Según datos de Naciones Unidas, hasta 1.100 millones de personas sufren estrés hídrico en el mundo. La organización estima que, de los 1.400 millones de kilómetros cúbicos (km3) de agua que hay en la Tierra, tan solo 200.000 km3 es agua dulce disponible para el consumo humano.
Frente a esta problemática, son muchas las soluciones que se consideran, estudian y desarrollan, siendo una de ellas la desalinización. La desalinización es una alternativa que ha avanzado mucho a lo largo de los últimos años. Se trata de un proceso que afronta los retos de reducir costes, evitar la emisión de gases y solucionar los problemas contaminantes de la salmuera, su principal residuo. No obstante, es una buena opción para paliar la sequía en países en vías de desarrollo si se cumplen dos condiciones: la eliminación, mediante alianzas, de la brecha tecnológica, y la adopción de la colaboración público-privada como modelo más justo y eficaz.
Los primeros sistemas de desalinización fueron procesos térmicos: utilizaban el calor para evaporar el agua y condensarla. Este sistema perduró con varias mejoras hasta 1965, año en que se desarrolló la desalinización por ósmosis inversa: la tecnología vigente hoy en día.
La ósmosis inversa: un mercado emergente
El sistema de ósmosis inversa se basa en hacer pasar el agua de mar por unas membranas que la filtran y atrapan la sal. Hace falta mucha energía para aplicar la presión necesaria para que el agua atraviese las membranas, pero es un sistema mucho más eficiente que el de la destilación térmica, por lo que resulta más rentable. Los sistemas de ósmosis inversa se han
ido perfeccionando notablemente durante los últimos años, al tiempo que ganaban protagonismo a causa de la creciente crisis hídrica en muchas zonas del mundo.
El crecimiento urbano acelerado y el desarrollo del turismo en zonas con estrés hídrico endémico han creado contextos favorables a la adopción de la desalinización. En 2018, había en el mundo más de 17.000 plantas desalinizadoras, y a nivel mundial se desalan y se reutilizan actualmente más de 200 millones de metros cúbicos (m3) diarios de agua. Actualmente, Arabia Saudí es el país que encabeza la desalinización: cuatro de cada cinco litros de agua dulce consumida proceden del mar; le siguen Emiratos Árabes Unidos, EEUU, Kuwait, Qatar, Japón y España.
El 62,3% del agua desalinizada se destina al consumo humano, vía suministro municipal; el 30,2% lo usa la industria; el 4,8% el sector de la energía y el 1,8 % se utiliza para riego agrícola. Las ciudades son las grandes consumidoras de agua desalinizada. Casi todas son costeras o están al nivel del mar, por lo que se evita el gasto energético de “subir” el agua desde las plantas.
Desalinización: proyección y retos
Durante los últimos años, el cambio climático ha incrementado las expectativas puestas en la desalinización y el sector ha concentrado una gran inversión en I+D+i, disparando sus previsiones de crecimiento. Según un informe de The Brainy Insights, se calcula que el mercado mundial de la desalinización de agua aumentará de 13.500 millones de dólares en 2021, a 28.830 millones en 2030, con una tasa de crecimiento anual del 8,8%.
Sin embargo, aún existen dudas sobre la sostenibilidad del proceso. Si bien la desalinización evita la sobreexplotación de ríos, acuíferos y las consecuencias nefastas para la economía de una restricción de suministro, ésta aun conlleva una cierta emisión de gases y la generación de la salmuera. Se trata de uno de los retos de la desalinización, junto a la necesidad de hacer más competitivo un sistema intensivo en investigación e innovación tecnológica. En todo caso, las estrategias de implementación de la desalinización deben incluir de forma imprescindible alianzas entre todos los sectores (agrícola, turístico e industrial, principalmente) y la colaboración público-privada como modelo de desarrollo.
Desde Roca Group, a través de la Fundación We Are Water, contribuimos a paliar el estrés hídrico en diversos puntos del planeta mediante varios proyectos, entre ellos, los relacionados con la desalinización y la coordinación de instituciones para llevar a cabo estas soluciones. Nuestro objetivo es avanzar en la sostenibilidad, tanto desde el punto de vista de la producción, como desde el punto de vista social y solidario; y en este camino seguiremos desde las actividades más cortoplacistas, hasta nuestras estrategias a largo plazo.
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