No podemos adivinar lo que allí ocurrirá, pero sí que podemos explicar qué acontecimientos recientes, climáticos y políticos, han sucedido y cómo pueden marcar una reunión que, si bien no será tan mediática como la anterior sí que tendrá la misma importancia.
La Ratificación del Acuerdo de París antes de tiempo determinará lo que ocurra en Marrakech. Desde que China y EE.UU. sorprendieron al mundo ratificándolo el pasado septiembre, 77 países —incluidos algunos estados miembros de la UE— les han seguido. Estos 77 países que suman el 60% de las emisiones globales se han comprometido de manera formal en uno de los acuerdos multilaterales que más rápidamente se han ratificado en la historia de las Naciones Unidas. Se tardaron 7 años en ratificar el Protocolo de Kioto y, el Acuerdo de París, ha entrado en vigor el 4 de noviembre, tres días antes del inicio de la COP22. Los expertos más optimistas no vaticinaban su refrendo hasta principios de 2017.
En las últimas semanas se han dado tres hitos técnicos que también determinarán el resultado de Marrakech. El primero es el acuerdo mundial impulsado por la Organización de la Aviación Civil (OACI) para reducir las emisiones de Gases con Efecto Invernadero (GHG) del transporte aéreo internacional. Este acuerdo, sin precedentes, muestra del liderazgo de actores no estatales tanto del sector privado como de autoridades sub-nacionales. Un segundo hito es la modificación del Protocolo de Montreal para la eliminación gradual de los gases hidrofluorucarburos (HFCs) del mercado. Estos gases son utilizados en neveras y sistemas de aire acondicionado, y si bien no perjudican a la capa de ozono, tienen un alto potencial de efecto invernadero. De todos los GHG, las emisiones de HFC son las que mas crecen.
El tercer hito, el transporte marítimo internacional que juega un papel clave en la economía global ya que transporta el 80% del comercio mundial en volumen y produce cerca del 3% de las emisiones mundiales o lo que es lo mismo, más de dos veces las emisiones totales de España. Pues bien, la Organización Marítima Internacional (OMI) acaba de realizar una serie de reuniones donde, reflejándose en el transporte aéreo y acuciada por el Acuerdo de París, va a crear una hoja de ruta para establecer un objetivo de reducción de emisiones. Es importante ya que la previsión de crecimiento oscila entre el 50% y el 250% comparado con los niveles de 2012, a pesar de las nuevas medidas de eficiencia energética que se están planteando.
Junto a estos elementos más técnicos, Marrakech también tendrá en cuenta aspectos políticos. Primero la designación de Antonio Guterres como Secretario General de NNUU. El portugués ha mostrado en cargos anteriores una sensibilidad y comprensión notable sobre los enlaces entre cambio climático, desarrollo sostenible, paz y seguridad. Por otro lado el resultado de la elección presidencial estadounidense, que tendrá lugar el 8 de noviembre, esto puede ralentizar en cierta manera los primeros días de la COP22.
¿QUÉ PODEMOS ESPERAR DE LA COP22 EN MARRAKECH?
Con este escenario previo, qué podemos esperar de la COP22 de Marrakech. En primer lugar creemos que será una cumbre todavía más técnica que las anteriores; con grupos de trabajo más especializados que deberán considerar temas que, debido a la premura de la ratificación del Acuerdo de París, no llegan suficientemente trabajados. Junto a ello, la creación de un nuevo grupo de negociación, el MPA1 en argot climático, compuesto por las partes que han ratificado el acuerdo, quedando como meros observadores aquellos que todavía no lo han hecho, suponiendo esto la creación de grupos de negociación paralelos.
Más en lo específico, Marrakech servirá para fijar las “reglas de juego” donde se especifiquen las modalidades, procedimientos y directrices en detalle para implementar los requerimientos del Acuerdo de Paris. Y junto a las normas, la financiación. Esto es la creación de la hoja de ruta para la materialización y canalización de los 100.000 millones de dólares anuales que movilizarán los países ricos para ayudar a los más vulnerables a frenar los efectos del cambio climático.
Otra decisión importante es el lanzamiento del programa de trabajo sobre “Pérdidas y Daños” que afecta a los países más vulnerables al cambio climático y la transición hacia una economía verde. El progreso en este grupo tiene históricamente mucho interés porque se trata como pieza clave y de cambio en la respuesta afirmativa que pueda darse en las negociaciones sobre otros temas. En último lugar, pero no menos importante, en Marrakech se debería alumbrar el establecimiento de estrategias y objetivos nacionales para el año 2050. Las Contribuciones Determinadas Nacionalmente (NDCs), tienen ahora un horizonte temporal limitado —hasta el 2020 o 2050—, pero es necesario establecer compromisos a largo plazo para evaluar los efectos sobre la temperatura en el planeta, e igualmente importante, para dar una señal clara a los inversores que requieren plazos de tiempo más extensos.
No podemos hacer prognosis de lo que ocurrirá en Marrakech, independientemente de la tribuna privilegiada que permite a nuestra Fundación ser Observer acreditado por NNUU y haber asistido a 8 cumbres, pero sí creemos que grupos y partes; gobiernos nacionales; entidades sub-nacionales; industria y el capital privado, harán un esfuerzo pragmático para asentar las bases del Acuerdo de París que nos permita dejar atrás las promesas y las intenciones y pasar a la acción para conseguir una nueva economía neutra en carbono, basada en patrones de consumo y producción sostenible y en tecnologías limpias.