Al preguntar en “Bing chat” cuántas veces se repitió la palabra “sostenibilidad” en internet en España, copilot me contesta: “no tengo acceso directo a datos específicos sobre la cantidad exacta de menciones, puedo proporcionarte esta perspectiva relevante: durante 2023, las frases “¿qué es la sostenibilidad?” y “¿qué significa sostenibilidad?” estuvieron entre las más buscadas en Google. Esto sugiere un creciente interés en comprender el concepto de sostenibilidad. Sin embargo, a pesar de su popularidad, la palabra “sostenibilidad” carece de una definición consensuada y limitada”…
El marco conceptual que se relaciona con “sostenibilidad” se ha convertido en una niebla densa, muy densa, de todo tipo de opinadores, textos legales, empresas, sectores, medios de comunicación, activismo, establishment, ideologías, hooligans, detractores, etc. Una suerte de revolución transformadora de la que no se puede, ni debe, escapar.
¿Es posible un nuevo modelo económico que prime el crecimiento económico responsable?, ¿un modelo económico que cuide desde la ética a las personas que trabajan en las organizaciones?, ¿un modelo que actúe con compromiso con las personas más vulnerables?, ¿y que genere oportunidades dándoles apoyo?, ¿somos capaces de plantear instrumentos de mitigación contra el colapso de la naturaleza?. Y todo ello, ¿en el mismo plano de simetría que la retribución a la propiedad?.
Sostenibilidad es generar impacto positivo. Es creer en las personas descubriendo sus capacidades. Es diversidad como mixtura de pensamiento y acción. Es sinónimo de buen gobierno, de activismo social, naturaleza, equidad y justicia.
En nuestro tiempo la verdadera transformación de las sociedades, de sus instituciones públicas y privadas vendrán precedidas de la concienciación del poder individual. En esencia, de la corresponsabilidad colectiva de la ciudadanía cívica.
Todos los procesos de cambio severo – policrisis energéticas, del agua, climáticas, migratorias, tecnológicas, del dato, desigualdades…- como los que vivimos generan resistencias grupales. Las inercias establecidas presentan barreras al avance hacia ese nuevo mundo prometido. Las directivas europeas y sus transposiciones en los países miembros ejercen de hoja de ruta pero al apelar a un cambio profundo de modo de vivir, consumir y adquirir se retrasa la plenitud en el despliegue de la sostenibilidad.
Para que mute la cultura de empresa hacia la sostenibilidad, deben modificarse los hábitos y conciencias de sus profesionales.
Desde el ámbito de actuación de la empresa de poco sirve subirse a este recorrido complejo con decisiones directivas parciales. Ya no vale la dirección de sostenibilidad como la “maría” de las áreas. El día que todos los hombres y mujeres con poder de decisión general, operacional, de internacionalización, comercial, financieras, compras incluyan en sus decisiones los códigos del triple impacto o del marco ESG, encontraremos organizaciones humanizadas. Y por contagio aguas abajo a toda la organización. Y a su cadena de suministros.
Mientras tanto, nos encontraremos con “compañías compliance” o cumplidoras del examen normativo. Otras blanqueadoras de imagen o “greenwashers”, etc. La mayoría de esas entidades jurídicas en la próxima década serán desplazadas o en vías de desaparición expulsadas por el propio mercado. Por la demanda, no por las futuras “CSRDs” europeas.
¿En qué momento se encuentran hoy las empresas en relación a la claridad de publicación de información no financiera en España?
Similar a la incertidumbre que sintieron los directores financieros en la publicación de su información financiera cuando en 1973 se aprobó el Decreto 530/1973, de 22 de febrero que dictaminaba el Plan General de Contabilidad. Un marco estándar de epígrafes, ratios, metodologías comunes a todos.
Con la designación de los ESRS – European Sustainability Reporting Standards – o los nuevos requerimientos de divulgación ESG, todas las empresas europeas sabrán qué indicadores, datos y evidencias no financieras deberán publicar. Los mismos para todas las empresas de modo gradual en función de su tamaño.
Y como dice mi admirado Alberto Andreu, autoridad de la sostenibilidad en España y compañero en el patronato en la Fundación Bequal: “sobre esa base de datos universales del ámbito del buen gobierno, del medioambiente y de lo social, cada empresa creará su propia narrativa de compromiso con la sostenibilidad como eje diferenciador respecto a sus competidores”.
Avanzamos hacia la integración de los estados financieros y no financieros anuales. Dicho de otro modo, encaramos la inclusión de la sostenibilidad en la redacción del propósito de las empresas.
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