Nos encontramos ante un momento clave en la agenda regulatoria sobre el modelo de gestión del plástico en España con la actual tramitación del Real Decreto de Envases y Residuos de Envases y la reciente aprobación de la Ley de Residuos y Suelos Contaminados. Sin embargo, desde CIDEC consideramos que, como sociedad, todavía no hemos profundizado en el papel del plástico como recurso.
El plástico es un material versátil, ligero, resistente, seguro y reciclable. Por ello creemos firmemente que el plástico forma parte de la solución como recurso, y no del problema como residuo. La clave no está en cuestionarnos el uso del material en sí, sino en abordar qué modelo de gestión se establece para asegurar su circularidad y evitar su desperdicio o abandono en el medio natural. Por tanto, no se trata de acabar con el plástico mediante reducciones o criterios de reutilización desorbitados, si no de abordar qué uso le damos y cómo gestionamos los residuos una vez dejan de ser funcionales. El objetivo es avanzar hacia un ecosistema que permita dar al plástico una nueva vida.
La regulación no contempla, por ejemplo, la necesidad de envasar los productos de consumo rápido e hipercalóricos demandados por los consumidores, que necesitan estar envasados en plástico para su conservación. Por ello, creemos que se deben abordar las oportunidades de negocio y de desarrollo de la sostenibilidad ambiental que se pueden generar a través de un modelo que no criminalice el uso del plástico, sino que potencie sus virtudes como recurso.
Si lo analizamos fríamente y sin prejuicios, cualquier material, si no garantizamos un ciclo de vida y reutilización largo, puede terminar constituyendo un residuo. Un edificio, por ejemplo, es susceptible de convertirse en un residuo de cemento; sin embargo, no se demoniza la construcción por ello, a la luz de la utilidad y de posibilidades que ofrece como recursos. En otras ocasiones, permitimos -de forma un tanto perezosa- que se instalen discursos fáciles sobre ciertos materiales, como es el caso del plástico. Si lo reinterpretamos como el material flexible que es, concluimos que el plástico no es como el acero. Al revés, existen muchos tipos y sistemas de gestión, pero es urgente implantar entre todos una infraestructura para la gestión de todos los tipos de plástico para poder reducirlos.
Afrontar este reto resulta impensable sin el apoyo de las administraciones. De hecho, situar el foco en los modelos de gestión exige la colaboración de todos, empresas y administraciones públicas. La tarea requiere grupos de trabajo transversales con todos los miembros de la cadena de valor del plástico si queremos lograr los objetivos marcados. Nos encontramos ante el reto, paradójico solo en apariencia, de atender la necesidad imperiosa de incrementar los estándares de sostenibilidad mientras, al mismo tiempo, seguimos respondiendo a las demandas comerciales de los clientes y del consumidor final.
Desde CIDEC investigamos, innovamos, sensibilizamos y formamos en Economía Circular con la finalidad de plantear soluciones y alternativas que nos acerquen de manera eficaz a cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Ponemos en valor el trabajo de las empresas a través de la Responsabilidad Social Corporativa. Y no cabe duda de que, en este caso, debemos cambiar el foco.
La lucha no es contra el plástico. Hablamos de un recurso que, si tenemos en cuenta la totalidad del material ya producido, permitiría cubrir las necesidades de la población durante los próximos cien años sin necesidad de producir más, si somos capaces -eso sí- de asegurar su circularidad. El reto es trabajar intensamente en el reciclaje de estos recursos para lograr un modelo de economía circular, más sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
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