Según datos de Naciones Unidas, la actividad humana ha alterado en un 75% el medio ambiente terrestre y en un 66% el marino; y el Sexto Informe de Evaluación, Cambio Climático 2022: Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad, presentado hace unos meses por el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático en sus siglas en inglés) es muy claro al respecto: más allá de 2040 y dependiendo del nivel de calentamiento global, el cambio climático conllevará numerosos riesgos para los sistemas naturales y humanos.
Pero todavía hay mucha gente que se pregunta qué hay que hacer para ayudar o cómo pueden actuar para ser más sostenibles. Para mí la respuesta es sencilla: Piensa en los demás. Por ejemplo, si reciclo ¿ayudo a que las generaciones próximas tengan un planeta mejor? Pensamos que sí. Pues recicla. Pero claro, hay que luchar contra la pereza interior y pensar dónde va cada deshecho.
Nosotros, que pasamos de media más de 150 minutos al día en redes sociales según un estudio de Kantar en el 2021, ¿no podemos dedicar 30 segundos a pensar cómo reciclar? Una vez aprendido, será lo normal y así podremos buscar otros pequeños cambios que convertir en rutina como, por ejemplo, plantearnos si necesito algo realmente o tan solo es un capricho, en pasarme a usar energía verde, en comprar más productos locales y que no tengan que venir de la otra punta del mundo…
Y si cierras el grifo al lavarte los dientes, o apagas las luces cuando no estás en una habitación, ahorras tú y ahorra el planeta ya que la energía más limpia (incluso por encima de las renovables), es la que no se consume.
Las empresas debemos de dar ejemplo. Los consumidores, según el Edelman Trust Barometer, confían hoy en día más en lo que las empresas cuentan que en lo que cuentan los políticos o las administraciones. Tenemos que dar ejemplo siendo más eficientes energéticamente, lo que además de ralentizar el cambio climático también nos va a permitir ahorrar.
Pero basta ya de greenwashing por favor. Entiendo que es un tema delicado cuando tocamos los bolsillos de las grandes energéticas (aunque sus beneficios hayan sido inmensos en el último año) pero no puede ser que digamos una cosa en eventos de RSC y luego en otros foros digamos prácticamente lo contrario. Ya no valen las medias tintas.
La descarbonización pasa por aumentar el uso de las energías renovables. No solo son inagotables, sino que además permiten generar electricidad sin emitir gases de efecto invernadero, por lo que representan el eje de la transición energética. Energías renovables como el viento o la luz del sol que cada día el planeta nos regala a diferencia por ejemplo de las materias primas de origen fósil como el carbón o el petróleo que se consumen, y además de no renovarse, contaminan.
La herramienta del cambio es la electrificación, pero la electrificación renovable, es decir, la sustitución progresiva de las tecnologías que utilizan combustibles fósiles por tecnologías que usan electricidad que proviene solamente de fuentes renovables. Y eso en todos los sectores, desde la cocina de nuestro hogar hasta la calefacción, el transporte o la industria, lo que nos permitirá también reducir la contaminación atmosférica en las ciudades.
Pero recordemos que no todos los consumidores están fascinados por el mundo de la energía como nos creemos en el sector, por lo que es responsabilidad de las empresas intentar sensibilizar y explicar bien los beneficios de estas tecnologías renovables, tan esenciales para la transición energética. Porque sin descarbonización, no lo olvidemos, no hay ni habrá paraíso.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Medioambiente 2023.