Pocos dudan hoy de que el modelo de economía del futuro ha de tener la sostenibilidad, la circularidad y el uso responsable de los recursos naturales en el centro de las operaciones y han de ser premisas esenciales para el desarrollo, y cada vez son más quienes reclaman este nuevo modelo productivo sostenible. En esta ecuación de al menos tres variables hay un componente clave que es el agua, y el uso responsable de este recurso es fundamental para combatir la más grave de las crisis globales: el cambio climático.
La escasez de agua es una preocupación internacional, y para garantizar su supervivencia en el futuro, gobiernos, sociedad y empresas tienen que poner de su parte. En este tablero de compromisos, la estrategia de las compañías juega un papel crucial, y por ello, las acciones que llevamos a cabo desde marcas líderes como Nestlé cuentan, y mucho, ya que el agua es uno de los recursos principales de nuestras fábricas y uno de los ingredientes principales de muchos de nuestros productos.
Siendo consciente de que el agua es un bien escaso que hay que cuidar, Nestlé ha reducido en cerca de 5 millones de m3 el uso de agua en el conjunto de sus fábricas españolas en la última década, destacando las acciones llevadas a cabo en sus fábricas de La Penilla de Cayón (Cantabria) y Pontecesures (Pontevedra), centradas en la implementación de circuitos cerrados con torres de refrigeración, en sustitución de circuitos abiertos de un solo paso. Además de estas acciones de reducción en el uso de agua, avanzamos y vamos más allá, apostando por un cambio sistémico de gestión, y no solo nos planteamos ahorrar agua en nuestras operaciones sino que hacemos partícipes de nuestro compromiso a los demás agentes implicados en la gestión de las cuencas hidrográficas, como son las entidades locales, comunidades de agricultores y ganaderos, u otras empresas del entorno.
Llevamos a cabo esta implicación conjunta a través de la certificación AWS -Alliance for Water Stewardship- que promueve un uso responsable del agua que beneficia a las comunidades locales de forma social y económica, al tiempo que garantiza la sostenibilidad ambiental del entorno, trabajando conjuntamente para proteger los recursos hídricos compartidos. Como ejemplo, la planta de Solís en Majadas (Cáceres), consiguió en 2020 la certificación “Gold” del estándar y destacó por ser la primera que se concede a una fábrica de alimentación en Europa. Así, reconoce el gran trabajo realizado tanto en la fábrica de Miajadas como en toda la cadena de valor del tomate, que procede de campos cultivados en las Vegas del Guadiana.
Asimismo, la división de aguas de Nestlé está comprometida a que todas sus plantas a nivel mundial cuenten también con dicha certificación para 2025. Este estándar requiere que los usuarios del agua comprendan y actúen conjuntamente con respecto a los desafíos que plantea su uso. Así, en España, la planta embotelladora de Nestlé en Viladrau (Girona) cuenta desde el año pasado con la certificación AWS y se espera que muy pronto también esté certificada la planta de Nestlé Aquarel ubicada en Herrera del Duque (Badajoz).
Y todas estas acciones tienen un fin común, preservar el caudal ecológico de los ríos, evitando las captaciones de agua y logrando así mantener la biodiversidad original de los entornos fluviales, contribuyendo a la regeneración de la flora y fauna en todo su esplendor. Todo un reto, una oportunidad y un compromiso, que en el caso concreto del río Pisueña a su paso por la fábrica de Nestlé en Cantabria, se hará tangible con la inversión prevista de 1,3 millones de euros hasta 2024 -que ya ha comenzado su andadura y dado sus primeros frutos- anunciada por la compañía. Generación de impacto positivo alineado y enmarcado en el propósito de Nestlé: utilizar todo el poder de la alimentación para mejorar la calidad de vida, hoy y para futuras generaciones, basado en el respeto por las personas y familias, por las comunidades y por el planeta.