¡Por fin avanzamos! Pero con un sabor agridulce, por la espera de casi dos años y por el resultado final. La reciente aprobación de los necesarios Planes de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM) ha sido recibida con gran satisfacción por todo el sector de la eólica offshore, incluido yo mismo. Pero hay letra pequeña y aspectos que tenemos que analizar, que pueden transformar esa primera alegría en un mar de dudas, nunca mejor dicho.
Para quien no este familiarizado, estos planes ordenan el territorio marítimo en áreas para diferentes usos (I+D, acuicultura, defensa militar, energías renovables, etc.) y, en cada uno de ellos, hay dos categorías: de alto potencial y de uso prioritario, siendo esta última la que en principio condiciona la realización de una determinada actividad en una zona.
No es el caso de las energías renovables, donde sólo se han designado áreas de alto potencial, supongo que para rebajar el tono impositivo y evitar confrontaciones sociales y con otros sectores. Es comprensible, pero eso se va a traducir en que los desarrolladores de proyectos eólicos marinos tendremos que defender, aún con mayor ahínco, la idoneidad de nuestras propuestas, un poco menos respaldadas por la legislación.
Sobre las zonas designadas, así como su extensión, hay numerosos matices. Se habla de que se han reservado 5.000 km2, capaces de albergar 25 gigavatios (GW) de eólica marina. Pero lo cierto es que no se ha destinado dicha superficie en exclusiva al sector y que menos de un tercio es adecuado para la instalación de parques offshore, por batimetrías extremas o recurso eólico escaso. Como consecuencia, no será posible desplegar dicha capacidad potencial.
Las buenas noticias son que, por un lado, sí que hay zonas lo suficientemente atractivas como para instalar los 3 GW fijados en la hoja de ruta para 2030 y, por otro, está previsto que estos POEM se revisen y actualicen, como tarde, a finales del 2027. Así pues, tenemos tiempo para hacer los deberes y demostrar las bondades de estos proyectos, de cara a habilitar nuevas zonas en un futuro y consolidar una industria próspera y longeva.
Y es que son muchos los beneficios de la eólica marina. Más que meros proyectos de energía renovable, son propuestas socioeconómicas con gran capacidad tractora de toda la industria española y de creación de empleo. Sin ir más lejos, la puesta en marcha de los citados 3.000 megavatios (MW) supondrá una inversión de unos 15.000 millones de euros y requerirá la contratación de decenas de miles de profesionales.
Estamos viendo ya cómo todas las empresas del sector están abriendo oficinas en España y contratando a personas; cómo la cadena de suministro apuesta por nuevas instalaciones y la formación de equipos especializados en offshore; cómo se están constituyendo clústeres empresariales para capilarizar los beneficios hacia las PYMES; cómo crecen algunas empresas españolas que están desarrollando nuevos prototipos de plataformas… ¡y no hemos ni empezado, como quien dice!
Pero repito, y a riesgo de ser pesado, que para que estos beneficios queden anclados a España hay que mirar más allá de esos 3 GW establecidos para 2030. De cara a crear industria es imprescindible un calendario de subastas a más largo plazo que propicie volúmenes considerables de negocio. Eso y, obviamente, un marco regulatorio sólido y funcional.
Desde Capital Energy estamos ayudando a la implantación de la eólica marina en España a través de tres iniciativas: la primera, desarrollando parques offshore en zonas POEM -casi 3 GW hasta la fecha- con los que promovemos el crecimiento socioeconómico, socializamos la tecnología flotante, apoyamos la inversión en la cadena de suministro y abrimos una línea de diálogo con los diferentes reguladores y asociaciones; la segunda, proponiendo proyectos portuarios para ayudar a su expansión y adecuación para la eólica marina, así como a la descarbonización de sus operaciones; y la tercera, respaldando nuevas tecnologías de I+D para seguir optimizando la eólica marina flotante.
Con la situación geopolítica y socioeconómica actual, nos encontramos ante una oportunidad única e irrepetible para España. Podemos ser referentes mundiales en el sector de la eólica marina, usándola como palanca para beneficiar a la sociedad mientras aseguramos la sostenibilidad e independencia energética de nuestro país.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Agua (22 de marzo).