En el conjunto de stakeholders internos se integran los propietarios-accionistas, los directivos funcionales y los empleados. En primer lugar, los poseedores de las participaciones de capital de la empresa, con una implicación clara en la toma de decisiones y un papel clave en la organización.
En segundo lugar, los directivos de las distintas funciones organizacionales, quienes participan marcando la política empresarial y llevando a cabo el desarrollo de la estrategia. Y, en tercer lugar, aquellas personas que desarrollan su trabajo en la organización, apoyados en la existencia de un contrato laboral o profesional y recibiendo a cambio una compensación, que se hace visible en una retribución pecuniaria o en especie, si bien la compensación debe superar a la retribución cuando se trata de una empresa responsable, capaz de cuidar a su capital humano y motivar su retención en la empresa.
Cuando una organización introduce la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) en su gestión, debe plantearse como primera acción a llevar a cabo la gestión del diálogo. Ello supone conocer las expectativas de los grupos de interés, analizar su viabilidad y oportunidad, con el fin de interiorizarlas en la gestión estratégica de la empresa. A su vez, el diálogo debe permitir la transmisión de información, dentro y fuera de la organización, que se considere necesaria para la mejora de la relación con los diferentes grupos.
¿Cómo debe ser el diálogo con los grupos de interés internos?
Por un lado, todo mecanismo de diálogo con los propietarios-accionistas presenta un efecto de naturaleza significativa, al influir en la confianza y lealtad de este colectivo. Se trata de un grupo de individuos que han comprometido su capital y lo han sometido a un cierto riesgo, sin conocer cómo podría ser la evolución de la empresa. Por su parte, el diálogo de la empresa con los directivos debe basarse en la idea de que el beneficio a cualquier precio ya no se acepta, lo que no solo provoca un rechazo social creciente, determinando que las organizaciones se alejen de estos planteamientos y busquen una orientación más sostenible. Finalmente, el diálogo con los empleados puede gestionarse de diversas maneras, directas e indirectas, pero siempre se debe perseguir la oportunidad de contar con sus opiniones para lograr una organización más eficiente y eficaz desde la sostenibilidad.
La Responsabilidad Social Corporativa Interna (RSCI) es el antecedente de la Responsabilidad Social Corporativa Externa (RSCE), es su causante y facilitadora, determinándose que una buena estrategia de RSC comience por la RSCI como principal fuente de ventaja competitiva. Y esto es así porque, en la búsqueda del crecimiento de la organización, la importancia de la satisfacción de las necesidades del capital humano interno determinará la satisfacción de los consumidores y el éxito final de la empresa. Es conocido que unos empleados motivados proporcionarán excelentes resultados, a la vez que los niveles de satisfacción y vinculación de los clientes son la consecuencia directa de una gestión interna que valora y apuesta por su capital humano. Finalmente, los clientes satisfechos se vincularán a la empresa y posibilitarán el crecimiento de la misma en un proceso de mejora continua. Por tanto, bajo el enfoque de la RSCI, sin una gestión responsable de los grupos de interés internos no se puede hablar con propiedad y sentido global del término RSC.
Íntimamente vinculado con la gestión adecuada del capital humano se encuentran los programas de voluntariado corporativo (VC), estrategia que permite fomentar la RSCI en el colectivo de los empleados. Se trata de un mecanismo capaz de ayudar a superar las posibles barreras ante las que se encuentre una organización y proyectarlas al exterior.
La realización de acciones internas de voluntariado, llevadas a cabo bajo la promoción empresarial y con la participación comunitaria, representa un eje más de la RSCI y ha destacado en los últimos años como práctica muy habitual en las llamadas organizaciones socialmente responsables. A su vez, el VC contribuye al desarrollo de capacidades en los empleados de la empresa, por lo que a su vez determina la generación de ventajas competitivas. Ello presenta efectos positivos en la gestión responsable a partir de la motivación del capital humano.
Por otro lado, en el proceso de comunicación de las acciones socialmente responsables internas, la empresa debe aportar información, lo más detallada posible, de una serie de indicadores, entre los que se mencionan: la remuneración de los empleados y propietarios, los empleados, la diversidad de género, los puestos de alta dirección, la estabilidad laboral, el absentismo, la rotación de empleados, la creación neta de empleo, antigüedad laboral, los consejeros, los consejeros independientes, los consejeros en materia de RSC, la comisión de nombramientos, las reuniones del Consejo, la remuneración total del Consejo y la diversidad de género en el Consejo.
Finalmente, debe considerarse la necesidad de implantar programas internos de RSC, de analizar los mecanismos de diálogo con los grupos de interés, observar sus condiciones y valorar adecuadamente su rendimiento, a la vez que favorecer mecanismos de formación y participación que les ayuden a mejorar sus habilidades. Una empresa que diseña un programa sólido de RSCI será capaz de desarrollar un verdadero programa de RSC.