El acoso cibernético o ciberacoso se define como un comportamiento agresivo e intencional que se da de manera reiterada (una o dos veces al mes, como mínimo) contra una persona que no puede defenderse fácilmente en un contexto como el digital. Partiendo de esta premisa, cuatro de cada cinco víctimas no son conscientes de que están sufriendo ciberacoso, según un estudio del Observatorio Social de la Fundación ”la Caixa”.
El proyecto de investigación Los jóvenes con necesidades específicas de apoyo educativo padecen el doble de ciberacoso, de la convocatoria de 2021 para apoyar investigaciones sociales sobre tecnología y sociedad, también arroja otro dato destacado: prácticamente la mitad de los jóvenes encuestados había sufrido algún tipo de ciberagresión durante los dos meses previos a su participación en el estudio, entendiendo como ciberagresión aquellas conductas de personas que utilizan las tecnologías de la comunicación, como las redes sociales, el correo electrónico o los mensajes de texto, para agredir a otras personas. Cuando las ciberagresiones cumplen ciertos criterios se considera que está ocurriendo ciberacoso.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores que han liderado el estudio, Àngels Esteller Cano, Albert Flexas, Eva Aguilar Mediavilla y Daniel Adrover Roig, del Instituto de Investigación e Innovación Educativa (IRIE), de la Universidad de las Islas Baleares, encuestaron entre marzo y junio de 2022 a 2.400 adolescentes españoles de entre 12 y 17 años, en su mayoría estudiantes de educación secundaria obligatoria.
Ciberagresiones más fecuentes
El estudio se ha centrado en examinar cómo los avances tecnológicos y el creciente dominio del entorno virtual pueden influir en el ciberacoso juvenil, haciendo especial hincapié en los efectos en víctimas con necesidades específicas de apoyo educativo (NEAE).
Sobre ello, la investigadora principal de este estudio, Àngels Esteller Cano, ha explicado que «el ciberacoso está recibiendo cada vez más atención entre los investigadores, pero son pocos los estudios que se centran en el alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo. Este estudio, precisamente, busca llenar este vacío examinando la implicación y las consecuencias del ciberacoso en jóvenes con algún tipo de necesidad educativa».
A través de los resultados de las encuestas, los investigadores han observado que el 46,8 % de los jóvenes manifiesta haber experimentado algún tipo de violencia y acoso por medios cibernéticos en los últimos meses, según se observa en el siguiente gráfico. En concreto, el 37,3 % de los jóvenes aseguraba haber sufrido alguna ciberagresión de forma puntual, mientras que el 9,5% manifestó haber padecido ciberacoso.
Entre las ciberagresiones reportadas se incluyen el recibir palabras ofensivas o insultos por internet (siendo esta la ciberagresión más frecuente), el ser ignorado o excluido de alguna red social o chat, o el haber recibido amenazas a través del ordenador o el móvil.
La percepción de los jóvenes
Tras responder al cuestionario sobre ciberagresiones, los investigadores proporcionaron a los jóvenes una definición de ciberacoso y, a continuación, se les preguntó si ellos creían que lo habían sufrido en los últimos meses. Solo el 21 % de las víctimas respondió que sí.
Este dato extraído del estudio constata que la percepción de los jóvenes de ser acosados es baja, porque 4 de cada 5 víctimas no son conscientes de sufrir ciberacoso. En cuestión de sexos, los hombres manifiestan una mayor prevalencia en sufrir ciberacoso, siendo el 10,9 % frente al 8 % de las mujeres.
«Esto podría indicar varias cosas, como que las víctimas han normalizado la situación, restándole importancia, o que su percepción está sesgada por características personales o contextuales», afirma Albert Flexas, coautor del estudio.
En la fase previa a la investigación, los autores observaron que eran pocos los estudios sobre ciberacoso que se centraban en víctimas en entornos educativos con necesidades específicas de apoyo educativo (NEAE). Por ello, también analizaron esta variable en las respuestas de los encuestados. Así, el 28,4 % de la muestra manifestó presentar alguna NEAE, como trastorno de atención sin o con hiperactividad (TDAH), trastorno del desarrollo del lenguaje, trastorno del aprendizaje o altas capacidades.
Al examinar específicamente la implicación de estos jóvenes como víctimas de ciberacoso, se observó que la probabilidad de que sufran ciberacoso es el doble (casi el 15 %) que la de sus compañeros sin NEAE (7,3 %), tal y como se aprecia en el siguiente gráfico.
La investigación sobre el fenómeno del ciberacoso sugiere que, de forma similar al contexto tradicional, la victimización por acoso cibernético se asocia a múltiples consecuencias negativas, incluido el bajo rendimiento académico, las dificultades de aprendizaje, la ansiedad, la depresión, el abuso de sustancias o la autolesión.
Peores indicadores psicosociales
En este sentido, otra de las conclusiones extraídas del estudio del Observatorio Social de la Fundación ”la Caixa” es que los jóvenes que han mostrado señales de haber sufrido ciberacoso también presentan peores indicadores psicosociales.
En concreto, las víctimas han manifestado prácticamente el doble de sintomatología depresiva (el 7,6 % de las víctimas, frente al 3,4 % de los jóvenes que no han sufrido esta situación), ansiosa (el 6 %, frente al 2,5 %) y de estrés (el 8,5 %, frente al 4,5 %). Igualmente, estos jóvenes han mostrado un juicio global más bajo respecto a la satisfacción con su vida. Sobre este punto, el 13,7 % de los jóvenes víctimas de ciberacoso muestran insatisfacción con la vida, frente al 9 % de los que no han recibido acoso cibernético, tal y como se muestra en el siguiente gráfico.
Al profundizar en los indicadores de salud mental, los investigadores han percibido que los jóvenes que son víctimas de ciberacoso y, además, tienen algún tipo de NEAE, muestran peores resultados que las víctimas sin estos problemas.
La investigadora Eva Aguilar Mediavilla, coautora del estudio, explica que el que «las víctimas de ciberacoso muestren mayor sintomatología ansioso-depresiva es un resultado constatado en la literatura previa. No obstante, el alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo tiene que enfrentarse, además, a sus dificultades en su desempeño educativo, lo que podría incrementar este malestar emocional».