Nos encontramos en un escenario global muy complejo y repleto de retos. Eventos difícilmente previsibles como la pandemia de la Covid-19, la guerra de Ucrania y la consiguiente crisis energética o las tensiones en las cadenas de suministro, por citar solo algunos, están generando una mayor volatilidad en un cambio de ciclo económico actualmente marcado por la inflación y una política monetaria basada en la subida de tipos de interés. Además, la estabilidad del sistema financiero, las prácticas de gobernanza y la robustez de ciertas regulaciones han sido objeto de escrutinio en el primer cuarto de 2023, a raíz de la caída del estadounidense Sillicon Valley Bank.
Sin embargo, en medio de todo este aparente caos e incertidumbre que asola el mundo, ciertos pilares, precisamente los auspiciados en los últimos años por la Unión Europea, se han mantenido firmes: la transición energética, cuyo objetivo último es la descarbonización de la economía y que ya es imparable, y la digitalización de los procesos, basada en la innovación constante y la evolución tecnológica, se han posicionado no solo como una herramienta útil de respuesta, sino como armas fundamentales y críticas para lograr una sociedad más sostenible y justa.
Múltiples agentes están impulsando en la actualidad este compromiso con ambas palancas: corporaciones, de todo tipo de sectores y tamaños, que las incluyen como elementos centrales de sus planes estratégicos a corto y medio plazo; organismos públicos, que inyectan ingentes cantidades de capital para propiciar el cambio; o particulares que emprenden, que construyen compañías desde cero con esos principios en mente, a modo de cimientos.
Aunque no pudiera parecerlo a priori, estos últimos están demostrando mayor eficacia en el logro de este relevante objetivo compartido de la que cabría presuponer.
Estas empresas incipientes o startups, muy eficientes desde un punto de vista operativo, ágiles y con capacidad de reacción, con equipos altamente cualificados y un foco muy claro en la resolución de un problema concreto, se están posicionando como la punta de lanza de la innovación en prácticamente todos los sectores.
Algunas de las grandes compañías cotizadas hoy en día, como Google, Spotify o Netflix, que han roto los paradigmas en sus respectivos sectores, comenzaron con un equipo pequeño y una gran idea. Y son los propios inversores los que han confirmado su valor y potencial. Durante la última década se han destinado a este tipo de activos, solo en Europa, alrededor de 500 billones de euros, casi la mitad de los cuales se ha invertido durante los últimos tres años.
Luego, si la inversión en venture capital está claramente en auge y la transición energética ecológica es un pilar estratégico de cara a lograr un mundo sostenible para cuya consolidación la innovación y la disrupción son claves… parecería que todos los emprendedores del que denominamos sector energytech estarían en el momento preciso y en el lugar adecuado para lograr el éxito sin mayores contratiempos… ¿o no?
Nuestra experiencia como inversores nos dice que, pese a que la coyuntura sin duda acompaña, estas prometedoras startups precisan más apoyo y desde el primer minuto. Por eso, en Capital Energy Quantum acabamos de lanzar un modelo único, hecho a la medida de las necesidades que hemos detectado en las compañías que respaldamos, especialmente en aquellas que acaban de iniciar su andadura. Así, les vamos a ofrecer, entre otras cosas, acceso a financiación, networking, mentoring, formación especializada e, incluso, espacio físico.
Nuestra misión es ayudar a desarrollar equipos y modelos de negocio, propiciar compañías sólidas y rentables y encontrar a esos emprendedores con la capacidad de crear y transformar la industria y la sociedad. Contribuimos así a impulsar la consolidación de un desarrollo económico global sostenible, en el que la innovación y la tecnología desempeñan un rol crítico.
Nuestro fondo de inversión forma parte de la apuesta de Capital Energy por fomentar el emprendimiento y generar una vasta red de conocimiento en el ámbito de la sostenibilidad. Contribuye, asimismo, a respaldar la estrategia de impacto territorial arraigada en la compañía, y plasmada en buena medida en su Proyecto Territorios, apoyando al tejido industrial y talento locales.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Medioambiente 2023.