En la transición hacia una economía sostenible, las empresas del sector de la industria alimentaria —desde los productores hasta los fabricantes y distribuidores— desempeñan un papel muy importante desde diferentes perspectivas. Cuestiones como la reducción y reutilización de los plásticos o la disminución de la huella de carbono son puntos clave, pero la distribución tiene en su mano contribuir al cuidado del entorno desde su propia actividad, es decir, desde una perspectiva del consumo de alimentos.
Precisamente, la alimentación circular busca el modo de aprovecharlo todo, como ya hacían nuestras abuelas, con el fin de optimizar los recursos y cuidar el entorno. Y es que este es el gran desafío del sector alimentario: promover un consumo responsable que aspire al Desperdicio Cero, en sintonía con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la agenda 2030.
Objetivo “Desperdicio Cero”
La meta 12.3 del ODS 12 “Producción y consumo responsable” pretende reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita en todo el mundo, tanto en la venta al por menor como en el consumo, y reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro. Si bien es cierto que la batalla contra el desperdicio cero debe librarse cada día desde cada hogar, siendo responsabilidad de toda la ciudadanía, el nivel de exigencia es mayor en las empresas del sector de la distribución, que anualmente gestiona millones de toneladas de productos perecederos.
Los consumidores podrán pensar que la gestión de los alimentos comienza en el momento en el que, por así decirlo, los supermercados no han podido “dar salida” al género. Y aunque en este punto se debe garantizar que ningún alimento apto para el consumo se convierta en un residuo alimentario, en las compañías de distribución los procedimientos vinculados a evitar el desperdicio comienzan mucho antes para evitar la pérdida conocida, una variable fundamental en las cuentas de explotación.
En el caso de Vegalsa-Eroski aplicamos estos principios en los procesos de compra, atendiendo con especial cuidado la demanda y gestión del aprovisionamiento a través de adecuados sistemas de conservación y manipulación de alimentos en nuestras Plataformas Generales de Mercancías.
Después de esta fase, en la que ya hemos aplicado medidas contra el desperdicio al ajustar nuestra compra a las necesidades de la demanda, se tienen previstas acciones en las tiendas como descuentos de hasta un 50% a todos aquellos productos que tienen una fecha de caducidad próxima o donaciones de producto apto para el consumo a entidades sociales. Todo ello ha permitido que en los últimos 4 años hayamos evitado el desperdicio de más de 3.000 toneladas de alimentos aptos para el consumo.
En definitiva, se trata de tener conciencia del valor de algo tan importante como la alimentación y poner todos los mecanismos que las empresas, instituciones y particulares tenemos en nuestra mano para evitar algo tan perjudicial para la sociedad y el medioambiente como el desperdicio alimentario. Y esta, como muchas otras batallas, es una cuestión de todos en la que las alianzas resultan fundamentales.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Medioambiente 2023.