La adaptación a la escasez de agua y las estrategias de gestión sostenible han sido el foco de la XII Jornada Ambiental, celebrada este lunes, 27 de mayo, en el Aula Magna de la Universitat de Barcelona. Organizada por esta institución y por Familia Torres con el título “Un presente con menos agua, ¿qué debemos hacer para adaptarnos?”, ha reunido a especialistas, activistas y políticos que han debatido sobre la crisis hídrica y cómo podemos gestionarla para asegurar un futuro mejor.
En la inauguración del certamen, la secretaria de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural de la Generalitat, Anna Barnadas, ha explicado que estamos en «el momento de sequía más largo e intenso» de la historia y que esto está directamente relacionado con el cambio climático. A pesar de la gravedad de la situación, «todavía estamos a tiempo de enderezar muchas dinámicas», ha sentenciado, apuntando que es necesaria una reducción drástica del consumo y aumentar la eficiencia del uso de este recurso. Un mensaje que ha reiterado la conductora del acto y meteoróloga de TV3, Gemma Puig, diciendo que hay que ser «más sostenibles» y «más eficientes» para reducir el impacto de las sequías y que hay que seguir trabajando porque en el futuro la situación no mejorará.
Miguel A. Torres, presidente de Familia Torres, ha recordado que la sequía es consecuencia de los «cien millones de barriles de petróleo» que consumimos cada día. En el Penedès, el año pasado, se perdió aproximadamente un 50% de la producción de uva debido a la sequía, una situación «muy grave» que, además, no es excepcional. Torres ha abogado por «un futuro sin petróleo y sin plásticos», que ha relacionado directamente con la sequía y el calentamiento, y con la contaminación y la salud. El vicerrector adjunto al rector de la UB, Ernest Abadal, ha cerrado la inauguración poniendo en valor la Jornada Ambiental tanto por sus 12 ediciones como por las temáticas que ha abordado. «Esta es una jornada que quiere cambiar cosas», ha concluido.
Un problema mundial que se aborda a muchos niveles
Elena Domene, doctora en Ciencias Ambientales, ha aportado una mirada global al problema. El cambio de los patrones globales ya hace que la mitad de los niños del mundo esté expuesto a un estrés hídrico alto. La economía también es importante: la distribución desigual de la escasez lleva a medidas más costosas de obtención de agua y eso dificulta pagarla a los más vulnerables. Esto también ocurre en el norte global, donde las sequías pueden complicar el acceso al agua a personas que la tenían garantizada.
En Cataluña, en los últimos tres años, ha llovido la mitad y la temperatura ha sido 1ºC superior a la media del último siglo, ha recordado el director de abastecimiento de la ACA, Jordi Molist. Una situación que ha obligado a establecer restricciones y que las últimas lluvias no han resuelto. Molist ha recordado que las sequías de principios de los 2000 promovieron «cambios estructurales» como una reducción del consumo doméstico o la implementación de la desalinización que han evitado que ahora se llegara a «una situación de vaciado total de los embalses» y han hecho decidir duplicar la capacidad desaladora. En este sentido, ahora se ha producido un efecto parecido con el agua regenerada: su uso se ha aceptado, ralentizando la caída de las reservas, y también se quiere aumentar su importancia.
Otro elemento clave, ha dicho, es la eficiencia en la distribución. Un aspecto en el que también han incidido tanto Elisenda Realp, del Área de Acción Climática y Transición Energética de la Diputació de Barcelona, como Braulio Moreno, gerente de SABEMSA, la empresa pública de agua de Barberà del Vallès. Hay fugas en muchos lugares, con pérdidas que pueden llegar al 40%. Es por ello que los municipios trabajan para resolver el problema, con más de 1.200 actuaciones planificadas y una inversión de casi 130 millones de euros.
Con «más ambición», pues, se pueden optimizar rendimientos y alcanzar la «independencia hídrica». Moreno ha presentado el caso de su localidad, donde hace 10 años que solo se pierde entre un 5% y un 7% del agua. El fruto de 40 años de esfuerzos para abastecer al máximo de población posible con recursos propios, reinvirtiendo los beneficios en renovación y mejora de la red y minimizando las pérdidas de unas tuberías que, como ha recordado Moreno, a menudo todavía son de fibrocemento.
Un ejemplo lejano pero con muchas semejanzas
Karla A. Nemeth, directora del Departamento de Recursos Hídricos del estado de California, ha puesto perspectiva al problema del agua. A través de un vídeo, ha explicado cómo allí tres años seguidos de sequía han acabado con tres semanas de lluvias intensísimas. Un ejemplo claro de los efectos del cambio climático y del reto que suponen. De esta crisis solo se puede salir con nuevas soluciones, eficiencia y colaboración. Unos retos «muy complejos» que obligan a trabajar contrarreloj en una situación climáticamente muy parecida a la de Cataluña. Es por ello por lo que Nemeth ha afirmado que la innovación y la tecnología son esenciales, no solo adaptándose sino también optimizando la predicción meteorológica para saber dónde y cuándo habrá agua. Se han hecho grandes inversiones en este sentido.
Más allá de los ciudadanos: la adaptación de la economía
La adaptación de la red y la reducción y la optimización del uso del agua de los ciudadanos, sin embargo, no puede mitigar este problema si los actores económicos no hacen su parte. Por este motivo, la Jornada Ambiental ha contado con representantes de los sectores agrícola y turístico. Así, Jordi Puig, doctor en Ciencias Ambientales y agricultor, ha reconocido la complejidad de abordar el problema desde los «principales consumidores de agua» del país. La agricultura debe adaptarse al cambio climático y reducir la demanda de agua manteniendo la sostenibilidad económica. Siguiendo los principios de la agricultura regenerativa, ha propuesto medidas como cubiertas vegetales, mínima labranza, la agroforestería, el pasto intercalado y la aplicación de materia orgánica y micronutrientes en el suelo para devolverle la salud y hacer la agricultura el máximo de eficiente con el mínimo impacto ambiental.
Otro sector que ha estado en el ojo del huracán durante esta sequía ha sido el turístico. Como miembro de la Federación Catalana de Campings, Josep M. Pla ha recordado que su sector representa casi la mitad de la oferta turística del país y que, entre 1999 y 2023, el consumo por familia y día en los campings catalanes cayó más de un 40%. Ha reconocido, sin embargo, que esto no es suficiente y que están tomando más medidas: digitalización de los consumos para optimizarlos, formación y sensibilización de personal, clientes y proveedores, mantenimiento preventivo de instalaciones, reutilización de agua de las piscinas para los sanitarios, etc.
Planificación a largo plazo y defensa de los derechos de las personas
La mesa redonda “Nueva visión de futuro del agua” ha tenido un gran punto de acuerdo: la necesidad de un marco de planificación a largo plazo que tenga en cuenta la ciencia, la demografía, los sectores económicos… Marc Oliva, ingeniero del Observatorio Intercolegial del Agua, ha recordado que en el futuro habrá más población y menos agua. La ambientóloga e investigadora del CSIC, Núria Catalán, ha apuntado la necesidad de una transición hídrica que repiense el modelo. Un aspecto en el que han estado de acuerdo Mª Teresa Vadrí, profesora de la UB especializada en Derecho Ambiental, y Dante Maschio, portavoz de la plataforma Agua es Vida, que han recordado que el agua debe ser un bien común y no un negocio y que es necesaria una planificación pública coordinada y que desvincule las previsiones de demanda de intereses económicos concretos.
La activista alemana por el clima Luisa Neubauer ha intervenido justo después con un discurso que ha complementado lo que se acababa de decir. Cuando hablamos de la emergencia climática «es esencial», ha dicho, que se hable de democracia. La razón es muy sencilla: «la misma gente es la que está en contra de ambas cosas: los antidemócratas, los fascistas, los negacionistas, los escépticos». Estas dos luchas, ha afirmado, son la misma y son «nuestro deber». Proteger la democracia, ha concluido, es proteger la acción climática y un futuro para todos.