Hace ya un año y medio que, con motivo de la pandemia, nuestras vidas y prioridades cambiaron para siempre. Considero que antes de la llegada de la Covid-19 ya vivíamos en una sociedad cada vez más concienciada con la solidaridad y la sostenibilidad, pero sin duda, si algo mínimamente bueno ha traído esta crisis, es el refuerzo de estos dos ejes como pilares por los que luchar y apostar cada día.
Aunar estos dos fundamentos en un mismo proyecto es una tarea complicada que pocas veces logra resolverse con éxito, sin embargo, para mí es todo un orgullo poder afirmar que en Fundación SEUR somos un referente en ello gracias a nuestro emblemático proyecto “Tapones para una nueva vida”.
Desde 2011 este proyecto de recogida y reciclaje de tapones comenzó su andadura con el objetivo de ayudar a aquellos menores de 16 años cuyos problemas de salud necesitaran de una terapia, rehabilitación o material ortopédico que no esté facilitado, o solo una parte, por la seguridad social. Para llevarlo a cabo, vimos como toda nuestra compañía se mostraba partícipe en la recogida de tapones, poniendo así de relieve la solidaridad que siempre nos ha caracterizado y las posibilidades que este proyecto podría ofrecer tanto a beneficiarios como a colaboradores.
Desde entonces, no hemos parado de crecer y apostar por este programa. Tanto es así que actualmente contamos con más de 2.000 colaboradores, a los que recientemente se ha unido Fundación PortAventura World. Una unión que ha permitido al famoso parque temático unir las fuerzas no solo de sus visitantes, sino también de todos sus empleados, quienes se acercan a nuestro simbólico contenedor en forma de corazón con el objetivo no solo de reciclar un par de tapones, sino de cooperar juntos en un proyecto mucho más grande que beneficie a quien más lo necesite.
Cada vez que deposito un tapón en cualquier punto colaborador, yo personalmente siento que aporto un pequeño grano de arena para mejorar la vida de alguien que lo necesita. Sin embargo, si ya de por sí este es un sentimiento verdaderamente positivo, recuerdo entonces que este proyecto no sólo tiene un propósito social, sino que gracias a él también obtenemos beneficios medioambientales. Me refiero al fomento del reciclaje y a la reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera que conseguimos con él. Tanto es así que, desde 2011, hemos conseguido recoger 7.179 toneladas de tapones, evitando así la emisión de más de 10.700 toneladas de CO2, principal gas causante del cambio climático.
Ayudar a los más pequeños y sus familiares a conseguir el tratamiento que no podrían alcanzar de otra manera, incentivar el reciclaje, reducir emisiones de CO2 e incluso colaborar con el cumplimiento de los ODS a través del ODS nº17 de “alianzas para lograr los objetivos”, pero por si fuera poco, entre los beneficios de “Tapones para una nueva vida” yo también destacaría la oportunidad que nos brindó a SEUR como empresa. Y es que gracias a este proyecto pudimos reforzar y ampliar lo que hoy conocemos como Fundación SEUR, creando así una entidad en la que centralizar todos los proyectos solidarios que, además de tapones, continuamos desarrollando.
10 años han pasado ya del nacimiento de este proyecto, 10 años en los que más allá de ayudar a 180 niños y conseguir una aportación económica de 1.200.000 euros, hemos conseguido colaborar en la preservación de nuestro entorno comprobando cómo una acción tan pequeña como el reciclaje de un tapón puede llegar a ser algo tan grande.