Sé que, a priori, puede parecer una paradoja. ¿Cómo reducir en algo puede llevarme a generar más? Lo entiendo. Pero las reglas han cambiado. La antigua relación directamente proporcional entre producir más, para ganar más; ya no rige las leyes de la economía mundial.
Hace años, vimos cómo nacía el movimiento minimalista, o incluso cómo el planeta ganaba vida cuando estábamos todos encerrados. El desafío climático es una realidad innegable que nos aúna intergeneracionalmente.
La semana pasada, Larry Fink, CEO y fundador de BlackRock (la mayor gestora de fondos del mundo) publicaba su carta anual a los CEOs. En ella, explica este movimiento newtoniano que está viviendo la economía mundial. Pasamos de producir por encima de la capacidad de nuestros recursos naturales, a anteponer los recursos naturales a nuestra capacidad de producir. Es tal el cambio, que se hace evidente que proteger el medio ambiente ha dejado -por fin- de ser una cuestión de activismo o Responsabilidad Social Corporativa. Y se hace aún más explícito en citas como esta: “Nos centramos en la sostenibilidad no porque seamos ecologistas, sino porque somos inversores y fiduciarios de nuestros clientes”.
Es decir, reducir emisiones, es una cuestión estratégica que afecta al Bottom Line de cualquier empresa. Cada día más.
Y con razón. Creo -aquí no estoy inventando nada- que para conseguir un cambio de comportamiento social y masivo, hace falta alinear los tres actores principales de la sociedad: consumidores, productores y Estado. Y todas las personas nos situamos, según el momento, en alguno de esos tres roles.
Como consumidores, tenemos el poder de comprar siguiendo nuestros valores, ejercer ese acto -entiéndase etimológicamente- político de propiciar una economía y una sociedad descarbonizadas. Los patrones de consumo y la investigación social, demuestran que esta fuerza promotora ya está activa.
Como Estado, tenemos la capacidad de generar regulación que, bien puna las emisiones descontroladas, bien incentive la comercialización de productos y servicios neutros en carbono. En este punto, la nueva Ley de Residuos y Economía Circular marca una tendencia local en esta dirección. Más esperanza, aún, induce el European Green Deal, bajo el vademécum de la Eu Taxonomy.
Y como productores, podemos impulsar modelos de gestión sostenibles que cumplan con la regulación y satisfagan la fuerza motriz del consumo. Es decir, y he aquí el quid de mi mensaje, este nuevo prisma, desplaza absolutamente la percepción que hasta ahora se ha tenido de la sostenibilidad, tradicionalmente maltratada bajo departamentos de RSC considerados como un gasto, no como una inversión. Es el momento, ahora, de conseguir que el impacto que generamos como compañías se incorpore transversalmente a la estrategia de todas las organizaciones. Pues si la economía ya ha cambiado, nuestra posición como generadores de economía, también debe cambiar.
Adaptarse o morir.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables “Día por la reducción de las emisiones de CO2”