Ya nadie duda de que el cambio climático es una realidad y que ya está aquí, salvo contados negacionistas estadounidenses que nos ayudan a reafirmarnos en la necesidad de la acción climática.
El Acuerdo de París ha sido el primer gran paso del siglo XXI en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, los compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (Intended National Determined Contributions (INDC) o National Determined Contributions (NDC)[1]) presentados hasta ahora por las 197 partes son insuficientes. De acuerdo a las previsiones realizadas por la plataforma Climate Action Tracker -teniendo en cuenta la salida de Estados Unidos del acuerdo y que todos los gobiernos cumplan con sus compromisos actuales-, habría un aumento de las temperaturas respecto a niveles preindustriales de 3,2oC para 2100. En el siguiente mapa se puede observar cómo de ambiciosos son algunos de estos INDCs y, consecuentemente, el nivel de alineación con el objetivo de 2oC, que en prácticamente todos los casos es insuficiente.
Por ello, con el objetivo de acercarse lo más posible al objetivo global de 2oC, los países acordaron reunirse cada cinco años para fijar metas más ambiciosas basándose en criterios científicos.
Por su parte, muchas empresas han establecido objetivos de reducción de su huella de carbono. Cabe destacar la metodología promovida por la iniciativa Science Based Targets por su enfoque técnico y la buena acogida que está teniendo por las empresas líderes en la materia. Un science-based target, es aquel objetivo de reducción de emisiones de GEI que está alineado con los niveles de descarbonización necesarios para mantener las temperaturas por debajo de los 2oC. En la actualidad, de acuerdo con esta fuente, 414 compañías están trabajando en ello y 106 ya han aprobado “objetivos basados en la ciencia”.
Otra de las prácticas que destacan entre las empresas a la vanguardia del cambio climático es el establecimiento de un precio del carbono interno. Poner un precio al carbono fue una de las herramientas que se señalaron en el Acuerdo de París como fórmula eficiente de reducción de emisiones de GEI. De acuerdo al último informe “State and Trends of Carbon Pricing” que publica anualmente el Banco Mundial, el precio que se paga por la tonelada de carbono ha aumentado respecto a años anteriores. Según los datos recopilados por CDP, casi 1400 empresas están utilizando esta herramienta o tienen planes para implantarla en el corto plazo.
Por último, desde que lanzase sus recomendaciones en junio de 2017, es inevitable no hablar del Task Force on Climate-related Financial Disclosure creado por el Financial Stability Board. Su principal argumento para trabajar sobre la temática es que el precio de los activos no incluye aspectos relacionados con el cambio climático y, por ende, los mercados financieros no están teniendo en cuenta los riesgos asociados al mismo.
Para minimizar este problema las empresas han de incrementar la información sobre cómo gestionan los riesgos y las oportunidades climáticas y los impactos financieros derivados. También destacan la importancia de basarse en el análisis de escenarios climáticos que les permitan elaborar estrategias de negocio resilientes y adaptarse a la incertidumbre que los potenciales efectos del cambio climático tendrán sobre su actividad.
Porque recordemos que el cambio climático es un riesgo sistémico no diversificable y que, en mayor o menor medida, afecta a todas las empresas y sectores de actividad. Por ello, las empresas menos intensivas en emisiones de CO2 no pueden mirar hacia otro lado pensando que la historia no va con ellas. Tan importante son las estrategias de mitigación de emisiones de GEI como aquellas relacionadas con la adaptación. Y más aún en un país vulnerable como España.
Todos estos temas son objeto de análisis desde el Clúster de Cambio Climático, plataforma empresarial de referencia en España en la materia, liderada por Forética, y formada por un grupo de 60 grandes empresas que trabajan juntas para liderar el posicionamiento estratégico frente al cambio climático en la agenda empresarial, dialogar e intercambiar opiniones y buenas prácticas, ser parte del debate global y ser agentes clave en las decisiones que se tomen a nivel administrativo.
En el plano internacional, el Clúster de Cambio Climático estuvo presente hace unos días como partner en el foro global, Innovate4Climate, celebrado en Frankfurt. En el encuentro se señalaba la importancia de acelerar la financiación climática a través de nuevos y mejorados instrumentos financieros y la generación tanto de una regulación más estricta para las empresas como de incentivos que nos ayuden a transitar hacia una economía baja en carbono. La cuestión del cambio climático ya no se centra en “por qué”, sino en “el cuándo” y “el cuánto” de sus efectos y “el cómo” mitigarlos y adaptarnos a ellos. Un reto en el que las empresas son, sin duda, un actor fundamental y un aliado indiscutible.
*Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables sobre el Día Mundial del Medio Ambiente 2018