La preocupación por el medio ambiente y la salud del planeta se han convertido en cuestiones críticas del panorama actual. El cambio climático supone un problema de presente y futuro en el que todos los actores gubernamentales y las organizaciones deben actuar de forma conjunta para paliar los efectos adversos que ha generado la gestión ambiental de los últimos siglos.
Ante el contexto de urgencia actual, nace el concepto de activismo corporativo, definido por el Pacto Mundial de la ONU en España como “aquel movimiento por el que las empresas se posicionan como agentes de cambio positivo sobre cuestiones que atañen a la sociedad y grupos de interés”. Para ello, las acciones que realicen las empresas deben responder a los criterios ASG, es decir, deben suponer una repercusión que beneficie al medio ambiente, a sociedad y a la economía.
En materia legislativa, la Declaración del World Economic Forum (2020) sirvió para llegar a un acuerdo común de todos los líderes sociales y empresariales para consensuar lo consiguiente: “El propósito de las empresas es colaborar con todos sus stakeholders en la creación de valor compartido y sostenido. Al crearlo, las empresas no cumplen únicamente con sus accionistas, sino con todos sus stakeholders: empleados, clientes, proveedores, comunidades locales y la sociedad en general”.
El Activismo Corporativo, una práctica en auge
Además de la regulación, son cada vez más las empresas las que apuestan por un modelo de actividad más sostenible. Las empresas están reconociendo cada vez más la necesidad de alinear sus objetivos y acciones con la sostenibilidad global, implementando medidas concretas para reducir su huella ambiental, promover la igualdad de género, respetar los derechos humanos y contribuir al bienestar de las comunidades en las que operan. Sin duda, la adopción de prácticas sostenibles y la integración de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas se han convertido en elementos clave para las estrategias empresariales.
Así lo constata el IX Informe del impacto social de las empresas, publicado por Deloitte y Fundación Seres, el cual confirma que, desde la pandemia, los negocios han aumentado y mantenido su compromiso con la sostenibilidad y que la inversión social ha aumentado en torno a un 3%. Las empresas españolas invirtieron un total de 1.533,5 millones de euros en proyectos sociales en 2021, un 17% más respecto al año anterior. La inversión realizada por las empresas pone el foco en el bienestar social y la salud (14%) y la igualdad (13%). Las empresas desarrollaron 4.200 proyectos sociales, de los cuales el 55% de las acciones tiene como objetivo la salud, el bienestar y la educación de calidad como ejes impulsores del cambio que mejore los estándares de calidad sociales. Además, el estudio de Spainsif La Inversión Sostenible y Responsable en España 2021 muestra que la integración de políticas ASG (45%) es la estrategia de negocio más usada por las empresas en España.
El activismo corporativo que promueven las empresas tiene el objetivo de ser positivo y debe suponer un beneficio para poder alcanzar a Agenda 2030. Pero, según la ONU, no todos los departamentos de las organizaciones aplican esfuerzos en la formación interna sobre el desarrollo sostenible. Según el informe El liderazgo colectivo en la Agenda 2030: una década para la acción, el conocimiento sobre ODS es desigual entre departamentos al existir áreas como las de cumplimiento normativo e innovación que obtienen bajos resultados. Por otro lado, departamentos como los de sostenibilidad, marketing y dirección y consejo de administración han destacado por sus altos resultados. Además, para alcanzar el objetivo sostenible, es preciso establecer alianzas con diferentes grupos de interés: gobiernos, ONGs, instituciones académicas o comunidades.
Aunque el activismo corporativo sigue ganando presencia en el seno de los objetivos empresariales y se plasma con medidas enfocadas hacia una actividad sostenible que respetan el medio ambiente, estas acciones todavía son insuficientes para revertir los efectos del cambio climático que continúan afectando al planeta.
El auge del activismo corporativo es una señal prometedora en el camino hacia un futuro sostenible. Si las empresas continúan liderando el cambio y asumiendo la responsabilidad de su impacto en el planeta, podemos esperar una mayor protección del medio ambiente, una mayor equidad social y un desarrollo económico más sostenible. El activismo corporativo tiene el potencial de ser una fuerza transformadora que impulse la sostenibilidad del planeta, pero depende de la voluntad y la autenticidad de las empresas para llevarlo a cabo.
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