Las fundaciones siempre han jugado un papel fundamental en la sociedad, a través de la generación de proyectos que impactan notablemente en la vida de las personas a las que atienden diariamente. En los últimos años, además, estos proyectos pretenden incluir a las personas con discapacidad intelectual a la realidad social más próxima. Con ello, los programas puestos en marcha no sólo mejoran la calidad de vida de los colectivos a los que van destinados, sino que también ofrecen un valor añadido al entorno comunitario y social.
Este es precisamente el caso de las Unidades Distritales de Colaboración (UDC), un proyecto que fomenta la calidad de vida de los barrios a la vez que mejora la empleabilidad de colectivos vulnerables de la Ciudad de Madrid. Dicho proyecto, se enmarca dentro del plan estratégico de subvenciones del Área de Gobierno de Vicealcaldía del Ayuntamiento de Madrid, siendo financiada a través del Área Delegada de Coordinación Territorial, Transparencia y Participación Ciudadana. Lo interesante de este proyecto es que, a diferencia de otros, mejora directamente la inserción laboral, pues las personas participantes son contratadas por la Entidad encargada de gestionar la UDC.
En la actualidad, Madrid cuenta con 21 Unidades Distritales de Colaboración (UDC) gestionadas por entidades sin ánimo de lucro. En el caso de Fundación Juan XXIII, gestionamos la UDC de Vicálvaro.
En concreto, esta UDC está formada por 14 trabajadores con discapacidad intelectual (equipo de intervención) y 6 trabajadores (preparadores laborales, técnicos de jardinería, aux administrativo y coordinador) que se encargan de prestar los apoyos que necesiten las personas para el desempeño de las actividades del proyecto, así como a la planificación y seguimiento de este.
El proyecto se divide, en líneas generales, en cuatro partes fundamentales:
- Intervenciones de regeneración y embellecimiento urbano de los barrios del distrito (desbroce de solares, ampliación de la naturación urbana, acondicionamiento de huertos escolares y urbanos, reparación de barandillas y muretes, eliminación de grafitis…).
- Actividades de sensibilización sobre el cuidado y conservación del espacio público (sostenibilidad medioambiental, recogida de excrementos caninos, desarrollo de compostaje…).
- Actuaciones complementarias de atención social a vecinos en situación de vulnerabilidad social (acciones para prevenir situaciones de soledad, apoyo en diferentes campañas llevadas a cabo desde los Servicios sociales…) y, por otro lado, actividades de carácter lúdico, cultural y/o deportivo (dinamizaciones medioambientales con menores, formación a la tercera edad en materia de redes sociales, apoyo al pequeño comercio…).
- Mejora de la empleabilidad del equipo de intervención: de manera transversal a todo el proyecto, los trabajadores reciben formación por parte del equipo técnico para desarrollar sus competencias profesionales y laborales en orden a ejecutar las diferentes acciones del día a día. Así, durante el desarrollo del proyecto, los participantes obtendrán uno de los módulos formativos del Certificado de Profesionalidad de actividades en viveros, jardines y centros de jardinería, composición floral, dinamización comunitaria, entre otros.
Sin ninguna duda, el apoyo de la Administración Pública en la generación de este tipo de proyectos supone una inversión que tiene un alto impacto, no solo en la población específica a la que se dirige el proyecto, sino en la población general que puede disfrutar de un entorno urbano mucho más amable y amigable.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Fundaciones Comunitarias