Hoy en día, la responsabilidad de las empresas va mucho más allá de generar un rendimiento económico para sus inversores. Las empresas han de evolucionar para convertirse en organizaciones rentables y sostenibles para toda la sociedad, y ello implica integrar metas y resultados económicos, sociales, y ambientales en el marco de la competitividad.
En un entorno tan dinámico y exigente como el actual, las empresas tienen que ir dando respuesta a los retos que presenta el futuro del trabajo, puesto que, en el contexto del trabajo es donde confluyen los procesos de evolución tecnológica, económica y social.
Ante esta realidad, AEDIPE Navarra se propuso estudiar de qué manera y en qué grado, sus empresas y organizaciones asociadas, están preparadas actualmente para afrontar dichos retos, y de ese estudio, Personas, Trabajo, Sociedad, presentado el pasado mes de noviembre, se han podido extraer varias conclusiones clarificadoras.
En primer lugar, independientemente del tamaño de la organización, se percibe una mayor preocupación por el desarrollo de políticas de gestión relacionadas con la ética empresarial, el desarrollo de las personas, la mejora de las condiciones de trabajo, y la implantación de sistemas que aseguren una mayor innovación en los procesos de trabajo y una gestión eficiente de los recursos empleados.
La mayor parte de las organizaciones analizadas tiene definido un código de valores y/o código ético, fruto del trabajo estratégico, en el que se da relevancia a los comportamientos y acciones de “buena praxis” relacionadas con el trato con los diferentes grupos de interés. Así mismo, las prácticas de gestión de personas están cada vez más desarrolladas en la mayor parte de las empresas, donde se van consolidando acciones que redundan en la capacitación profesional, y se promueve cada vez más la detección y gestión del talento. No obstante, también se observa en diferentes empresas, la necesidad de ir avanzando en la implantación de prácticas de evaluación del desempeño, y el establecimiento de sistemas de retribución y compensación más flexibles y adaptados a los cambios organizativos de las empresas.
Por otro lado, el estudio revela la puesta en marcha de buenas prácticas y acciones que han hecho evolucionar la comunicación, la transparencia, y la participación de las personas empleadas y otros grupos de interés, en los últimos años.
Así mismo, se aprecia que la innovación y la mejora continua han recibido un impulso, en gran medida, a través de las ayudas de la administración habilitadas para ello, pero en muchas organizaciones, estas acciones necesitan ser sistematizadas. En este sentido, la digitalización constituye un reto al que se están enfrentando actualmente las empresas.
En lo que respecta a las condiciones de trabajo, también se aprecian avances en la protección de la salud y en la progresiva incorporación de medidas de conciliación. La promoción de la igualdad entre hombres y mujeres, y el acceso al empleo de colectivos vulnerables son ámbitos que requieren un mayor empuje.
Por último, la realización de acciones de carácter social y de mejora del impacto medioambiental ha aumentado sustancialmente, pero, sin embargo, es necesario un mayor desarrollo y promoción de estas medidas. En resumen, aunque es innegable que queda mucho trabajo por realizar y que se aprecian diferencias significativas según el tamaño de las empresas, resulta alentador comprobar que las organizaciones han evolucionado en concienciación y asunción de mayor responsabilidad en todos los ámbitos, y están en la senda de ser cada vez más sostenibles.