¿Podemos aprender algo de esta crisis sanitaria que se ha adelantado a la medioambiental? La diferencia del cambio climático respecto al COVID-19 es que del primero ya sabemos sus efectos, y su “vacuna” es conocida. Esta dependerá exclusivamente de la actitud que adoptemos en la escala que sea, personal o de la sociedad en qué vivimos.
El confinamiento nos ha traído un aliado inesperado para afrontar con actitud de liderazgo individual la lucha frente al cambio climático: el teletrabajo. Nos hemos visto confinados en espacios inadecuados e ineficientes, en unas condiciones de trabajo inadecuadas y sufriendo que nuestros hogares no sean ni tan confortables ni tan protectores como se esperaba de ellos cuando fueron concebidos. Hemos constatado aquello que era un secreto a voces: tenemos un parque edificatorio envejecido y que no cuida de nosotros ni del medioambiente.
Estos días, los edificios están teniendo impacto directo e indirecto en nuestra vida:
- Social. Temperaturas inadecuadas, ruido que no permite concentrarse y/o mantener teleconferencias, baja calidad de aire interior por escasa ventilación, descanso inadecuado por el estrés acumulado, etc.
- Económica. Facturas energéticas elevadas, pues hemos estado 24h buscando el confort y con impacto directo en la economía doméstica.
- Medioambiental. Y aunque no nos lo ha parecido, pues no había coches y había bajado la contaminación, hemos incrementado las emisiones de CO2 en la atmósfera de manera proporcional al incremento del consumo energético del hogar.
Para erradicar estas percepciones negativas y recuperar el orgullo de pertenencia a tu hogar, te propongo el reto de que cuides tu vivienda -en la medida de tus posibilidades y con asesoramiento por parte de expertos- para que ella cuide de ti, de los tuyos y del planeta.
Para ello, nada como la rehabilitación energética contando con materiales sostenibles y reciclables como la lana de roca. Disfrutarás de temperaturas estables, olvidarás la contaminación acústica, externa e interna, y ganarás en protección para tu hogar al ser incombustible.
Esa decisión individual/familiar de rehabilitar nuestra vivienda repercutirá en mucho más de lo aparentemente percibido y nuestra salud lo agradecerá. Está demostrado su impacto positivo en dolencias cardiovasculares, de estrés o diabetes mellitus, sin obviar un ahorro cercano al 70% en la economía doméstica.
Con esta actitud y acciones estaremos impulsando la sostenibilidad y lucha contra el cambio climático a través de ODS tan dispares como el ODS3 (salud y bienestar), el ODS7 (energía asequible y no contaminante) o el ODS11 (ciudades y comunidades sostenibles), por citar algunos con repercusiones sociales, económicas y ambientales.
¿Y por qué no? Si hoy entendemos la Responsabilidad Social Corporativa de una empresa como la contribución proactiva y voluntaria destinada a la mejora social, económica y ambiental de su entorno y la preservación de este como seguro y saludable, con acciones como la rehabilitación energética de tu hogar estaremos liderando nuestra “Responsabilidad Social Personal”. Todo pasa por cambiar de actitud. ¿Nos ponemos a ello?