En el ecosistema español de Startups y de innovación la sostenibilidad ha dejado de ser un vertical, un conjunto de sectores e industrias medioambientales donde se fundaban, se incubaban y se financiaban proyectos, para convertirse en un elemento transversal que ya atraviesa horizontalmente buena parte de los proyectos innovadores, independientemente del sector económico o social al que estén adscritos, o en el que estos se desempeñen.
Si lo pensamos con detenimiento es bastante lógico que sea así. Los emprendedores suelen estar en la vanguardia no sólo de las distintas tecnologías más disruptivas, sino también en la ideación y aprendizaje de nuevos procesos y nuevos modelos de negocio; de tal forma que la sostenibilidad, convertida ya en clave de bóveda de una forma de progreso en un país y de cómo debe estructurarse la sociedad, no puede pasar de modo alguno inadvertida para las compañías más innovadoras. La sostenibilidad, por tanto, está intrínsecamente ligada a la propia cultura y formas de hacer de una Startup. Veámoslo con mayor detalle.
Si aplicamos una lupa de aumento y observamos qué es lo que hace una Startup en sus primeros momentos de vida, nos encontramos con que la idea de la sostenibilidad (incluso aunque no se utilice ni se verbalice en estos términos) forma parte del ideario y del arranque de cualquier proyecto innovador. Una Startup cuando nace no es una empresa, es un proyecto de innovación aplicado al mercado que quizá algún día pueda convertirse en una compañía. Por eso suelo decir que el trabajo del equipo de fundadores durante los dos, tres o cuatro primeros años de vida de cualquier Startup es encontrar el modelo de negocio que haga sostenible ese proyecto que se les ha ocurrido para resolver una problemática económica o social.
Tu idea puede ser muy creativa, el equipo puede tener gran talento, tus primeros prototipos pueden ser prometedores, pero si no encuentras clientes o personas dispuestas a pagar por ese servicio o producto, de poco servirá. Por tanto, la startup ya nace con el objetivo de la búsqueda de la sostenibilidad de su modelo.
Claro que el lector se estará preguntando que esa concepción de sostenibilidad no es la que se suele manejar cuando utilizamos dicha nomenclatura. Y en parte es cierto, pero no son concepciones tan alejadas. La sostenibilidad es un horizonte que debe ser gestionado aquí, ahora, en el presente, y que tiene diferentes elementos que, a su vez, deben ser activados a través de sus correspondientes palancas. La sostenibilidad como concepto ha ido también evolucionando pero manteniendo su estatus original: la satisfacción de las necesidades del presente sin poner en riesgo las futuras. Es cierto que hoy en día nos encontramos también con un uso un tanto abusivo por parte de organizaciones y personas que han descubierto en dicho término un maná para atraer a clientes y proveedores, a través de campañas publicitarias donde parece más importante parecer sostenible que realmente serlo.
Una Startup tiene que tener claro que la mejor acepción de sostenibilidad es aquella ligada a un triple balance: económico, ambiental y social, siendo el primero de esos adjetivos capital: si una compañía no es sostenible desde el punto de vista ecońmico y financiero, prácticamente tiene imposible constituirse en ambiental o socialmente sostenible. Es algo que cualquier emprendedor no puede, ni debe olvidar.
Hoy podemos comprobar que en España nos encontramos ante un boom de Startups sostenibles en diferentes sectores y verticales: desde la movilidad hasta la agricultura, pasando por la energía o el turismo. No paran de crecer incubadoras y aceleradoras especializadas, y también fondos de inversión. Y no sería descabellado pensar que en pocos años todas las Startups deberán ser concebidas bajo este marco.
Sostenibilidad es finalmente encontrar soluciones eficaces y eficientes para gestionar los recursos existentes, y ahí es donde los emprendedores están mejor capacitados para buscar esas ideas y esas soluciones; a veces colaborando con grandes empresas y el sector público en la transformación de los modelos de producción y de consumo que permitan que el conjunto de la sociedad se encamine en la senda de la sostenibilidad.