Hace unos meses, Unicef y la Universidad Europea cerraban una alianza gracias a la que creaban el Observatprio de Juventud y Emprendimiento social, que centrará sus investigaciones en cinco áreas de interés: emprendimiento juvenil, acceso a la educación, educación para la salud, salud, juventud e infancia, e inclusión y diversidad. Asimismo, ambas entidades colaborativas se comprometen a realizar un informe anual que refleje información cualitativa y cuantitativa en esas materias. En esta entrevista, Carmelo Angulo, presidente de Unicef Comité Español; y Conrado Briceño, director General de la Universidad Europea nos hablan de los objetivos del Observatorio, las alianzas y la agenda 2030.
¿Qué líneas de actuación comprende la alianza entre Unicef y la Universidad Europea?
Conrado Angulo (CA): El acuerdo supone que la universidad y Unicef inician una andadura de tres años. La cátedra nos va a hacer una donación en especie que sirven para apoyar las casi 200 emergencias que atendemos al año, incluyendo ‘causas silenciosas’ que ocurren en países que pasan desapercibidos. Es un apoyo de 50.000 euros que nos va a permitir intervenir con vacunas, centros de acogida, complementos para los refugiados, becas… Asimismo, quisiéramos movilizar a los profesores y alumnos a través de diferentes tipos de actividades que pretenden propagar el espíritu de los derechos de la infancia y la adolescencia.
Por otro lado, está la creación el Observatorio Juventud y Emprendimiento Social, que lo que pretende es observar la realidad circundante a la universidad, fundamentalmente en la Comunidad de Madrid, y trabajar el tema de la exclusión: por qué los niños están excluidos de la Educación, cuáles son las causas y los problemas por pertenecer a un grupo de refugiados, de emigrantes. Queremos analizar, ver las consecuencias y ponerlas en las políticas públicas, permitir que con esos estudios Unicef pueda trabajar en colaboración con las autoridades. También queremos obtener ideas que sirvan a las facultades que tienen relación con la Educación, Comunicación, o Derecho, porque nos gustaría que se fueran implicando cada vez más. Finalmente, nos gustaría celebrar algún acto anual donde pongamos en relevancia lo que hemos hecho y se puedan divulgar los impactos.
Conrado Briceño (CB): En la universidad contamos con una comunidad de unas 20.000 personas (incluyendo profesores, estudiantes, funcionarios), por lo tanto, el trabajo que tenemos que hacer internamente es grande.
A través de una campaña de concienciación pretendemos aumentar el nivel de sensibilidad respecto a las necesidades que tiene la infancia, y lo que significa la Educación como motor de mejora de sus vidas. Desde nuestro propio colectivo también queremos aportar información al Observatorio e incluir los resultados de este tipo de proyectos. Esto es algo importante porque queremos que se incluyan en la agenda nacional los temas relacionados con la exclusión del sector infantil, con la diversidad. Queremos convertirnos en un agente transformador activo.
Supongo que para lograr esos objetivos hay que empezar por algo tan básico como educar y sensibilizar…
CA: Aspiramos además a que los niños y niñas de la próxima generación salgan dotados de mayores valores y compromiso social, y que cuando lleguen a la universidad sigan esa estela.
Es importante que las universidades les proporcionen herramientas para que sean ciudadanos que aspiran a cumplir derechos y las obligaciones que tienen; es decir, que se incorporen a la vida económica, política y social, con unos criterios que les hagan ser capaces de ‘jugar’ en políticas públicas que beneficien a la gente.
¿Cómo es la implicación de alumnos y profesores, y la sociedad en general, en proyectos de esta índole?
CA: Tenemos una sociedad española bastante solidaria. Antes era solidaria hacia fuera porque veía los males del mundo y respondía, pero ahora lo ha visto en su casa, con su familia, con sus hijos.
Unicef ha crecido enormemente en número de socios durante la crisis, los hemos casi duplicado. Tenemos unos siete millones de personas en España que participan con algún tipo de aportación económica, la mitad permanentemente y la otra mitad esporádicamente a través de campañas. Es muy interesante que cada vez personas más jóvenes, incluso quienes tienen salarios básicos, son las que están empezando a hacer sus aportaciones como voluntarios o como donantes, y esto, marca una buena tendencia llena de expectativas.
CB: En el caso de la universidad, la implicación es bastante alta y transversal. Se participa en muchísimos proyectos con distintos colectivos externos. Por ejemplo, en nuestra área de ciencias biomédicas, tenemos un posicionamiento muy fuerte, ya que tenemos distintas cátedras conectadas con ONGs para temas específicos. La implicación con los enfermos crónico-renales es un claro ejemplo de apoyo social. En el ámbito de la arquitectura, algunas incluso de extensión internacional, se busca llevar soluciones a zonas geográficas donde la falta de vivienda es una realidad.
¿Cómo surge la idea de crear un Observatorio para ‘vigilar’ que el derecho a la educación de calidad de niños y jóvenes sea un hecho consolidado?
CA: Fue una idea que la Universidad Europea nos lanzó y, por supuesto, quisimos unirnos, empujarla, y reforzarla. Es una prueba piloto que nos gustaría poder llevar a más universidades con una buena práctica.
CB: Ha habido una convergencia de ideas. Como universidad, tenemos una estrategia de RSC, y en esa línea, se nos ocurrió la idea. Creemos que la alianza con Unicef es una oportunidad de darle una proyección y alcance mayores.
¿Hay más universidades que estén interesadas en colaborar con Unicef?
CA: Estamos empezando con el sector privado. Tenemos un acuerdo con la Universidad Camilo José Cela y nos hemos acercado a ICADE, pero cuesta un poco. Las universidades tienen un discurso pero en la práctica, el día a día les come. Nuestra idea es entrar con este sistema de valores y de derechos y, aunque la recepción es buena, no termina de haber una implicación total. Me gustaría que la CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas) lo hiciera para que esto se generalice, ya sea con Unicef o con otras organizaciones.
Por otro lado, hemos tenido también bastante contacto con el Ministerio de Educación, porque consideramos que en necesario un Pacto de Educación por la infancia y que es algo que no puede pasar de este año.
CB: Es fundamental la formación de ciudadanos preparados para desempeñarse en un mundo global. No estamos aislados de lo que existe afuera.
En un contexto con muchas tecnologías y con muchos cambios, y no precisamente favorables, las universidades tenemos que garantizar que se crean profesionales con destrezas concretas y que son capaces de abordar temas delicados con sensibilidad social. Por ello, apostamos por realizar con nuestros estudiantes proyectos de esta naturaleza.
Desde Unicef, ¿cómo se ve la consecución de los ODS y el cumplimiento de la Agenda 2030?
CA: Esa es la gran agenda global que tienen que cumplir todos los países y de la que hay que dar cuentas anualmente. Supone un esfuerzo para generar indicadores y establecer tanto dónde nos gustaría estar a nosotros, como para ayudar a los que no pueden llegar. Es un reto a nivel mundial.
Desde Unicef estamos contentos porque por este año de interinato político se había retrasado, pero ya se ha creado una estructura nacional para seguir los ODS y hay un embajador especial en el Ministerio, Juan Francisco Montalbán. Además, la altura del Gobierno, la comisión delegada está creando una subcomisión centrada en esta materia, que va a permitir recoger los resultados de las comunidades autónomas, los municipios, las universidades…
España cumple en gran parte los ODS, pero hay 169 metas que son indicadores precisos de cada Objetivo. Creo que, como país, estamos tomándolo en serio, y espero que podamos rendir buenas cuentas y marcarnos metas para los próximos años. Y no solamente pensando en África, nosotros también hemos perdido mucho en la crisis y tenemos muchas cosas que recuperar.