El año hidrológico, que comenzó el 1 de octubre de 2021 y finalizó el 30 de septiembre, ha terminado como el tercero más seco en España desde que comenzaron los registros hace 61 años, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Estos registros atestiguan que las precipitaciones acumuladas en este periodo (473 l/m2) han sido un 26% por debajo de lo estimado como normal, con importantes diferencias territoriales. Por ejemplo, en algunos territorios de las cuencas del Júcar y el Segura el volumen de precipitaciones se ha situado muy por encima del valor normal.
Peor que la sequía es el saqueo
Sin embargo, esta sequía meteorológica no debe desviar la atención sobre el grave problema del agua en España: la escasez crónica de agua que emerge con fuerza en estos periodos secos. Es decir, la asunción per se en la planificación hidrológica de que la demanda pueda superar con creces la disponibilidad del recurso en amplios periodos temporales, y la percepción social de que esta disponibilidad es infinita.
Afrontar la escasez desde la gestión de la demanda es el único modo de romper esa inercia. Roberto González, responsable del Programa de Aguas de SEO/BirdLife, lo explica así: “La percepción social sobre la gestión del agua sigue anclada en el dogma de que las sequías son un fenómeno excepcional, cuando es un fenómeno propio de nuestro clima. Además, la situación se agrava con la realidad climática, y que las decisiones que se toman para hacerla frente no serán soluciones a largo plazo. Por tanto, no se puede eludir la realidad: que no va a haber agua para tanto consumo, y mucho menos para tanta expectativa”.
¿Agua ilimitada para cualquier uso?
Un ejemplo, apunta SEO/BirdLife, es el que ha tenido lugar en la cuenca del Guadalquirvir. Al inicio del año 2022 prácticmente toda la cuenca ya estaba en riesgo por escasez, sin embargo no se había activado aún ninguna alerta por sequía prolongada. Esta situación se ha mantenido a lo largo de todo el verano, reflejando una vez más que las demandas superan la disponibilidad de recursos incluso cuando se dan sequías ordinarias no prolongadas.
Por otro lado, la verdadera joya de los recursos hídricos de España, las masas de agua subterráneas están en un estado alarmante. Aproximadamente, la mitad de las aguas subterráneas están en mal estado ecológico, tanto por sobreexplotación como por contaminación. De la misma manera, 4 de cada 10 ríos, lagos, aguas de transición y costeras se encuentra en mal estado. La sobreexplotación de los recursos hídricos, básicamente destinados a regadíos (más del 80% del recurso), impide alcanzar el buen estado de las masas de agua e impide la capacidad de gestión de los periodos de sequía.
Doñana y Daimiel desaparecen
Aunque abundan los ejemplos del saqueo sistemático del agua en España, quizá los más paradigmáticos son los Parques Nacionales de Doñana y Las Tablas de Daimiel. A pesar de ostentar todas las figuras de protección, Doñana ha perdido el 80% de sus humedales naturales en el último siglo. La sobreexplotación de sus recursos hídricos, unido a la década más seca desde hace medio siglo, ha propiciado que en estos momentos el humedal esté completamente seco. Por ello, SEO/BirdLife pide que de manera urgente se declare Patrimonio Mundial de la UNESCO en peligro, y el hábitat de las lagunas costeras se declare en Peligro de desaparición.
Igualmente, el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel (también humedal Ramsar de importancia internacional), sigue sin recuperar el sistema hidrológico natural que lo sustenta, basado en los aportes, ahora inexistentes, de los ríos Guadiana y Gigüela. Tras cuatro décadas de sobreexplotación de los acuíferos del Alto Guadiana, la Administración sigue sin aprobar medidas de ahorro eficientes que frenen la excesiva demanda de agua para la agricultura. A día de hoy, Las Tablas comienzan el año hidrológico con solo 300 ha encharcadas (de las aproximadamente 2.000 inundables) y con agua procedente de un trasvase de emergencia iniciado en agosto desde la cabecera del Tajo. Dos Parque Nacionales que no disponen de los caudales ecológicos necesarios para su supervivencia y que ejemplifican la gestión del agua en buena parte del territorio estatal.
Soluciones basadas en la gestión
“Las proyecciones para los próximos veinte años sitúan a España dentro del grupo de países con un estrés hídrico extremadamente alto. Por ello, debemos dejar de responder reactivamente a las sequías, y trabajar con un enfoque proactivo que verdaderamente permita prevenir y minimizar sus riesgos”, explica González. “Para mejorar la integración de las sequías en la planificación hidrológica es preciso revisar las concesiones en coherencia con los objetivos medioambientales de la DMA, trabajando con profundidad en la reordenación del sector agrario y la armonización de políticas sectoriales”, concluye.
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