Durante el último decenio hemos aprendido que la acción colectiva y coordinada puede influir en la toma de decisiones, a pesar de estar siendo testigos del incumplimiento sistemático de principios fundamentales del derecho internacional.
“Necesitamos archipiélagos de certeza[1] para navegar en este océano de incertidumbres”[2], en un momento en el que somos testigos del mayor desplazamiento de poblaciones desde hace más de medio siglo: 80 millones de personas (el 1% de la población mundial y más de la mitad menores de 18 años) se han visto obligadas a huir de sus casas como resultado de los conflictos y la persecución.
El principio de la responsabilidad de proteger[3] debe basarse en los avances concretos ya realizados, y extraer las lecciones aprendidas en iniciativas de protección previas. Es imposible proteger el derecho a la vida al mismo tiempo que se intenta disuadir la entrada de las personas poniendo en riesgo sus vidas. Sin embargo, el derecho a la vida[4] no puede estar limitado por la nacionalidad, restringido por fronteras o por el hecho fortuito del lugar de nacimiento de una persona. La pobreza es la escasez o carencia de lo necesario para vivir; y refugio hace referencia a la protección o amparo que una persona encuentra en otra o en algo librándola de un peligro.
El pasado abril, la OMS pidió a los países dar cobertura a las personas refugiadas e inmigrantes en las medidas de contención de la pandemia especialmente en los campamentos donde se enfrentan a vulnerabilidades específicas, corriendo un mayor riesgo de contraer todo tipo enfermedades. El acceso a la salud y la cobertura universal constituyen condiciones necesarias para lograr la salud y el bienestar social.
La maldición de los recursos naturales es un tema tan paradójico como controvertido ya que los países ricos en recursos naturales suelen tener un desarrollo económico pobre. El Pacto Mundial sobre los Refugiados[5] aborda esta inquietud. El pacto reconoce que “el clima, la degradación ambiental y los desastres naturales interactúan cada vez más con las causas detrás de los desplazamientos de refugiados”. Siendo la contaminación la causa ambiental más importante de enfermedad y muerte prematura en el mundo actual.
Las alianzas y partenariados público-privados al servicio del bien común en esta aldea global tienen la oportunidad de mejorar nuestras sociedades, haciendo progresar la economía como instrumento del cuidado de las personas y su entorno y así evitar su migración forzosa.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables – Día Mundial del Refugiado.