Durante esta época del año, el océano Ártico y los mares vecinos se vuelven a congelar después de la temporada anual de deshielo del verano, mientras que, por el contrario, se derrite el hielo marino que bordea la Antártida, coincidiendo con la primavera y el verano austral. Sin embargo, el Observatorio de la Tierra de la NASA precisa que “lo que es inusual es la cantidad de fusión hasta ahora en la Antártida, estimulada por las temperaturas del aire caliente y los vientos cambiantes”.
El mapa de la NASA de la concentración media de hielo marino antártico durante el pasado mes de noviembre muestra zonas blancas opacas, que indican la mayor concentración helada, y zonas de azul oscuro, que son aguas abiertas. Todas las áreas heladas tienen una concentración de hielo de al menos un 15% (el mínimo en el que las mediciones basadas por satélites dan una medida fiable) y cubren un área total que los científicos denominan “extensión del hielo”.
La extensión del hielo que rodea la Antártida en noviembre de 2016 tuvo un promedio mensual de 14,54 millones de kilómetros cuadrados, es decir, 1,81 millones de kilómetros menos que la media del periodo de referencia entre 1981 y 2010.
EL DESHIELO DEL ÁRTICO
En 2016 el Ártico batió récords históricos de calor y deshielo. Más en concreto, en otoño, y durante dos meses consecutivos, las temperaturas superaron los 10 grados por encima de lo habitual y el hielo seguía reduciéndose. De hecho, el pasado mes de noviembre la superficie helada del Ártico alcanzó 9,8 millones de kilómetros cuadrados, una superficie casi dos millones por debajo de la superficie helada media que suele haber en esas fechas.
En este sentido, en una entrevista publicada en El Mundo, Peter Wadhams, glaciólogo y experto en el Ártico, predice que este verano pasará a la historia por ser “la primera vez en 100.000 años en que el Ártico llegará a estar libre de hielo”. Una situación que preocupa a Wadhams, quien alerta de que el deshielo del Ártico “va a poner en marcha una serie de fenómenos en cadena y va a acelerar el cambio climático”.
ACELERANDO EL CALENTAMIENTO GLOBAL
Una de las principales consecuencias de la pérdida de la superficie helada del Ártico es la desaparición del albedo, el porcentaje de radiación solar que la superficie terrestre refleja o devuelve a la atmósfera. Según Peter Wadhams, la caída del albedo podría provocar un incremento del 50% del calentamiento global.
Asimismo, la pérdida de masa helada también implicaría un aumento de la subida del nivel del mar y la liberación de metano atrapado bajo la superficie helada del Ártico, lo que aceleraría el calentamiento global ya que el metano tiene un efecto invernadero 23 veces más potentes que el CO2.