Ya hace unos años que llevamos experimentando el boom del emprendimiento en los jóvenes. Lo que hace años se veía como algo inestable, incierto y solo apto para aquellas personas desesperadas a las que el destino había dejado sin una opción más segura; pasó a ser un mundo atractivo, llevado a cabo por los más valientes visionarios, liderados por iconos como Steve Jobs o Mark Zuckerberg.
Ahora, el emprendimiento está completamente arraigado en nuestra sociedad, con más de 3.000 startups en España a comienzos del 2018.
Pero, ¿qué pasa con el impacto social y medioambiental causado por estos nuevos negocios? En general, la vara utilizada para medir el éxito de estas empresas ha sido siempre la económica. La primera pregunta que mucha gente formula a los proyectos es la de la famosa facturación anual, algo importante en un negocio, si bien no esencial en un principio. Sería comparable a algo así como preguntar a una persona por su salario, y emitir un juicio sobre su éxito en base a su respuesta. Suena fatal, ¿verdad? No obstante, lejos de ser pesimistas, poco a poco esto está cambiando. La sociedad, cada vez más concienciada, está demandando una mayor responsabilidad por parte de las empresas para con el planeta: prueba de ello son la creciente demanda de productos ecológicos en España, el cada vez mayor interés en la inversión de impacto, o el auge de la financiación sostenible en las empresas españolas en los últimos años.
Y lo mismo está ocurriendo con el mundo del emprendimiento. A pesar de llevar muchísimo tiempo existiendo, el llamado “emprendimiento social” empieza ahora a ver la luz en términos de mercado, y esto se traduce en cada vez más startups que buscan causar un impacto positivo en el entorno y en el planeta, además de la rentabilidad económica necesaria para su supervivencia.
El sector del impacto social en España, pequeño pero en aumento
A día de hoy, si quieres ser emprendedor en España, las posibilidades de lograr apoyo institucional son infinitas: varias universidades cuentan ya con asignaturas dedicadas a emprender, existen múltiples incubadoras de ideas y aceleradoras dedicadas a ayudar a startups a crecer, y ya hay una amplia red de Business Angels españoles que con gusto invertirán en tu idea si ven que puede cundir en el mercado.
Dentro de este sector, cada vez son más las instituciones que se preocupan por el impacto social de las empresas a las que mentorizan, y a pesar de no ser mayoría, ya se está empezando a crear un nicho creciente año tras año.
Este pequeño movimiento dentro del mundo empresarial tiene en cuenta otros factores más allá de los típicos como los ingresos o el margen de beneficio: las métricas de impacto social, por ejemplo, son un factor clave a la hora de saber si una empresa está generando un impacto social positivo con su actividad.
Por ejemplo, en el caso de la Bolsa Social, uno de los requisitos indispensables para realizar una campaña de equity crowdfunding con nosotros es que la empresa tenga un impacto social acreditable, medible y escalable en el tiempo.
Por todo ello, la concienciación es esencial de cara a que las siguientes generaciones de emprendedores e inversores tengan en cuenta otros factores más allá del resultado económico. Hay que hacer ver a los jóvenes que no se trata sólo de lograr el éxito económico o de ser sus propios jefes, sino también de intentar mejorar el mundo en el que vivimos. Y esto no tiene por qué estar reñido con la rentabilidad económica.
Luchemos por un futuro en el que la primera pregunta a las empresas pase de ser “¿Cuánto facturáis?”, a “¿Qué impacto buscáis tener en la sociedad y el planeta?”