La construcción es vital en nuestro día a día y tiene un evidente compromiso social. Basta dar un paseo por cualquier ciudad o pueblo e, incluso, no movernos de nuestro propio hogar para ver cómo ha contribuido a la mejora de la calidad de vida de la sociedad, incluso dentro de su propia vivienda. Porque el sector no es solo edificación, sino que también es rehabilitación, confort, bienestar, salud y tejido productivo.
A lo largo de las décadas, la construcción ha dado claros síntomas de resiliencia y ha sabido adaptarse a los cambios que demandaba la sociedad con el objetivo de poner su granito de arena para construir un mundo mucho más verde y habitable y dejar a las sociedades venideras unas ciudades que ya incorporan, cada vez más, criterios basados en la sostenibilidad y que tienen como objetivo la lucha contra el cambio climático. Es verdad que aún queda mucho camino por recorrer, pero en el sector hemos puesto las primeras piedras para hacer más sólido todo este proceso. Sin duda, organismos como la mesa de trabajo que supone el Observatorio2030 del CSCAE ha contribuido de manera decisiva a establecer una visión alineada del Sector en torno a todos estos desafíos.
Sabemos que las infraestructuras son esenciales para el crecimiento económico, pero también para la competitividad, el bienestar social de los ciudadanos y el cuidado del medio ambiente. Este es, sin lugar a duda, uno de los grandes ejes sobre los que pivota el sector. Sin embargo, hay otros que, gracias a los fondos europeos, van a tener el impulso que hemos demandado históricamente como es el de la rehabilitación y la regeneración urbana que nos permitirá adaptar nuestros entornos a las nuevas demandas y hábitos sociales. Aquí también el Observatorio2030 ha sido capaz de lanzar la iniciativa “RehabiliACCIÓN” transversalizando los debates para incluir a todos los actores capaces de identificar las barreras, proponer soluciones conjuntas con visión integral y elaborar herramientas útiles para poner en marcha el cambio de modelo.
Las actuaciones en materia de rehabilitación son más necesarias que nunca y contribuirán a mejorar la eficiencia de los edificios, algo más relevante aún ahora que los precios de la energía están desatados. Además, con esta “hoja de ruta” se obtienen otros beneficios que son igualmente necesarios como la mejora de la salud y el confort de los ciudadanos, la resolución de problemas de seguridad, la prolongación de la vida útil de los edificios, el avance de la accesibilidad…
Otro factor que debemos tener en cuenta es el incremento de la población como consecuencia del aumento de la esperanza de vida, lo que obliga a un nuevo desarrollo de las ciudades y a una rápida y completa implementación de la construcción digital e industrializada a lo largo de la cadena de valor. Esta es una realidad en el sector, que abre su actividad a maquinaria más moderna, a nuevos materiales mucho más sostenibles y, sobre todo, a nuevas formas de construir.
Lucha contra el cambio climático
Nuevos materiales y nuevas formas de construir que tienen como objetivo la defensa del medio ambiente y la construcción de entornos más resilientes al cambio climático, porque no nos podemos olvidar que los edificios juegan un papel destacado en el proceso de descarbonización que está experimentado nuestro país.
La mejora de la eficiencia energética va en esta línea, al igual que la apuesta por la construcción sostenible, la industrialización en el proceso constructivo o la incorporación de las energías renovables, que requieren de nuestro sector para su implementación.
El efecto directo de la construcción en la lucha contra el cambio climático es el más evidente, pero también contribuimos de una manera indirecta. Diversos estudios han destacado que los vehículos contaminan más si los pavimentos están deteriorados e incluso lo han cuantificado al destacar que el porcentaje de emisiones de gases de efecto invernadero se incrementa un 13% cuando se circula por vías que tienen una mala regularidad superficial.
El cambio climático también plantea unos riesgos significativos para los edificios y las infraestructuras, ya que cada vez estamos asistiendo a más fenómenos naturales extremos que ponen a prueba nuestras edificaciones. El motivo es que muchos de estos inmuebles se construyeron cuando estos peligros no eran tan evidentes y se producían con menor frecuencia. Por su parte, los nuevos sí que deberían poder hacer frente a todos estos fenómenos climáticos adversos.
El sector también tiene que pisar el acelerador hacia una economía circular puesto que los recursos naturales, muchos de los cuales utiliza la construcción, se están agotando. El efecto más visible lo está sufriendo el sector con un fuerte repunte del precio de la mayoría de las materias primas, debido a que la oferta no logra satisfacer toda la demanda existente y se están produciendo problemas de desabastecimiento.
A esta tendencia hay que sumarle que todavía no hay suficiente inversión como país en I+D orientada a conseguir materiales que tengan mayor duración, mayores prestaciones y menores consumos de recursos. Además, faltan plantas de reciclaje que contribuyan a mitigar esta complicada situación que repercute, como es lógico, en la viabilidad de multitud de proyectos y que deriva en retrasos en sus plazos de ejecución.
Por tanto, adquiere gran importancia que se promueva desde los distintos poderes públicos la construcción con materiales reciclados siempre que, como es lógico, cumplan con las principales prestaciones que los homólogos. Sobre todo, por parte de la Administración Pública, que es el principal promotor de obras que tenemos en nuestro país.
En definitiva, el sector de la construcción es una de las palancas para acelerar la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático, pero hace falta desde los distintos estamentos públicos una apuesta clara y decidida de apoyo con políticas y, sobre todo, celeridad en los trámites ya que la rigidez y la demora en la aplicación de algunas normas constituye un obstáculo para la aplicación eficaz de los principios por lo que se rige la economía circular.
El sector está decidido a impulsar la transición. En noviembre de 2018, en el marco de la COP25 de Madrid, el Observatorio2030 promovió la Declaración El Sector de la Edificación frente a la Emergencia Climática. Fue un referente con compromisos concretos al que se han adherido más de 1000 entidades, instituciones, organismos, empresas y profesionales.
En nuestras manos están las ciudades que queremos dejar al resto de sociedades que aún están por llegar y, por tanto, de lo que hagamos hoy dependerá el mañana. El futuro, que no puede ser sino “verde”, debemos construirlo entre todos.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Espacios Urbanos Sostenibles