El proyecto Life SeaBiL (Saving SeaBirds from Marine Litter), en el que participa SEO/BirdLife, desarrolla numerosas acciones que ponen el foco en el problema de la basura marina y en cómo esta afecta a la comunidad de aves costeras y pelágicas. El plástico, dependiendo de su composición, tiene una vida de varios cientos de años y es muy posible que en ocasiones nunca llegue a desaparecer por completo. En su proceso de degradación, va fragmentándose en trozos cada vez más pequeños, los llamados microplásticos, hasta finalmente convertirse en restos invisibles al ojo humano (nanopartículas).
Estos pequeños trozos son los más peligrosos ya que tienen la capacidad de entrar en la cadena trófica. En este sentido, a día de hoy se sabe que el fitoplancton (micro algas) que prolifera en el plástico que flota en el mar emite sulfuro de dimetilo (DMS), un compuesto químico que algunas aves marinas rastrean para localizar alimento. De ahí la confusión.
Ya sea por ingesta o por enredo accidental con sedales, cuerdas u otros elementos plásticos, las aves marinas tienen que convivir con estos nuevos elementos que han entrado a formar parte de su hábitat con consecuencias evidentemente negativas.
Dentro del proyecto Life SeaBil, SEO/BirdLife trabaja en la costa de Cantabria, Bizkaia y Tarragona, donde no es raro encontrar ejemplares de gaviota (de cualquier especie), cormorán (grande y moñudo) o alcatraz atlántico afectados por este problema.
Una instalación para concienciar y debatir
Se calcula que el 80 % de la basura presente en el mar tiene su origen tierra adentro. Los residuos son arrastrados por las aguas continentales hasta acabar en el océano, de manera que se trata de un problema global que afecta a toda la ciudadanía. Por ello, dado que las costas españolas reciben miles de turistas durante el periodo estival, SEO/BirdLife ha realizado labores de concienciación ciudadana dentro del Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel, (Cantabria), concretamente en la playa de Trengandín (Noja), una de las mayores del parque natural.
Durante varios días numerosos visitantes pudieron acercarse hasta una instalación donde podían observarse dos ecosistemas de playa. Uno de ellos libre de plásticos y otro, fiel a la realidad, con todo tipo de residuos: trozos de plástico, colillas, mecheros o tapones de botella, entre otros. La instalación provocó numerosas conversaciones e interés por parte de los turistas de la zona.