El cambio climático es un tema que, lamentablemente, continúa siendo de tremenda actualidad. Su relación con la salud es clara. Las enfermedades que causan mayor número de muertes en el mundo, la neumonía, el infarto cerebral y los problemas cardiovasculares, están directamente relacionadas con efectos ambientales resultantes del cambio climático como son: el aumento de temperaturas agravadas por la alta contaminación y la mala calidad del aire, las olas de calor, la falta de acceso a agua o los fenómenos climáticos extremos como inundaciones o sequías.
Es por eso que no debemos dejar de invertir recursos ni esfuerzos para combatir y demostrar el papel fundamental que el medio ambiente juega en la salud y la calidad de vida de las personas. Tal y como analiza el Observatorio de Salud y Medioambiente del Instituto DKV de la Vida Saludable, en colaboración con ECODES, el impacto del cambio climático en la salud es directo y, aún más preocupante, su relación con la pobreza, la equidad de género y la infancia. Pues este tiene más efectos sobre la salud de las personas en situación de pobreza, las mujeres y los niños.
Los más vulnerables frente a los efectos del cambio climático
Es donde la injusticia del cambio climático queda de manifiesto: los que más sufren los impactos del calentamiento global son aquellos que menos han contribuido al problema. Cada año 100 millones de personas son empujadas a una situación de carestía debido a los recurrsos que necesitaron dedicar al cuidado de su salud como consecuencia de los efectos del cambio climático y, según el Banco Mundial, de no tomarse medidas ambiciosas para reducir el cambio climático, 1.025 millones de personas vivirán por debajo del umbral de pobreza en 2030.
En esta línea, se estima que alrededor del 60% de la población con desnutrición y hambruna crónica en el mundo son mujeres y niñas. Si las mujeres que se dedican a la agricultura tuvieran el mismo acceso que los hombres a recursos productivos, el número de personas con hambre podría reducirse entre 100 y 150 millones. Así, de existir equidad de género en el desarrollo, sería más factible combatir el problema de la desnutrición y los daños en la salud que conlleva.
Si hablamos de los menores, los efectos aún son más palpables ya que este fenómeno les afecta especialmente. En el mundo hay 150 millones de niños que viven en condiciones de sequía extrema y 500 millones en zonas de riesgo de inundaciones extremas. Por otra parte, 4 de cada 5 enfermedades, lesiones y muertes atribuibles al cambio climático son sufridas por menores. Las razones detrás de esta vulnerabilidad tienen que ver con su menor desarrollo biológico, mayor consumo energético y metabólico, y su ausencia en la toma de decisiones.
Compromisos necesarios
El cambio climático es un problema global para el que solo sirven soluciones globales que cuenten con todos los actores implicados. Luchar contra el cambio climático es trabajo de todos: gobiernos, empresas y ciudadanía.
Cumplir con el Acuerdo de París, pasa por que todos los países descarbonicen sus economías. Al mismo tiempo, hay que mejorar la adaptación de todos los países a los ya evidentes impactos del cambio climático, reforzando los sistemas de protección social y aumento los sistemas de alerta temprana y la gestión de los desastres. A nivel empresarial y organizacional, se debe trabajar con más ahínco en la educación sobre el cambio climático, mientras que también es crucial ampliar el conocimiento sobre los modelos económicos que promueven negocios sostenibles y animar a las administraciones públicas a que los apoyen.
Desde la acción individual hasta la acciones colectivas, existen multitud de herramientas a disposición de todos y todas, no hay excusa para no actuar.