Como Fundación Solidaridad Carrefour, tenemos el inmenso privilegio de disfrutar a menudo de encuentros con personas anónimas admirables, que en ningún momento han pretendido serlo. Personas sencillas que han dado vida a entidades sociales con una habilidad innata para crear puentes, ajustar desequilibrios y alinear intereses en beneficio de toda la sociedad. Que luchan por mantener erguido el principio de justicia social. Trabajando sin tregua para que dicho principio se integre en cada acción o decisión adoptada, tanto en el sector público como en el privado. Con la mirada siempre puesta en la mejora de la calidad de vida de las personas en situación de vulnerabilidad. Colectivos a los que, en justa equivalencia, tenemos la responsabilidad de apoyar.
Un principio de carácter universal, íntimamente ligado al de corresponsabilidad, a su vez, base de la sostenibilidad de cualquier sociedad moderna y evolucionada, poseedora de tejido empresarial. No olvidemos que las empresas somos motores aceleradores del cambio y como tales tenemos un importante papel en la sociedad.
Así lo entiende Carrefour España en su manera de hacer empresa, basada en la máxima avanzar sin dejar a nadie atrás. Lamentablemente, siempre ha habido y siempre habrá personas a las que les ha “tocado vivir” en situación de clara desventaja social; a las que les ha tocado remar con el viento en contra, salvo que entre todos/as hagamos algo para evitarlo.