La sociedad está viviendo un momento de transformación marcado por los cambios sociales y del entorno. Actualmente, existe una necesidad de generar ecosistemas de personas y negocios responsables conscientes de la huella medioambiental que generan. Para ello, las empresas e instituciones deben entender este cambio de paradigma como una oportunidad de liderar la transición ecológica y de entender que el crecimiento y la innovación van de la mano de lo social y lo medioambiental.
No obstante, a pesar de los esfuerzos constantes de las empresas por limitar al máximo su huella medioambiental, han surgido comportamientos ilícitos que buscan aprovecharse de los recursos naturales de manera negativa y poco respetuosa con el medio en el que operan. Los delitos medioambientales conllevan múltiples consecuencias a nivel político, económico y social, y tienen un fuerte impacto en la seguridad. Conocer estas acciones y los riesgos que implican es fundamental para que organizaciones, gobiernos y sociedades participen y asuman como propio el reto climático. Con motivo de la celebración, este 5 de junio, del Día Mundial del Medio Ambiente, Prosegur Research ha publicado un análisis de los principales delitos en el ámbito medioambiental y los riesgos que implican para la seguridad del planeta:
La pesca irregular, no declarada y no reglamentada
Recoge aquellas actividades pesqueras sin permiso o que contravienen en la legislación vigente. Estas prácticas agotan poblaciones de especies marinas, destruir hábitats y debilitar comunidades costeras. Además, la pesca ilegal constituye un mercado altamente lucrativo, las cifras indican que esta práctica puede llegar hasta los 26 millones de toneladas al año y tiene más de 20.000 millones de dólares de valor estimado.
La posesión y comercio ilícito de especies, o de productos derivados de ellas
Es una de las mayores amenazas para la conservación de especies. Este tipo de tráfico se considera como el cuarto mayor del mundo, después del tráfico de drogas, el contrabando y el tráfico de seres humanos. Se calcula que su valor está entre los 7.000 y los 23.000 millones de dólares al año, con un incremento anual en la comisión de delitos del 5%.
La caza ilegal
Se refiere a la captura de animales salvajes con fines relacionados con su tráfico. Aun cuando en ocasiones su naturaleza parte de la subsistencia, se estima que en las últimas décadas se ha producido un descenso aproximadamente del 69% en la proporción de las especies animales de todo el planeta.
La tala ilegal y el tráfico de madera
Se define como la actividad ilícita encargada del comercio con madera o productos derivados de esta obtenidos de manera ilegal, a través de la extracción o la tala de bosques en áreas protegidas. Supone entre un 15% y un 30% de todo el comercio global de la madera y se estima que el volumen de negocio generado por la tala ilegal supone anualmente entre los 51.000 y 152.000 millones de dólares.
La extracción ilícita de recursos mineros
Consiste en la extracción de minerales o piedras preciosas sin contar con las autorizaciones legales correspondientes. Estas actividades ilegales están fuertemente relacionadas con el narcotráfico y los grupos armados insurgentes y genera aproximadamente entre 12 000 y 48 000 millones de dólares al año.
La gestión ilegal de residuos y desechos
Se refiere a las actividades relacionadas con la disposición, recolección, transporte, tratamiento, eliminación, aprovechamiento o cualquier práctica relacionada con los residuos sin cumplir con las normas y regulaciones establecidas por las autoridades. Estos delitos actualmente son considerados como una actividad económica muy rentable y que está aumentando considerablemente, generando unas ganancias a los grupos criminales de hasta 12 000 millones por año.
El impacto económico de estos ilícitos es obvio y muy elevado: dañan la economía de las comunidades o países donde se ubican, así como la competitividad empresarial. Sin embargo, sus efectos van mucho más allá. Según el análisis de Prosegur Research, estos son los principales riesgos de seguridad que implican las actividades ilícitas medioambientales:
Pérdida de biodiversidad
Los delitos analizados implican la reducción del hábitat disponible para las especies y pueden llegar a provocar la extinción de éstas y a la pérdida de diversidad genética, escenario al que los científicos ya acuñan como la sexta gran extinción. Además, actividades como la explotación ilícita de recursos mineros contribuyen a esta pérdida mediante la contaminación del agua, suelo y aire, así como a la deforestación y a la degradación del medio.
Impacto sobre las comunidades locales
Las actividades contra el medio ambiente tienen un fuerte impacto en el orden socioeconómico de las comunidades locales donde se desarrollan. Los actores explotadores suelen aprovecharse de la situación de pobreza de las comunidades y, a menudo, se dan situaciones de explotación laboral. Estos procedimientos irregulares favorecen la emergencia de focos de conflictividad sociolaboral, potenciando conflictos a nivel local y nacional, tanto para empresas que actúan en el marco de la legalidad como para las instituciones públicas.
La salud humana, en jaque
Las consecuencias de los delitos medioambientales también ponen en riesgo la salud de las personas, quienes nos podemos ver afectadas por la contaminación de fuentes de suministros básicas como el agua, lo que favorece la aparición de enfermedades y su transmisión. Además, ilícitos como el tratamiento no controlado de residuos peligrosos tienen efectos nocivos sobre los sistemas nervioso, inmunitario y respiratorio y el aparato digestivo, entre otros, lo que se considera un problema de seguridad de la salud pública.
Problemas de seguridad y gobernanza
Las actividades ilícitas medioambientales también deterioran el contexto de la seguridad tradicional que, unidas a su valor económico, hacen que la gobernabilidad y el Estado de derecho de los países se vean atacados. La mayor parte de los delitos analizados están relacionados con prácticas corruptas que debilitan a las instituciones, e influyen en el aumento del incremento de la violencia y los conflictos, ya que los actores implicados en ellos son a menudo grupos de delincuencia organizada. De hecho, existe un vínculo que retroalimenta el comercio ilícito de recursos naturales con la proliferación y el tráfico de armas y, consecuentemente, la escalada de violencia y los conflictos en los distintos países.
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