¿Cuál es el objetivo principal del Día Mundial del Hambre y cómo lo han abordado en el pasado desde The Hunger Project?
Desde el 2011, The Hunger Project celebra el 28 de mayo el Día Mundial contra el Hambre; es un día que permite hacer conciencia y llamar a la acción para atender las crisis alimentarias que enfrenta la humanidad, actualmente. De acuerdo con datos de la FAO, 928 millones de personas padecieron hambre en 2021; 46 millones más que en el año anterior y 148 millones más que en el 2019. Estos datos aún no consideran del todo los efectos por la pandemia de covid-19. También, en el mundo, se producen suficientes alimentos para abastecer las necesidades de la población actual; es decir, la situación de hambre en la que viven las personas es más un tema de distribución, no de producción. Por lo tanto, tiene un elemento político.
Cuando una persona padece hambre, está en una situación en la que se incumple su derecho a la alimentación, se vulnera su derecho a la la salud, el acceso a servicios, todo lo cual atenta contra la dignidad de las personas y les impide salir de un círculo vicioso que las mantiene en una situación de pobreza. Cuando entramos a la dimensión de derechos humanos, es importante también visibilizar que el Estado está obligado a garantizar su cumplimiento.
Visibilizar esto, forma parte de los objetivos del Día Mundial contra el Hambre: que nos demos cuenta que se trata de un tema que parte de las desigualdades, que nos demos cuenta de que no se trata de número y estadísticas, sino de personas. Y que también son las personas que viven en situación de hambre, quienes deben formar parte de la solución. Además, que nos permita que esa actuación de las personas, esté en el marco de una ciudadanía activa, porque estaría haciendo exigible un derecho fundamental: la alimentación.
Es importante señalar que, como mandato, THP trabaja en comunidades rurales e indígenas, en situaciones de extrema pobreza y alta marginación. Por ello, el hambre es una situación constante con la que nos enfrentamos, cuando realizamos nuestras actividades en campo.
¿Cuáles son las principales causas del hambre en el mundo y cómo se pueden abordar?
Una primera noción, bastante general, es que el hambre es una condición provocada por la falta de acceso suficiente y constante a alimentos nutritivos y saludables. Pero no solo es eso, pues tiene un vínculo indisociable con la salud y el desarrollo físico y mental de los seres humanos; por ello, la alimentación sana y sostenible es una precondición básica del desarrollo de las personas y de las sociedades.
Desde el entendimiento de THP-México, el hambre es la punta del iceberg, es la manifestación visible de causas estructurales que determinan las características actuales del sistema alimentario. Un ejemplo básico es que la mayor parte de las personas que padecen hambre o experimentan algún tipo de inseguridad alimentaria, viven principalmente en áreas rurales, aunque son precisamente ellas quienes producen la mayoría de los alimentos del mundo, bajo esquemas de agricultura familiar. Se estima que 3.000 millones de personas, cerca del 40% de la población mundial, vive en zonas rurales de países en desarrollo (FIDA, 2021). Las personas con menos recursos, son también quienes tienen mayores retos para acceder a alimentos sanos, naturales y nutritivos.
En la mayor parte de los países, como en México, la agricultura familiar o pequeña producción, se atiende desde una perspectiva asistencial, y no productiva. Los apoyos productivos están enfocados en una agricultura intensiva, de monocultivo. Que tiene efectos negativos en la fertilidad de los suelos, que se enfoca en la productividad agrícola, en la venta de alimentos, sin considerar los ciclos naturales, donde los alimentos son mercancía y no que dan cumplimiento a un derecho humano. Al ser consideradas como mercancía, los alimentos han sido objeto de especulación financiera, que los llega a ser inaccesibles, cuando más bien, deberían ser considerados bienes públicos globales, no mercancías. Esta fue la razón central de la crisis de alimentos que ocurrió en 2008, donde su precio tuvo un pico histórico, y limitó su accesibilidad a gran parte de la población.
Por otro lado, la crisis alimentaria también se ve agravada por una crisis medioambiental. Los efectos del cambio climático tienen un efecto en la producción de alimentos: hay cambios en los patrones climáticos que afectan las cosechas, que producen pérdidas por heladas o inundaciones atípicas (aunque cada vez son más comunes). Hay también un desgaste en los suelos, que son cada vez menos productivos por la agricultura intensiva y de monocultivo.
Por todas estas razones, una declaración que hacemos desde THP constantemente, es que el hambre es más que la falta de alimentos, porque hace referencia a la falta de democracia, al cumplimiento cabal de la ley y de los derechos de las personas. Esto se basa en las reflexiones hechas por Francis Moore-Lappé, quien hace esta declaración, pero que enmarca el trabajo de THP sobre el hambre y su multicausalidad como problemática social.
¿Cómo afecta el hambre a las personas y las comunidades en todo el mundo, y cuáles son algunos de los mayores desafíos que enfrentan al abordar este problema?
La pobreza extrema y el hambre, como su manifestación más visible, forman parte de los pendientes centrales de la agenda de desarrollo internacional. De hecho, la agenda internacional de desarrollo, materializada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), considera específicamente al Hambre Cero (ODS2), como una meta a alcanzar en el 2030; aunque estamos lejos de estar en camino a lograr esa meta.
Las afectaciones más visibles para las personas que están en situación de hambre, están vinculadas con bajo peso y talla, con afectaciones a las capacidades cognitivas y sociales. Y las afectaciones trascienden socialmente.
El hambre en el mundo es un problema constante, grave, que condena a generaciones y generaciones a no desarrollar de forma plena su potencial, a que puedan vivir una vida digna. Los desafíos para abordar el hambre, consideramos, tiene que ver con entenderlo como un problema aislado, que se relacione solamente con el acceso limitado a alimentos. Ya hemos mencionado que se trata de una violación al derecho humano a la alimentación adecuada.
Una limitación que hemos identificado es el entendimiento de la alimentación como un acto político; claramente, es una actividad cotidiana básica para la sobrevivencia de las personas; sin embargo, el origen de los alimentos (si son producto de la agricultura familiar, si son productos de la agricultura intensiva), su calidad o tipo (si son naturales, procesados o ultraprocesados), también es algo que debe considerarse para garantizar que la alimentación sea adecuada.
La elección como personas consumidoras, debería ser entendida como una decisión política al mismo nivel que el de votar, porque le estamos dando un voto de confianza a la manera como llegaron los alimentos a nuestra mesa. Al mismo tiempo, también es fundamental pensar y cuestionar el modelo de producción de alimentos, de comercialización y distribución (el sistema alimentario), que de alguna manera también termina provocando situaciones de hambre, porque no existen mecanismos adecuados para la distribución, ni para garantizar que todas las personas tengan acceso a alimentos suficientes.
Quizá una reflexión necesaria de hacer es que hablar del “hambre en el mundo” tiene que considerar las relaciones de poder económico que existen. Lo que implica que las soluciones deben considerar el contexto local, que no se trate como un problema que puede ser enfrentado de la misma manera en todos los países; por eso, las personas y las soluciones que surgen del territorio, son tan relevantes. Y por eso THP se enfoca en ello; en el potencial que tienen las personas para brindar alternativas, cuestionar y transformar sistemas, desde la base.
¿Cómo trabaja The Hunger Project para prevenir y reducir el hambre en México y otras partes del mundo, y cuáles son algunas de las iniciativas más exitosas que han implementado?
Con base en nuestro entendimiento sobre el hambre, sobre el incumplimiento del derecho a la alimentación, es que los proyectos de THP se han enfocado en conocer las prioridades locales, para ir trabajando en acercar a las personas a aquella situación que consideran ideal, lo identifican como su visión. En años recientes, una manera como nos hemos acercado a contribuir a mejorar las condiciones de acceso a alimentos, para las comunidades con las que trabajamos, es mediante el desarrollo de platos locales.
En México, contamos con el plato del buen comer, que se basa en la Norma Oficial Mexicana (NOM) 043, que determina los criterios generales de los contenidos nutrimentales que debieran consumir las personas, de forma cotidiana. Sin embargo, esta representación gráfica, construida a nivel nacional, no siempre refleja los alimentos que están sostenibles localmente; además, de alguna manera, se asume que la disponibilidad y accesibilidad de alimentos (por cuestiones económicas), es la misma para todas las personas. Por ejemplo, que la ingesta de proteína animal se llena de la misma manera para todas las personas, que es posible tener de forma constante. Y lo cierto es que por ejemplo, comer un pedazo de carne, no es viable para todas las personas, todos los días. Sea por el costo, sea porque no es la costumbre, etc.
A partir de lo anterior, la primera experiencia que se tuvo fue en la región de la Sierra Mazateca en Oaxaca, en donde se realizaron estudios bromatológicos a cultivos locales, para identificar las fuentes locales de nutrientes, que pudieran darle un contenido diferente a los platos. El plato mazateco del buen comer fue un primer ejercicio que permitió ver la relevancia de localizar las recomendaciones alimentarias generales; de que las personas recuperen saberes sobre alimentos locales, y que además, se preocupen y ocupen de mejorar sus ingestas de nutrientes. En particular, en un momento donde el acceso a alimentos procesados y ultraprocesados, está en aumento. Y que por su costo y practicidad, va ganando terreno en las compras cotidianas de las familias en ámbitos rurales e indígenas.
Actualmente, trabajamos en construcción de platos regionales en el Estado de Chiapas, y en construir una guía para construir platos con base en los alimentos locales. Esto nos ha permitido fortalecer su conocimiento sobre el derecho a la alimentación, y sobre todo, en cómo fortalecer su capacidad de acción para hacerlo exigible.
¿Cuál es el papel que pueden desempeñar los gobiernos y las empresas en la lucha contra el hambre, y cómo su organización colabora con ellos?
Además del trabajo comunitario en donde acompañamos a comunidades, un pilar del trabajo de THP es construir alianzas efectivas con gobiernos locales. Por ello, nuestra manera de cerrar la pinza, es hacer trabajo de incidencia relacionado con el derecho a la alimentación. Por ello, formamos parte de diversos grupos y alianzas de organizaciones de sociedad civil que hemos llamado la atención sobre la necesidad de transformar el sistema alimentario dominante. Y desde ahí, tanto los gobiernos como las empresas, son dos actores fundamentales.
Por un lado, desde el gobierno, dado que se trata de un derecho, son los Estados los primeros garantes del mismo, quienes debieran darle cumplimiento. Sin embargo, son también los gobiernos quienes ven muchas veces al hambre como un tema de desarrollo social con perspectiva asistencial; por ello, se abordan con medidas que si bien son relevantes en el corto plazo, como apoyos alimentarios de emergencia en situaciones extremas, no son sostenibles ni pueden ser únicamente las soluciones a un problema que, como ya mencionamos, tiene causas mucho más profundas.
En primer término, desde los gobiernos, combatir el hambre debiera formar de una política social progresiva, con una perspectiva de derechos, que les movilice como personas ciudadanas y no como beneficiarias. Esa es una distinción fundamental para THP: las personas son ciudadanas, no beneficiarias.
Desde ahí, es que formamos parte de espacios como el Frente Parlamentario contra el Hambre, en donde hemos contribuido a la construcción de una propuesta de ley para el derecho a la alimentación. En el periodo anterior de sesiones, se aprobó en lo general en la Cámara de Senadores, pero hay algunas reservas a contenidos específicos. Es una ley que normaría el Art. 4 de nuestra Constitución, pero toca intereses de la industria y de la producción intensiva agroalimentaria. Es fundamental es instrumento porque permitiría hacer exigible el derecho.
En el caso de las empresas, es también un rol relevante. Sin embargo, su actuación en la atención a temas como el hambre, debe estar enmarcada en la declaración de conflictos de interés. Existen varios ejemplos en donde los apoyos alimentarios de emergencia están relacionados con contratos millonarios que benefician a grandes empresas. Por ejemplo, en el sexenio anterior, con la Cruzada Nacional contra el Hambre, se otorgaron contratos a empresas de bebidas azucaradas o de productos ultraprocesados, para brindar paquetes alimentarios a las familias que formaban parte del padrón de la Cruzada. El interés comercial estuvo por encima de proveer apoyos productivos a las familias, para producir alimentos localmente, y hacer sostenible la Cruzada, evitar la dependencia de productos externos a las comunidades, que generaban residuos que no siempre se manejan adecuadamente en las comunidades, y además, daba entrada a productos que promueven obesidad, sobrepeso, y no una alimentación adecuada.
¿Cómo ha sido el impacto de la pandemia en la lucha contra el hambre y cómo han respondido ustedes a este desafío?
Globalmente, las metas internacionales que definieron al Hambre Cero como un objetivo a cumplir en el 2030, están lejos de ser cumplidas. Desde antes de la pandemia, las estadísticas mostraban que el hambre y sus problemas asociados habían aumentado. La pandemia fue una complicación adicional, que pone aún más en riesgo a las poblaciones que están en situación de riesgo y vulnerable.
Una de las primeras afectaciones fue en el aumento de precios. Uno de los grupos de socias con los que trabaja THP son de una cooperativa de artesanías textiles en Chiapas, quienes tuvieron que cerrar su tienda (y principal fuente de ingresos) de la noche a la mañana. Ellas, de forma autónoma, decidieron comprar alimentos y repartirlos entre las socias, para contribuir a mitigar el aumento de precios, el hecho de que redujeron su movilidad, etc.
Como parte de las acciones que realizamos desde THP, fue reconocer nuestra responsabilidad y prioridad de adoptar medidas preventivas y eficaces para reducir riesgos en el acompañamiento a comunidades.
Promovimos diversas medidas de higiene para que fueran adoptadas por las socias y socios en las comunidades: lavado de manos, uso de gel y cubrebocas. Respetamos el distanciamiento físico, por lo que nuestro trabajo en comunidad, se modificó. La ventaja fue que los grupos locales ya trabajan de forma constante y no dependían de que alguien de THP estuviera con ellas y ellos. Nos interesaba no provocar una situación de riesgo por estar viajando.
También una parte importante durante esos primeros meses fue buscar información oficial, para evitar la desinformación, y además, traducirlo a las lenguas locales en formatos adecuados: audios para perifoneo, carteles gráficos, entre otros.
El tema en las comunidades, en muchos sentidos, fue complicado. Pues algunos grupos eran escépticos de la enfermedad, y no permitían hablar sobre el tema, no permitían la entrada de brigadas de salud, entre otros. Desde la mirada de THP, una respuesta de esa naturaleza, responde a su autonomía, por el trabajo se centró en brindar información, y cuando se reanudaron los contactos, guardar las medidas sanitarias de forma estricta.
¿Qué puede hacer la población en general para apoyar la lucha contra el hambre en todo el mundo?
Todas las personas podemos hacer algo, desde el lugar en el que estamos. Desde THP, nos enfocamos en ese acompañamiento cercano a las comunidades, al mismo tiempo que trabajamos en incidir en el marco legal, en construir alianzas con actores clave que permitan tener un ambiente favorable para garantizar el cumplimiento del derecho a la alimentación. Pero hay otras cosas que podemos hacer, desde los espacios en los que estemos. Por ejemplo, cuestionarnos todo el tiempo ¿de dónde vienen nuestros alimentos? Cuestionarnos si realmente sabemos todo el proceso que se sigue para acceder a alimentos; si son nutritivos, o no. Somos personas consumidoras, tenemos el poder de decidir, de ver a la alimentación como el acto político que es. Preferir cierto sistema productivo, lo mantiene. Si cuestionamos las prácticas injustas, la producción de alimentos no nutritivos, tenemos la posibilidad de influir. También es importante conocer y acercarse a conmemoraciones como las de día mundial contra el hambre, porque nos permiten conocer las muchas variables que existen en el tema. Ahora hemos revisado algunas, pero todas tienen una complejidad amplia.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Hambre, en colaboración con The Hunger Project México.