La ONG de infancia Educo denuncia que 2023 fue el año en el que más niños y niñas tuvieron dificultades para comer carne, pescado, pollo o proteínas similares cada dos días desde 2004. En concreto, y según datos de la Encuesta de Condiciones de Vida, se trata del 6,9% de la población de menos de 18 años, o lo que es lo mismo, más de 556.000 niños, niñas y adolescentes.
“En 2004 era el 1,9% y en 2023 llegamos a casi el 7%, una cifra escandalosa. Son niños y niñas que no están comiendo la suficiente proteína y que, por lo tanto, están en riesgo de sufrir malnutrición. El aumento de precio de la cesta de la compra afecta muy especialmente a las familias más vulnerables, que tienen que ajustar su escaso presupuesto y cambiar el menú para poder alimentarse, aunque no de la mejor manera. Es una situación muy preocupante ante la cual no se están tomando todas las medidas necesarias y que, si sigue así, tendrá consecuencias no solo en la salud de la infancia, sino también en su educación y bienestar”, afirma Macarena Céspedes, directora de Incidencia de Educo.
Ante estos datos, Educo reivindica una vez más que toda la infancia pueda acceder al comedor escolar y que este acceso sea gratuito. En España, unos 800.000 niños y niñas reciben becas y ayudas para ir. Sin embargo, la ONG denuncia que hay 1 millón que las necesitaría y no las está recibiendo. Son niños y niñas que viven en contexto de pobreza y que, pese a la situación económica de la familia, no reciben este apoyo por parte de las administraciones para poder ir al comedor.
“Los datos publicados hoy indican que más de 1 de cada 3 niños y niñas – el 34,5% – está en riesgo de pobreza o exclusión, un porcentaje que ha subido 2,3 puntos respecto los datos del año anterior. Claramente el sistema está fallando si no tienen acceso gratuito al comedor escolar”, asegura la directora de Incidencia de la organización.
“Es un problema endémico y es prioritario que se resuelva. No solo porque en el comedor se le garantiza una alimentación adecuada y completa al alumnado, sino porque forma parte de su derecho a la educación: si comen bien tendrán mejor rendimiento. Además, se forman en temas de nutrición, aprenden a gestionar conflictos, se relacionan con sus amigos y amigas de otra manera, juegan y deciden qué hacer con su tiempo de ocio. Asimismo, si se quedan a comer en la escuela, es más probable que asistan a las clases de la tarde y que no se queden en casa, muchas veces solos porque sus padres y madres trabajan”, añade Macarena Céspedes.
Pobreza energética
Los datos publicados hoy por el Instituto Nacional de Estadística también recogen que 1 de cada 5 niños y niñas viven en hogares que no pueden mantenerse a una temperatura adecuada, ni con el frío de invierno ni con el abrasador calor de verano. Es también la cifra más alta desde 2004. Además, el 42,8% de las familias con hijos e hijas menores de 18 años no pueden pagar ningún imprevisto, cifra que va subiendo desde 2019.
“Estamos dejando de lado a una generación de niños y niñas. Esto no solo tendrá consecuencias negativas en el futuro, tanto a nivel psicosocial como de formación o de salud, sino que ya las está teniendo en el presente. Ya lo están viviendo. Si necesitan Internet para estudiar, no la pueden tener porque sus familias no la pueden pagar. O no comen todo lo bien que deberían y acaban teniendo problemas de sobrepeso. Son ejemplos reales de lo que vemos en nuestros proyectos. Por eso, una vez más, exigimos a las administraciones públicas medidas rápidas, eficaces y concretas que pongan a la infancia en el centro. España no puede seguir por más tiempo en lo más alto del ranking de la pobreza infantil en Europa”, pide Macarena Céspedes.
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