Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), hoy en día, 2.000 millones de personas viven en países que sufren escasez de agua. Además, el 80% de las aguas residuales retornan al ecosistema sin ser tratadas o reutilizadas, la agricultura representa el 70% de la extracción mundial de agua y la sequía nunca había sido tan severa.
Tecnología como solución para el cambio climático
No cabe duda de que para mitigar el cambio climático y combatir la escasez de agua solo hay una solución real: la tecnología. Tal y como relata Daniel Jato, docente del Máster Universitario en Ingeniería y Gestión Ambiental de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), “existen soluciones tecnológicas que se basan en sensores para crear gemelos digitales a partir de la toma de grandes cantidades de datos que se almacenan en tiempo real”.
De esta manera, apunta Jato, “a través del big data y la inteligencia artificial se puede procesar la información para gestionar el agua de forma más eficiente, ya sea para detectar pérdidas y atascos en redes de suministro o saneamiento; para ahorrar agua en regadíos o para asegurar la potabilidad del agua, por citar algunas posibles aplicaciones”. En definitiva, este tipo de soluciones pueden ayudar a diseñar estrategias y planes a largo plazo con los que salvaguardar los recursos hídricos en el tiempo; evitando así tener que tomar decisiones drásticas como los cortes de agua en el periodo estival.
La economización del agua disponible debe ser siempre la prioridad. No obstante, en casos extremos de escasez de reservas de agua, existen alternativas para forzar su disponibilidad. Sin ir más lejos, en los Emiratos Árabes se están desarrollando tecnologías punteras capaces de generar lluvia de forma artificial. Jato explica cómo “a través de drones, son capaces de liberar cargas eléctricas que provocan que las gotas de las nubes se fusionen para, cuando sean lo suficientemente grandes, caer en forma de precipitación”.
Sin embargo, esta no es la única tecnología que se está empleando para combatir la escasez de agua en el mundo. Los condensadores de niebla son otra solución. Se trata de mallas poliméricas que se sitúan perpendicularmente a la trayectoria del viento para capturar las gotas de agua que se encuentran en la niebla. El docente de VIU explica su funcionamiento: “Las gotas chocan contra las mallas y son capturadas, condensándose para después unirse por el efecto de la gravedad y así generar gotas más grandes”.
Estas gotas también se consiguen al combinar los condensadores de vapor con paneles solares mediante metal-orgánicos porosos, cuya acción permite extraer agua de aire seco consumiendo energía solar. Todas ellas, tecnologías con las que asegurar el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 6, que trata de garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible, así como el saneamiento global.
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