Las ciudades viven en plena transformación para adaptarse a las necesidades y demandas de quienes las habitan. Situaciones tan excepcionales como una pandemia, tal y como lo estamos viendo tras la aparición del COVID 19, pueden llevar a cambios de comportamiento habitacionales que nos hagan replantearnos cómo y dónde queremos vivir, y el sector promotor y constructor no puede ser ajeno a estos cambios.
En paralelo, la reducción del impacto medioambiental de las grandes urbes es fundamental para la sostenibilidad del planeta. La eficiencia energética, la reducción de los residuos y la disminución del impacto en la huella hídrica, deben ser sin lugar a duda, los ejes fundamentales para el futuro de la construcción.
En este sentido, la industria de la construcción vive un proceso de innovación en la búsqueda de nuevos materiales. Muchos de los que se utilizaban hasta ahora tenían un impacto negativo en el medio ambiente y afectaban a la huella de carbono de forma directa, por lo que se hace imprescindible buscar alternativas, como puede ser la madera, que almacena carbono y consume una energía mucho menor que otros materiales de construcción como el hormigón y el acero, que no son renovables y requieren grandes cantidades de combustibles fósiles para producir. Pero aún queda mucho por hacer, y son cada vez más las empresas e instituciones que están invirtiendo en investigación y desarrollo para aplicar nuevos materiales, dentro de la economía circular, hasta llegar a nuestro objetivo en 2030, donde se espera que toda la industria habrá cambiado de una manera drástica.
De esta forma, se afrontará el futuro de las ciudades que requieren entornos más desarrollados y exigen nuevas soluciones habitacionales y en la manera de vivir. En este contexto, tanto la regeneración como la rehabilitación urbana van a ser claves, ya que no podemos tener un crecimiento desmedido como sucedía hasta ahora. No cabe duda de que la ordenación del territorio tiene un impacto muy directo en la vida de las personas, y las actuaciones de regeneración de las zonas más antiguas y céntricas de las ciudades son fundamentales para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Como sector debemos anteponernos a lo que está por venir, teniendo en cuenta que estudios elaborados a este respecto, como el de ONU-Habitat, prevén que, para antes de 2050, el 70% de los habitantes del planeta residirán en ciudades.
Teniendo en cuenta estos factores, el sector de la construcción debe priorizar la eficiencia energética de sus edificios y viviendas, la búsqueda de un menor impacto en la huella de carbono en la rehabilitación de los edificios y en sus procesos constructivos, y la disminución de residuos durante todo el proceso. La forma de construir es también un aspecto fundamental a tener en cuenta. Así, debemos apostar por la industrialización en la edificación -más respetuosa con el medio ambiente-, haciendo más sostenible todo el proceso al poder optimizar el uso de materiales y energía y concentrar los procesos en un único punto. No cabe duda de que el impacto ambiental es menor, ya que se usan materiales reutilizables y reciclables, y el control de emisiones se hace posible al estar en un entorno cerrado.
La llegada de los Fondos Europeos nos plantea sin duda una gran oportunidad para poder abordar estos objetivos tan necesarios. Se inicia ahora un proceso de dos fases. El primero, hasta 2030, donde la rehabilitación de las viviendas conseguirá la eficiencia energética que buscamos, y el segundo, donde encontraremos un considerable porcentaje de viviendas que no cumplen las normas mínimas de salubridad ni los códigos técnicos, y, por tanto, su destino será la demolición para poder crear barrios nuevos, con ciudades más concentradas que permitan un mejor uso de los servicios públicos, más espacios verdes y que den paso a nuevas fórmulas de movilidad sostenible.
Pero para poder dar respuesta a todos estos compromisos es necesaria una colaboración público-privada para agilizar la tramitación de los procesos. La Administración debe mirar también con cierta perspectiva empresarial para no quedarse sólo en la teoría, sino que tiene que llegar a la práctica, innovando para conseguir sinergias que permita revisar los procesos, buscar fórmulas alternativas y agilizar especialmente la concesión de licencias. Para canalizar la necesidad de una mejor articulación de todos los agentes del sector, que incluyen tanto los organismos públicos como la industria de la construcción y el tercer sector, se han creado organismos que se encargan de llevar a cabo de forma más efectiva dicha convergencia. El Observatorio 2030 del CSCAE es uno de ellos, con el que APCEspaña y la mayoría de los agentes involucrados en el proceso de construcción colaboran activamente para consensuar las acciones necesarias a llevar a cabo para conseguir nuestro objetivo de ser más sostenibles, eficientes y sensibles a nuestra entorno.
Ya nadie pone en duda que la regeneración urbana se ha convertido en piedra angular de las políticas urbanísticas de estos últimos años, partiendo de modelos que giran en torno a la sostenibilidad y la integración de aspectos económicos y sociales derivados de este enfoque. Y el sector inmobiliario y constructor debe actuar con visión a largo plazo de lo que se espera de las ciudades y de los que las habitarán en un futuro, bajo las premisas de sostenibilidad, movilidad y accesibilidad en un entorno que dé respuesta a los cambios que demanda la sociedad.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Espacios Urbanos Sostenibles