En más de veinte años trabajando para empresas relacionadas con el ámbito de la tecnología y la innovación, he visto cambios claros de actitud en pro de la igualdad de género en los últimos ocho o diez. Curiosamente, el movimiento #MeToo se viralizó en 2017, y la demanda social por un papel activo de empresas e instituciones se ha concretado en normativas.
Creo que necesitamos mucho más: que las mujeres estemos entre las personas diversas que regulan, inventan, crean, diseñan y transforman la realidad. Y esto es indispensable en tecnología, pues es el eje transversal de todas las industrias a futuro, o se perpetuará y acentuará la desigualdad real.
La falta de referentes femeninos que se mantiene, de la escuela a niveles de dirección, y el techo de cristal, que sigue limitando el acceso de las mujeres a puestos de toma de decisiones, son un ying-yang que no se rompe solo con buena voluntad. Cada mes de marzo nos debatimos entre la autocomplacencia por los avances alcanzados, y las proclamas de acciones y medidas para “ir cambiando” la desigualdad y discriminación que todavía vivimos, incluso en sociedades de privilegio como la nuestra. Y seguimos sin admitir que el elefante en la habitación es la mirada patriarcal, consciente o inconsciente, que hace sentir a las niñas ya a los seis años que no son capaces de hacer lo mismo que los niños.
Las mujeres están desafiando las barreras tradicionales y ocupando roles destacados, sin duda, y menos de los que deberían y merecerían. En la mayoría de eventos y paneles de la mayoría de industrias, las mujeres siguen siendo testimoniales o franca minoría, y no solo en foros STEM donde, por cierto, es imprescindible contar con profesiones diversas para que la tecnología sea también igualitaria.
En mi trayectoria profesional, he presenciado cómo la diversidad de género en equipos directivos aporta perspectivas valiosas y enriquece la creatividad y la innovación. Naturalizamos las trabas y solo vemos algunas. La brecha salarial persiste y los estereotipos de género limitan o sesgan las oportunidades de liderazgo. Todas (femenino inclusivo), somos parte de la solución y parte del problema. Personalmente, sé que es un trabajo de cada día ejercer mi poder y compromiso con la promoción de la igualdad de género y la creación de espacios inclusivos.
En manos de las personas directivas de las empresas está parte de la solución: más que tener la puerta abierta, salgamos a acompañar el talento femenino, tomando a una persona concreta como pupila, acompañándola en su desarrollo, y hagamos lo mismo como organización. En manos de las jóvenes que inician sus carreras está otra parte: perseverar, buscar y pedir mentoría y construir una red sólida de confianza y apoyo que sustente su talento. La diversidad de experiencias y perspectivas enriquece cualquier industria, y es crucial que las nuevas generaciones contribuyan activamente a la creación de un entorno laboral más equitativo y competitivo sin dejar a nadie atrás.
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