, reforzar el compromiso cívico y desarrollar en un sentimiento de responsabilidad compartida hacia la sostenibilidad que es la clave para su logro.
En este contexto las empresas tienen un rol cada vez más importante. En España, de acuerdo a Mañas-Viniegra (2018), el 74% de las empresas del IBEX-35 tienen un programa de Voluntariado Corporativo y el 20% de las Entidades Sociales incluyen a las empresas en sus estrategias de captación de voluntarios, según pone de manifiesto el ‘Retrato del Voluntariado en España’ de Fundación Telefónica (2019).
El voluntariado es un puente estratégico entre el sector privado y el sector social con un potencial de impacto enorme a nivel social, aportando los conocimientos, la innovación, las habilidades y los recursos de profesionales y empresas comprometidos. A nivel corporativo, atrae y retiene talento, reforzando competencias esenciales como liderazgo, empatía, comunicación o espíritu de equipo. También, a nivel individual mejora el “propósito”, disminuyen el estrés y responde a las inquietudes sociales de los voluntarios.
Además, la llamada a la cooperación y a las alianzas que hace la Agenda 2030, a todos los sectores y personas, remarca la importancia de estas herramientas de colaboración. En la misma medida, el nuevo paradigma en el que ya no definimos las relaciones unilaterales entre los países con un Índice de Desarrollo Humano (IDH) más alto hacía los Países con IDH más bajo. Se reconoce que los desafíos sociales, económicos y medioambientales están interrelacionados y no pueden afrontarse de forma independiente.
La pandemia de la COVID-19 está demostrando la urgencia de estas medidas: está ejemplificando, de una forma trágica, como una crisis de origen sanitario en una localidad del mundo se ha trasformado en unos meses en una crisis global, con dramáticas consecuencias que también alcanzan al plano económico, medioambiental, de género, de desigualdad…
En España, el sector privado ha reaccionado de una forma extraordinaria. Se ha involucrado en primera línea para dar respuesta a las necesidades más urgentes de la pandemia, demostrando su compromiso y potencial. Por eso no sorprende que, en una reciente encuesta, los directivos de RSE afirmen que todos los ámbitos de la sostenibilidad aumentarán su relevancia tras la COVID-19. Aunque, eso sí, cambia su peso relativo. De acuerdo a ‘Impacto del COVID-19 en las prioridades de la RSC/Sostenibilidad y en el rol de sus profesionales’ (DIRSE-EY, 2020) los ODS tendrán más importancia y crecerán las alianzas para alcanzarlos.
En particular, desde Voluntare hemos analizado el impacto de la COVID-19 en los programas de voluntariado corporativo tanto en España como en Europa y América Latina. La mayoría de las empresas percibe un incremento en la participación de sus empleados en los programas de voluntariado tras el inicio de la crisis. En España, por ejemplo, el 62,6% de las empresas considera que ha habido un incremento en la participación y compromiso de los empleados en los primeros meses de la pandemia. Se ha producido una mayoritaria adaptación de los programas de voluntariado presenciales a un formato no presencial, debido al confinamiento y también se han lanzado nuevos proyectos específicos. Importante conclusión del estudio es que la intervención no presencial ha llegado para quedarse. Lo respaldan casi nueve de cada diez empresas encuestadas (Voluntare, 2020).
Y es que el voluntariado en remoto o virtual aporta una serie de ventajas que se han puesto de relieve en este contexto, como su flexibilidad: facilita la participación de empleados que, por lejanía de su domicilio, dificultad para conciliar horarios o algún tipo de discapacidad que les dificultara el acceso.
La flexibilidad es también reconocida, en el ‘Estudio del voluntariado corporativo en las empresas. Latinoamérica – Europa, 2020’ de Voluntare, como la principal lección aprendida en estos últimos cinco años para obtener más compromiso de los equipos y consolidar el voluntariado corporativo dentro de la empresa.
Este mismo informe pone en evidencia como las empresas son cada vez más conscientes de las ventajas que trae el voluntariado corporativo. Entre ellas, la posibilidad de que los propios empleados se conviertan en agentes activos de cambio social.
La aprobación de la Agenda 2030 en 2015 hizo que la gran mayoría de las empresas encuestadas optaran por alinear sus programas de voluntariado con los ODS. De acuerdo a este informe, ya son el 86,6% en 2020, las empresas que promueven los ODS como marco de actuación en el camino para conseguir una sostenibilidad “de todos, con todos y para todos”.