En el compromiso continuo con la sostenibilidad, el reciclaje es uno de los hábitos más presente en los hogares españoles. De hecho, según el último estudio de reciclaje de Kantar para Ecoembes -la organización ambiental sin ánimo de lucro que coordina el reciclaje de envases en España-, 4 de cada 5 hogares declara tener un espacio en casa para reciclar. Sin embargo, siempre se puede mejorar y una buena forma de hacerlo es identificar algunos de los errores que los ciudadanos cometen al reciclar envases.
1. Confundir el contenedor amarillo con “el de los plásticos”
Todavía es común escuchar a personas llamar erróneamente al contenedor amarillo “el de los plásticos”. De hecho, según el último estudio de reciclaje de Kantar para Ecoembes, más del 50% de los encuestados identifica los juguetes de plástico con el contenedor amarillo.
Si en contenedor amarillo no es “el de plástico”, ¿qué se debe tirar en él? Envases de plástico, latas y briks. Cualquier otro producto que esté hecho de plástico, pero no sea un envase, no va a este contenedor. Por ejemplo, los juguetes -si están rotos y no puedes donarlos para darles una segunda vida- debes llevarlos a un punto limpio.
2. Lavar los envases antes de tirarlos al contenedor amarillo (y olvidarse de reciclar los pequeños)
Hay personas que creen que hay que lavar los envases (como los yogures o las latas de conservas) antes de reciclarlos, pero no es necesario. De hecho, lavar los envases con agua para dejarlos totalmente limpios antes de tirarlos al contenedor amarillo es un gasto innecesario de agua, ya que en las instalaciones recicladoras pasan por numerosos procesos que aseguran que esos envases puedan ser convertidos en nueva materia prima con todos los controles necesarios.
Lo que sí es necesario es que el envase esté vacío, es decir, que consumamos el producto en su totalidad antes de depositar el envase en su contenedor correspondiente. Si no podemos consumirlo porque ha caducado, entonces necesitamos vaciarlo.
Además, cuando hablamos de reciclaje, todo gesto (hasta el más pequeño) es importante. Por lo tanto, no olvides reciclar los envases pequeños como los de yogur o los envoltorios de caramelos. Estos también pueden tener una segunda vida y convertirse en otros nuevos envases o productos.
3. No plegar las cajas antes de depositarlas en el contenedor azul
Poca gente duda sobre dónde depositar las cajas de cartón, pero con este tipo de envase sucede otra cosa: suelen ser grandes y ocupar mucho espacio, así que, hay que plegarlas antes de tirarlas en los contenedores azules.
Si no lo hacemos ocuparán mucho espacio. Esto supone que los contenedores se llenen muy rápido y que otros ciudadanos no puedan tirar otras cajas o papel en ellos. Además, la mayoría del espacio estará ocupado por aire, y el proceso será menos eficiente, ya que el camión trasladará ese aire a una planta de reciclaje, en lugar de todas las cajas que podrían haber entrado en él si las hubiésemos plegado previamente.
4. Creer que “no pasa nada” por no reciclar
El reciclaje de envases es el resultado de pequeñas acciones individuales que, sumadas, tienen un peso muy importante. De hecho, solo en 2022 se reciclaron más de 1,6 millones de toneladas de envases de plástico, latas y briks y papel y cartón, siendo el año en que más envases se reciclaron. Esto es posible gracias a que cada vez la sociedad española está más comprometida con el cuidado del medioambiente y confía en acciones como el reciclaje para contribuir a ello. Así, gracias a este compromiso, el año pasado se ahorró el consumo de 21,46 millones de m3 de agua y de 6,72 millones de MHW de energía, además de evitar la emisión de 1,69 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera.
Así que, cada gesto cuenta.
5. Pensar que con reciclar es suficiente
Por último, aunque el reciclaje es un gesto imprescindible en el cuidado del medioambiente, hay otras dos erres que no debes olvidar: reducir y reutilizar.
Ahora que empieza la temporada navideña y aumenta el consumo, es un buen momento para ser conscientes y tomar decisiones más circulares como priorizar la compra a granel siempre que sea posible, optar por productos de KM 0 o reutilizar la decoración navideña de otros años, por ejemplo.