Vivimos en una sociedad donde se valora la innovación, el emprendimiento, la tecnología, la juventud… ¿Y qué ocurre con las personas que ya no encajan con esa
descripción? Es decir, ¿qué ocurre cuando pasan los años y vamos envejeciendo? La realidad nos muestra que la experiencia, hoy en día, ha pasado a un segundo plano.
Por poner un sencillo ejemplo, cuando nos surgen dudas sobre cosas cotidianas, en vez de preguntar a una persona mayor con experiencia adquirida por el paso de los años, vamos directamente al buscador de Google; porque Google lo sabe todo y seguramente nos resolverá la duda antes que esa persona mayor. Triste, ¿verdad?, la realidad es esta, y por ello, hay que poner en valor este conocimiento y experiencia adquirida con el paso de los años.
Paralelamente, nos preocupa la fuga de talento; que nuestros jóvenes bien calificados y válidos se vayan al extranjero donde las empresas demandan este perfil completo, mientras que aquí, no se valora el talento juvenil que tenemos. Pero, ¿alguien se ha arado a pensar que no se valora el talento senior? ¿Dónde queda ese conocimiento adquirido de las vivencias profesionales y personales que tienen estas personas? ¿Por qué cada vez aumenta más el paro a partir de los 50 años?
Nosotras, Beatriz y Eider, nos dimos cuenta de este gran problema en 2015. Vimos que las personas mayores no están valoraras como se merecen en la sociedad actual. Pero, además, descubrimos que aparte de tener muchísimo potencial, tienen muchas ganas de aportar su conocimiento, ganas y tiempo en mejoras sociales.
Tiempo, ese tiempo que los jóvenes no solemos tener. Viendo esta realidad, ¿por qué no fomentar el emprendimiento social entre la gente senior? Ah, ¡que se me olvidaba! se dice que hay que emprender, pero si os dais cuenta, el emprendimiento está muy ligado a la juventud. Esto se debe a unos prejuicios edadistas (edadismo, discriminación por edad, tercera causa de muerte mundial tras el racismo y el machismo).
Beatriz Santamaría y yo, somos socias fundadoras de la cooperativa BiziPoz, que significa vivir alegre, en euskera. Comenzamos en 2015 ofreciendo programas
municipales de formación para un envejecimiento activo de la población, y coaching para el desarrollo de iniciativas sociales lideradas por personas mayores. De esta
manera, las personas usuarias tenían la oportunidad de formarse para obtener hábitos saludables y prevenir de esta forma la dependencia, y, por otra parte, tenían la
posibilidad de desarrollar iniciativas sociales, trabajando en equipo para cubrir las necesidades que ellos mismos habían identificado en su entorno. El proyecto social, lo desarrollan gracias al acompañamiento (ahora llamado coaching) que les ofrecemos.
Fuimos desarrollando estos programas en varios municipios de Euskadi, y los resultados cada vez eran mejores: los ayuntamientos apostaban por el envejecimiento
activo, y de vuelta, tenían mayores empoderados mejorando la realidad de sus municipios.
El proyecto ha ido evolucionando, ya que cada vez vamos cubriendo las diferentes necesidades que surgen en el perfil de los mayores. De esta manera, actualmente no solamente trabajamos con la administración pública y la ciudadanía en general, sino que también trabajamos para las asociaciones de jubilados, en fomento de las
Ciudades Amigables, o en el proceso de preparación a la jubilación en empresas.
Creemos firmemente que se debe valorar al conocimiento de las personas mayores, y más si hacen realidad el emprendimiento social. Porque insisto, que vivimos en una sociedad donde se aprecia el emprendimiento, la innovación y la tecnología. Pero no se nos debe olvidar que todo emprendimiento no es tecnológico, que existe el emprendimiento social y que debe ser tan valorado y apreciado como el resto de innovaciones. Por eso, me gustaría agradecer a todas las entidades que nos han
respaldado en nuestro camino y que apoyan el emprendimiento social. Muchas gracias, y por favor, seguir haciéndolo, para que más gente como nosotras tenga la
oportunidad de seguir adelante en su camino, independientemente de la edad que tengan.