Cuando el otro día me ofrecieron escribir este pequeño artículo como usuario de mis paneles fotovoltaicos para conmemorar el día de la eficiencia energética lo primero que pensé fue: ¿qué podría aportar yo?
Tras reflexionar unos minutos, creo que me pasó un poco como cuando adquirí mi vehículo eléctrico e iba por la M30 de Madrid viendo como otros conductores circulaban en sus vehículos de combustión interna. De entrada, uno piensa que su acción para el medio ambiente, con todo lo que falta, no sirve para nada. Pero eso no es cierto, ya que, aunque pueda parecer que no aporta, sí que va calando como lluvia fina en el resto de los conductores. Aunque sin duda, lo más importante es que cuando pregunto a mis hijos que en qué coche prefieren ir ¡ellos ya contestan naturalmente, que en el coche eléctrico!
Ellos también saben que en el tejado de casa hay paneles, y ven como cada noche se enchufa el coche, por lo que ya tienen muy asociado que la energía viene del sol… Aunque siendo sinceros, los dibujos animados de ahora también han ayudado mucho.
Es verdad que el precio de adquisición de un vehículo eléctrico es más alto, igual que supone un esfuerzo adicional poner ventanas nuevas en toda la casa o instalar paneles fotovoltaicos en el tejado de tu vivienda o sustituir la instalación de calefacción a gas por aerotermia; pero también es verdad que son inversiones no muy altas y amortizables en períodos que rara vez superan los 10 años. Si bien la mayoría lo hacemos por los ahorros que se generan, además de por el cambio climático, estamos creando un importante efecto llamada, puesto que las conversaciones que se generan alrededor de estos cambios son muy elevadas.
Una vez que se toma la decisión de lanzarse a realizar cualquiera de estas actuaciones, lo más importante es ser realmente realista y empezar por aquellas actuaciones que mayor confort nos van a generar, ya que de nada sirve por ejemplo adquirir un vehículo eléctrico si nos va a crear estrés diario no disponer de infraestructura de carga.
En este sentido, siempre que se pueda, suelo recomendar comenzar por la instalación de placas fotovoltaicas en el tejado ya que automáticamente generará un conocimiento detallado de la generación y los consumos del hogar, permitiendo comenzar a realizar un uso inteligente de la energía. Porque seamos claros, no se trata solo de usar energía renovable, que por supuesto es básico si queremos avanzar hacia una sociedad sostenible, si no que se trata de consumir responsablemente esa energía, y al incluir unos paneles como un electrodoméstico más, esa conciencia se instala rápidamente en el hogar y en sus actividades cotidianas.
La gran ventaja de estas instalaciones es que son como un puzle al que se le pueden ir añadiendo otras piezas. Siguiendo con mi casa, cuando cumplimos el primer año de vida con la instalación fotovoltaica observamos que teníamos excedentes de casi el 50% de la energía generada, por lo que decidimos instalar dos radiadores pequeños (entre los dos suman 1.500W), lo que en el segundo año hizo que el aprovechamiento ascendiera al 75% y que los días de teletrabajo fuesen más confortables.
La tercera actuación hubiera sido la batería, si no hubiese sido por la rotura de stocks que se ha generado, por lo que nos decidimos por un cargador doble con balanceo de potencia y con un kit de autoconsumo que nos permite hacer un mejor uso de la energía que se autogenera y cuando se está realizando vertido a red y si alguno de los dos vehículos está enchufado, comienza con la carga.
Este cargador debería llevarnos a un aprovechamiento del 90% y honestamente subir por encima de este porcentaje lo veo muy difícil ya que siempre hay días de verano o fines de semana en los que la casa está vacía.
En resumen, es importante poner en marcha pequeños actos cotidianos ya que tienen un efecto inmediato en nuestra vida y muy relevante en nuestro entorno.