Los niños y niñas migrantes y afrodescendientes son los más vulnerables a la inseguridad alimentaria en América Latina y el Caribe (ALC), según una nueva encuesta regional realizada por World Vision, cuyas conclusiones se han recogido en el informe “Voces de la infancia”, en el marco del lanzamiento de su iniciativa contra el hambre y la desnutrición, ENOUGH (Suficiente).
“América Latina y el Caribe producen una de cada tres toneladas de alimentos disponibles en el mundo y son responsables del 25% de la producción agrícola mundial; sin embargo, 43,2 millones de personas padecen hambre en nuestra región. Estamos diciendo BASTA a esta realidad”, explica Joao Diniz, líder Regional de World Vision en ALC.
MINORÍAS ÉTNICAS Y MIGRANTES EN RIESGO
Seis de cada diez niños y niñas identificados como migrantes, la mitad afrodescendientes (49,8%) y el 37,6% indígenas participantes en la encuesta, informaron haber experimentado inseguridad alimentaria en los últimos seis meses. Esto significa que no tuvieron acceso regular a alimentos sanos y nutritivos. El 40% de los encuestados informaron de casos frecuentes en los que los cuidadores se saltaban comidas y pedían ayuda para obtener alimentos (40%).
La encuesta recogió las opiniones de 11.740 niños y niñas de 6 a 17 años y 7.542 adultos de 15 países de América Latina y el Caribe. ENOUGH (Suficiente), la iniciativa mundial de World Vision, pretende concienciar sobre el aumento del hambre y la malnutrición infantil. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) estima que la pobreza, la desigualdad y el cambio climático han retrasado 12 años la lucha contra el hambre.
En el caso de los niños y niñas migrantes, el 40% afirmó que sus padres o cuidadores tuvieron que saltarse alguna comida o pedir alimentos a familiares o conocidos para alimentar a sus hijos. Además, uno de cada diez niños de este grupo dijo que sólo comía una vez al día. En el caso de la infancia afrodescendiente, tres de cada cuatro niños y niñas reciben menos de tres comidas al día, según la encuesta.
El 65% de los niños y niñas encuestados y el 76% de los adultos participantes indicaron que los bajos ingresos, o la falta de ellos en el grupo familiar, son los principales obstáculos para acceder a los alimentos. La región de América Latina y el Caribe (ALC) es en la que más cuesta seguir una dieta saludable (con 4,06 dólares en ALC, frente a 3,60 dólares en el resto del mundo).
“El hambre y la malnutrición dañan la dignidad, la salud y comprometen las oportunidades de millones de niños y niñas. Debido al hambre, las familias emigran; la infancia abandona la escuela y queda atrapada en redes de trabajo infantil. Debido al hambre, los niños y niñas también son víctimas de abusos y explotación”, afirma Joao Diniz.
EFECTOS EN LA SALUD
El hambre y la desnutrición tienen graves efectos en el desarrollo físico, cognitivo y emocional de la infancia. Las consecuencias físicas más citadas son las enfermedades respiratorias (30%) y las diarreicas (25,6%). Esta proporción es mayor entre los niños y niñas migrantes. Seis de cada diez encuestados por World Vision afirmaron que el cansancio es la principal consecuencia del hambre. Entre los adolescentes, el 12% atribuyó su bajo rendimiento académico al hambre, mientras que esa cifra fue del 7% entre los niños y niñas de 6 a 10 años. Los niños que declaran padecer inseguridad alimentaria tienen el doble de probabilidades de sufrir otros efectos sobre la salud, como enfermedades respiratorias e intoxicaciones.
La encuesta también destaca los efectos sobre la salud mental: los niños y niñas de 6 a 10 años tienen una probabilidad y media mayor de sentir tristeza (43%) cuando pasan hambre, en comparación con los adolescentes (28%). La infancia asocia el hambre con emociones desagradables como angustia (40%), tristeza (32%) y otras como ira, frustración, ansiedad, estrés o desesperación (7%). Por el contrario, satisfacer su derecho fundamental a la alimentación les aporta alegría y tranquilidad.
COMIDAS ESCOLARES
En la encuesta, World Vision también exploró los contextos en los que los niños y niñas comen más sano. El 73% dijo que siempre o casi siempre comen sano en casa. Por el contrario, el 30% dijo que rara vez lo hacen, y el 18% dijo que nunca reciben comida sana en la escuela.
El 55% de los encuestados admitió consumir comida basura al menos una vez a la semana. Además, el 64% reconoció tomar bebidas procesadas de una a tres veces por semana, mientras que una quinta parte (20,2%) las consume más de cuatro veces por semana.
RECOMENDACIONES DE LOS NIÑOS Y NIÑAS
A través de la iniciativa contra el hambre y la desnutrición, ENOUGH (Suficiente), World Vision promueve la implementación de políticas públicas y asignaciones presupuestarias para asegurar que cada niño, niña y adolescente pueda disfrutar de su derecho a la alimentación.
Los niños y niñas que participaron en la investigación recomendaron a los gobiernos implementar programas de asistencia alimentaria, especialmente para los grupos vulnerables, como los niños y adolescentes migrantes. Otra recomendación es ofrecer dinero en efectivo o vales canjeables como parte de los programas de asistencia alimentaria, considerando los bajos ingresos y los altos precios como las principales barreras identificadas para acceder a alimentos saludables.