La Paloma Cerámicas ha presentado hoy su ladrillo ecológico, un producto pionero e innovador desarrollado para ofrecer soluciones de fachada cerámica bajas en emisiones de CO2 a la atmósfera.
Este ladrillo ecológico es uno de los primeros de su categoría a nivel internacional y cuenta con un diseño inteligente que, en comparación con otros materiales empleados habitualmente en la construcción de fachada, le permite reducir hasta en un 31,8 % las emisiones de CO2 por cada metro cuadrado. Asimismo, respecto al sistema de ladrillo cara vista convencional, se disminuyen en un 26 % teniendo en cuenta todas las hojas del cerramiento.
“La descarbonización es uno de los grandes desafíos del sector de la construcción que genera en torno a un 37 % de las emisiones de CO2 a nivel global. Como sector, tenemos un papel primordial en la reducción de este impacto que acentúa los efectos del cambio climático y, por ello, desde La Paloma Cerámicas miramos a futuro y apostamos por la innovación para volcar todos los esfuerzos posibles en reducir nuestra huella de carbono y dejar un legado que favorezca a las personas y nuestro entorno”, explica Francisco Rodríguez, CEO de La Paloma Cerámicas.
Un ladrillo inteligente desarrollado para construcciones eficientes
Una de las claves de este material reside en el formato, ya que a diferencia del ladrillo tradicional, presenta unas dimensiones de 236 x 100 x 119 mm (largo x ancho x alto), lo que hace que se disminuya en un 49 % el mortero presente en el paño cara vista. Además, gracias a ello, se precisan hasta 36 unidades menos de ladrillo por metro cuadrado en la colocación y se consigue un 22 % menos de peso en esta misma superficie de la hoja principal de fachada.
El ladrillo ecológico se produce con un 100 % de material reciclado y se fabrica exclusivamente en los centros más punteros de La Paloma Cerámicas, cuyo ratio de emisiones se equipara al de las plantas más eficientes de toda Europa. Además, al igual que el resto de sus productos y soluciones, este material no es emisor de COVs o compuestos orgánicos volátiles, lo que contribuye a una alta calidad del aire interior.
Bajo los nombres ‘Doñana’, ‘Monfragüe’ y ‘Garajonay’, la compañía ha desarrollado el ladrillo ecológico en tres modelos con propiedades idénticas pero tonalidades diferentes que simulan y rememoran el origen 100% natural de este material.
Apuesta en I+D+i mirando a futuro
La innovación e inversión en I+D+i está presente a lo largo de toda la cadena de valor de La Paloma Cerámicas, especialmente en la formulación de los productos, la optimización de los procesos, la eficiencia energética y el uso responsable de los recursos. De hecho, la compañía consigue generar residuos cero de agua recirculando toda la que utiliza, así como de los materiales empleados en cada etapa de producción reciclando el 100% de los desechos producidos. Asimismo, el ladrillo, al estar compuesto en su totalidad por materias primas de origen natural, es reciclable tras cumplir su vida útil, que es siempre superior a 150 años.
Por otro lado, hasta el 50 % de la energía eléctrica que utilizan en los procesos de fabricación proviene de energía renovable, consiguiendo reducir la emisión de hasta 4.750 toneladas de CO2. Además, cuentan con un plan ambicioso de implementación de energía fotovoltaica para los próximos años. Hasta la fecha, han instalado en sus centros de producción un total de 4.129 kW en paneles solares.
Cabe destacar que, además, esta compañía familiar produce localmente en zonas rurales y cuenta con canteras propias situadas a menos de 50 km de las fábricas; canteras que se transforman en reservas naturales, lagos recreativos y zonas de uso agrícola o forestal cuando se agotan. Así, gracias a la promoción de un entorno sostenible y la creación de empleo estable y de calidad, contribuyen a la fijación de población en los pueblos de alrededor, dinamizando económica y socialmente áreas de la España vaciada.
Pero no solo impactan positivamente en la comunidad gracias a su actividad industrial. “El ladrillo, a lo largo de sus más de 10.000 años de antigüedad, ha demostrado ser uno de los elementos arquitectónicos más seguros y sostenibles de todos los tiempos. Su resistencia a los cambios de temperatura, la erosión, los fenómenos climatológicos adversos y los efectos del paso del tiempo, así como su capacidad para actuar como un aislante térmico y acústico y contribuir a la eficiencia energética de las edificios; lo avalan”, asegura Julio Pascual, director general de la compañía.
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