Cada día los ciudadanos estamos más concienciados con todo lo que tiene que ver con el cuidado del medio ambiente y somos conscientes de que pequeños gestos que realizamos a diario tienen una repercusión directa en nuestro entorno. Una acción que tiene un efecto inmediato capaz de reproducirse en cualquier parte del mundo. Un equilibrio que nos obliga a ser algo más que responsables y que nos ha convertido a los propios ciudadanos en motor de este cambio.
Este nuevo paradigma tiene nombre: economía circular. Un modelo basado en valores de ecología colaborativa y consumo responsable, cuyo principal objetivo es conseguir que todos los productos y materiales existentes mantengan su utilidad y valor en el tiempo fomentando una cadena basada en el principio de “reducir, reutilizar y reciclar”. Se trata de imitar los procesos que realiza la propia naturaleza para seguir evolucionando.
De esta manera, y a través de este modelo, se contribuye a la protección del medio ambiente ya que se evita la extracción de nuevos recursos naturales, cada día más escasos, la emisión de CO2 a la atmósfera y se ahorra en consumo de agua y energía. Además, la economía circular es el claro ejemplo de que el mejor residuo es el que no se genera, ya que fomenta la prevención y el uso responsable de los materiales, siendo estos pasos fundamentales en el proceso. Pero para materializar este cambio es necesaria no sólo implicación por parte de la sociedad, sino además una gran apuesta por la innovación.
En Ecoembes somos un ejemplo de la llamada Economía Circular y, cómo no, siempre ha sido un eje fundamental de nuestra hoja de ruta. No sólo desde que comenzamos nuestra actividad hace ya 18 años, sino a lo largo de toda nuestra trayectoria. En este sentido, consideramos que el desarrollo de la economía, de la sociedad, debe ser sostenible o no será. Porque los recursos se agotan, ejemplo de ello es el hecho de que en agosto ya nos terminamos todos los recursos de la Tierra para para este año, algo que cada vez llega más temprano, y por ello es necesario buscar alternativas. Y ahora más que nunca.
Como muestra se encuentra el proyecto pionero que presentamos a principios de noviembre y que se ubicará en La Rioja: el primer Laboratorio de Economía Circular, a escala real, dedicado al estudio, la prueba y el desarrollo de las mejores prácticas en el ámbito de los envases. Un centro de innovación que aspira a convertirse en un referente internacional al ser el único centrado en esta materia.
El objetivo es que los municipios riojanos se conviertan en el epicentro de la investigación del envase del futuro. Para ello, se investigarán procesos que faciliten el reciclaje al ciudadano y nos acerquen cada día más al objetivo de integrar la sostenibilidad plenamente en nuestras vidas.
En este sentido, se experimentará aplicando la última tecnología, tanto en los contenedores inteligentes, como en camiones sensorizados. Además, se optimizarán los procesos de las plantas de tratamiento y se trabajará en el estudio de los materiales del futuro, para la fabricación de envases sostenibles o el fomento de su reciclabilidad. Y cómo no, este centro permitirá profundizar en la estrategia de colaboración que existe entre administraciones públicas, empresas y ciudadanos. De esta forma, se abordará el desarrollo de nuevas app móviles que facilitarán la separación de los residuos por parte de los ciudadanos. Asimismo, buscará también desarrollar una labor crítica mediante una reflexión que aborde el consumo responsable.
El laboratorio conlleva una inversión cercana a los 10 millones de euros y supone un impulso hacia la sociedad del reciclado con un impacto directo, ya que se prevé la creación de cerca de cuarenta puestos de trabajo in situ y más de 200 a través de incubadoras en red.
En definitiva, la economía circular es ya una realidad. El último tren de un viaje que no tiene vuelta atrás. Nuestra última oportunidad como especie, pero al mismo tiempo un motivo de esperanza para nuestro futuro y el de nuestro planeta.