Los recursos naturales que nos brinda nuestro planeta, como el alimento o el agua son la base para la realización de los derechos más fundamentales, como el derecho a la vida, o el derecho al agua y a la alimentación. Sin embargo, la actual crisis ambiental está impactando negativamente en el pleno disfrute de los derechos humanos y miles de personas se ven forzadas a abandonar sus hogares en busca de mejores condiciones ambientales.
En este año la ONU está poniendo el foco en la contaminación por los residuos plásticos, ya que se estima que, en los últimos 50 años la producción mundial de plásticos ha crecido exponencialmente, dejando a su paso hábitats y entornos naturales contaminados y afectando la vida de millones de personas, ya que la capacidad de producir alimentos se ha visto menguada y, por consecuente, su nivel de vida.
Por ello, la ONU ha publicado una hoja de ruta para poner freno a la contaminación por plásticos. En este informe aseguran que esta polución podría reducirse en un 80% para 2040 si los países y las empresas transforman sus políticas y métodos de producción y consumo.
La crisis ambiental se presenta entonces como una realidad y desafío en la política mundial del siglo XXI, ya que afecta a la gobernanza global y provoca impactos en una multiplicidad de derechos humanos, tal y como ya ha reconocido en múltiples ocasiones el Alto Comisionado de las Naciones Unidas.
Por lo que, si continuamos con este ritmo frenético de expolio de los recursos naturales y contaminación del planeta, los jóvenes y las generaciones venideras, quienes ya son grupos vulnerables frente a la crisis climática, son los que más sufrirán sus efectos negativos. Por ello, es necesario desarrollar planes integrales que cuenten con una visión de futuro y plasmen entre sus párrafos las voces y peticiones de la juventud.
Desde FIBGAR, hacemos énfasis en que los jóvenes se involucren en el proceso de toma de decisiones y alcen sus voces entre los círculos de representantes para generar un cambio positivo en la sociedad y en nuestro futuro. Así, a través de proyectos como DEC (Environmental and Digital Citizenship), formamos a jóvenes en el buen uso de las nuevas herramientas digitales, en la crisis ambiental y en su impacto en los derechos humanos, y a cómo tomar acción para convertirse en agentes de cambio. A través de estas iniciativas los jóvenes consiguen modelar el futuro y tomar consciencia de la importancia de su papel activo para frenar el ritmo desenfrenado de la crisis climática.
El cambio en nuestros hábitos de consumo y en los sistemas de producción de empresas y organizaciones debe considerarse una tarea fundamental, así el ODS 12 pretende lograr un cambio en los sistemas productivos y de consumo con el objetivo de alcanzar una gestión de los recursos naturales sostenible. De lo contrario, si continuamos con nuestra modalidad actual, el uso de los recursos ya limitados causará daños irreversibles en los ecosistemas y en nuestra vida en el planeta.
Por consecuente, no podemos seguir llevando a cabo prácticas ambientales que inciden directamente en nuestros derechos y degradan el planeta que nos brinda la posibilidad de vivir en él.
Desde FIBGAR promovemos el estado de Derecho ambiental y combatimos la impunidad ambiental. A este propósito, desde 2019 apoyamos la campaña a favor de la adopción como quinto crimen internacional del delito de ecocidio, definido por el Panel de Expertos Independientes convocado por la Fundación Stop Ecocidio, del que también formó parte FIBGAR. El delito de ecocidio persigue el daño masivo y la destrucción de los ecosistemas, por lo que supone un paso para que prácticas enormemente perjudiciales con el planeta se conviertan en crímenes jurídicamente punibles.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Medioambiente 2023.