La Fundación máshumano se ha propuesto dar voz a los expertos de primer nivel que integran su Patronato y aprovechar sus conocimientos y experiencia para tratar de analizar y prever el contexto (económico, geopolítico, legal, cultural) en el que deberán moverse las empresas en los próximos meses, pues este impactará directamente en sus planes estratégicos y en el modo de gestionar a las personas. Para ello, ha puesto en marcha un ciclo de conferencias que tendrá una periodicidad anual, y que ha comenzado con una jornada en la que varios vocales de su órgano de gobierno han compartido una mirada estratégica sobre el futuro de las organizaciones.
El concepto de humanidad está en constante cambio
Esta primera conferencia ha contado con la participaron de Manuel Pimentel, exministro de Trabajo y Asuntos Sociales y editor de Almuzara; Laura González-Molero, presidenta de APD y consejera de varias compañías cotizadas; Rafael Doménech, responsable de Análisis Económico de BBVA Research; Ana Argelich, presidenta y directora general de MSD en España; e Íñigo Sagardoy, presidente de Sagardoy Abogados y de la Fundación máshumano.
Respecto a cómo impactará el actual entorno en las personas y si es posible construir un futuro más humanista, Manuel Pimentel ha destacado que el propio concepto de humanidad está en constante proceso de cambio, y que las organizaciones se transforman conforme evolucionan las sociedades. Asimismo, ha incidido en el momento de “equilibrio inestable” y de “reajuste” que estamos viviendo en la actualidad en materia geopolítica y macroeconómica, que tendrá un efecto muy claro en el empleo, en las estrategias de las empresas y en el futuro de la economía. En este contexto, Pimentel ha afirmado que estamos asistiendo al fin de la globalización tal y como se ha entendido en las dos últimas décadas, y que vamos hacia un modelo de “nuevos ecosistemas económicos por grandes bloques que mantienen el equilibrio y permiten la libertad de movimiento”.
Aspectos claves en la gestión de las personas
Íñigo Sagardoy ha destacado el cambio en el orden de prioridades que se está viviendo en la gestión de personas dentro de las compañías. “Según datos de diversas consultoras, las principales preocupaciones de los directores de RRHH hace más de diez años estaban relacionadas con las remuneraciones de ejecutivos y empleados. Sin embargo, hoy en día, sus prioridades son el modelo de liderazgo, la ejecución de las transformaciones necesarias dentro de la compañía, la experiencia del empleado, las contrataciones y el futuro del trabajo, lo que representa una clara manifestación de cambio de tendencia”, ha afirmado. En este proceso, marcado por un liderazgo más humanista, las organizaciones tienen que aprender a integrar en sus modelos de gestión algunos factores estratégicos que resultan determinantes para el futuro no solo de la propia entidad, sino también de la sociedad civil en su conjunto.
Los factores clave son: otorgar mayor protagonismo a la transparencia y reputación de la compañía; normalizar en sus estructuras los nuevos modelos de trabajo y de contratación emergentes; conseguir captar y retener talento, ofreciendo una nueva relación entre empresa y trabajador que otorgue mayor protagonismo a la confianza, la autonomía, la escucha activa y el propósito corporativo; e incorporar los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG, o ESG) para que la actividad empresarial aporte un impacto en el entorno y cuide el bienestar emocional y la experiencia de sus empleados y de sus diferentes stakeholders.
En este sentido, Laura González-Molero ha subrayado que “para los consejos de administración, la gestión de personas es cada vez más importante, porque somos conscientes de que atraer y retener talento es clave para nuestro futuro y el del país. Pero nuestro cuello de botella actual es la escasez de talento joven cuando, sin embargo, se quedan muchos puestos sin cubrir”. En este sentido, ha destacado que existe una desconexión entre el sistema educativo y el entorno empresarial, que hace necesaria una vinculación mayor entre ambos ecosistemas para favorecer el ajuste entre la oferta y la demanda y atajar el desempleo juvenil. También ha apuntado hacia el reto de gestionar de forma amplia todo el talento, tratando de transmitir a los jóvenes los valores de la compañía y la cultura del esfuerzo y lograr su complementariedad con el talento senior para generar riqueza.
Por su parte, Ana Argelich ha destacado la importancia de comprender y escuchar a las nuevas generaciones para que su talento se quede en nuestro país, ofreciéndoles un ambiente laboral y unas condiciones atractivas, así como una propuesta más flexible que, gestionando positivamente la desconexión digital, genere valor y riqueza para los jóvenes del futuro. “Las nuevas generaciones, por encima de la remuneración salarial, demandan una nueva forma de trabajar que se ajuste a sus nuevas expectativas, y exigen a la organización que sea activa socialmente, con unos valores reales con los que se sientan identificados”.