Las alianzas se revelan como un medio de crecimiento para las entidades de la economía social. Las ayudan a desarrollar su misión económica y social para seguir contribuyendo a la mejora de la sociedad. Y lo hacen sin comprometer la identidad ni el control de los socios. El estudio “Cómo las alianzas fortalecen la economía social” concluye que es imprescindible establecer alianzas estratégicas, dentro del propio sector pero también con el sector público y el sector privado, para fortalecer la economía social.
El informe, realizado por la Cátedra Joaquim Molins Figueras de Alianzas Estratégicas del IESE, pretende ser una ayuda para la reflexión y la acción que ayude a vencer las reticencias que existen y conseguir que las alianzas impulsen todavía más a la economía social, que representa un 8% del PIB en la UE y el 10% del PIB de países como España y Francia.
Principales conclusiones del estudio
Los autores del estudio señalan la fuerza del modelo empresarial de economía social que, en España, genera 2,1 millones de empleos y más de 43.000 entidades, entre las que se incluyen cooperativas, sociedades laborales, mutualidades, empresas de inserción, centros especiales de empleo de iniciativa social, cofradías de pescadores y asociaciones del sector de la discapacidad.
Los socios de una alianza se enfrentan a no pocas dificultades, derivadas de sus diferencias estratégicas, organizacionales, operacionales y culturales. De hecho, muchas alianzas fracasan debido a los conflictos que esas diferencias generan. Para que perduren en el tiempo, es esencial elegir el socio adecuado, y eso pasa por cerciorarse de su compatibilidad y por sentar unas bases de entendimiento durante el proceso de negociación. Este se debe contemplar como un proceso de banda ancha, es decir, que permita conocer bien a la otra parte, sus objetivos, motivaciones y expectativas.
Cuanto más eficaces sean las entidades a la hora de seleccionar socios, negociar y diseñar la alianza, en mejores condiciones estarán para afrontar el reto de mantenerla viva. No en balde, la negociación determina la estructura de la alianza, el entendimiento mutuo y la calidad de la relación. Cómo se resuelva influirá de forma significativa en el comportamiento y el trabajo de los socios, que periódicamente deben revisar la estructura de la alianza y evaluar la conveniencia de mantenerla o terminarla. Pero la terminación no implica un fracaso. La alianza puede concluir por distintas razones o derivar en otras formas jurídicas que resulten más productivas para los socios, como una fusión o una absorción por parte de una de las entidades o por terceros.
Aunque las alianzas generan economías de escala y alcance, muchas organizaciones de la economía social se muestran reticentes a dar ese paso por la supuesta pérdida de control y las dificultades que entrañan. Tal como se muestra en este documento, formar una alianza no significa renunciar completamente al control de los recursos y las actividades propios, sino compartirlo, y las dificultades se pueden mitigar prestando atención a las cuestiones clave identificadas.
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