Resulta evidente que en los últimos años se han logrado grandes avances en términos de sostenibilidad. Bien es cierto que estos todavía resultan insuficientes y debemos continuar trabajando para hacer de la economía sostenible una realidad.
Esta máxima parece estar integrada en las instituciones públicas y, en lo que llevamos de 2023, se han aprobado varias normativas que sin duda contribuirán al objetivo de Europa de ser neutra en carbono para 2050. Es el caso de la Directiva de Informes de Sostenibilidad Corporativa (CDSR) que obliga a las compañías a auditar un mayor número de aspectos y detalles en materias de sostenibilidad, obligando a grandes empresas, inicialmente de más de 500 empleados y cotizadas en Bolsa a presentar de una manera aún más precisa y detallada sus actividades sobre Gobernanza, y no sólo sociales y ambientales.
En este sentido, ya no sólo bastará con auditar y analizar los consumos de energía, agua o las emisiones de CO2, si no que las compañías deberán rendir cuentas sobre otro tipo de consumos que también afectan en materia sostenible tales como ordenadores, dispositivos móviles, vehículos entre otros.
El cambio es relevante ya que hasta ahora para las empresas no era necesario informar sobre la trazabilidad y el ciclo de vida de estos productos, pero es fundamental plantearnos esta cuestión: ¿qué pasa con los productos que las empresas usan en su día a día? ¿Qué sucede cuando una compañía decide cambiar esos dispositivos?
Muchas de ellas apuestan por la donación, pero la realidad es que luego muchos de esos dispositivos acaban en basureros del tercer mundo con un impacto muy negativo para el planeta.
Otra normativa de gran importancia es la aprobada recientemente por el Parlamento Europeo que afecta a la comercialización de vehículos de combustión. Dicha normativa prohíbe la venta de vehículos gasolina y diésel a partir de 2035. El objetivo que se pretende alcanzar con esta medida es reducir en un 55% las emisiones de CO2 para 2035 y conseguir ser climáticamente neutros en 2050.
Todas estas medidas ponen de manifiesto la concienciación en general de empresas, instituciones y ciudadanos por lograr una economía más sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Para ello, además de las normativas que impulsa el ámbito regulatorio, las compañías tenemos un papel muy relevante en este desafío. Nuestra obligación como empresas no puede ser otra que avanzar unidas junto a ciudadanos, instituciones y asociaciones para buscar soluciones que permitan cambiar el modelo actual de fabricación y consumo a un modelo sostenible, que garantice una relación sana entre el hombre y el planeta que nos acoge.
En este marco, una solución de futuro es el pago por uso. Desde el punto de vista medioambiental, las suscripciones contribuyen a reducir las compras y, gracias a la circularidad, a reducir la fabricación de productos y su consecuente generación de residuos. La economía circular permite que un artículo sea devuelto cuando deja de ser útil para que, una vez reacondicionado, otro usuario lo utilice, aumentando su ciclo de vida.
Desde el punto de vista social, el consumo circular supone un importante avance en términos de democratización del consumo, puesto que permite a las personas acceder a un bien o servicio cuándo, cómo y dónde lo deseen sin los elevados desembolsos y las fuertes condiciones de la adquisición, el leasing o el renting. A su vez, también es una importante oportunidad de crecimiento o diferenciación para las empresas, quienes tienen fácil acceso a esa maquinaria que quizá les permita ser más competitivos o incluso poder dar acceso a sus trabajadores a infinitos beneficios bajo condiciones muy favorables y flexibles, mientras se alinean con los criterios ‘ESG’.
Convencidos de los beneficios de este nuevo paradigma, en Simplr hemos dado un paso al frente para responder a las nuevas necesidades del planeta y de la población, y somos pioneros en promover la filosofía “as a service” a través de nuestro marketplace. Y es que, en medio de un escenario marcado por la incertidumbre y el cambio permanente, el abandono de un modelo de consumo “take-make-waste” y la adopción de un modelo de pago por uso, más sostenible y ético, parece la única respuesta posible.
Está en nuestra mano revertir los daños causados al medioambiente por un modelo de consumo que permita la transición hacia una economía verde y circular. El pago por uso ofrece la alternativa para que las compañías puedan generar un impacto positivo para la sociedad y el medio ambiente, al tiempo que supone una solución en materia de compliance.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Clima