El cambio climático y la degradación del medioambiente tiene consecuencias no sólo en la biodiversidad sino en la desigualdad que tensiona la cohesión social y fragiliza el estado del bienestar global, constituyendo una amenaza existencial mundial.
La crisis climática de la que empezamos a ser conscientes no es imparcial en cuanto al género. Sabemos que mujeres y niñas sufren los peores efectos del cambio climático, lo que agrava la desigualdad de género existente y plantea amenazas únicas a sus medios de vida, salud y seguridad.
El cambio climático multiplica las amenazas, puesto que aumenta las tensiones sociales, políticas y económicas en los países frágiles y afectados por conflictos. Como el cambio climático agrava los conflictos en todo el mundo, las mujeres y las niñas son más vulnerables a todas las formas de violencia de género, incluidas la violencia sexual relacionada con los conflictos, la trata de personas, el matrimonio infantil y otras formas de violencia.
Las cifras nos enseñan que cuando ocurren desastres, las mujeres tienen menos probabilidades de sobrevivir y suelen ser las más perjudicadas debido a las prolongadas desigualdades de género que han creado disparidades en la información, la circulación, la toma de decisiones y el acceso a los recursos y la formación. Como consecuencia, las mujeres y las niñas tienen mayores dificultades para recibir socorro y asistencia, lo que amenaza aún más sus medios de vida, bienestar y recuperación, además de crear un círculo vicioso de vulnerabilidad a los futuros desastres.
Esta vulnerabilidad, por supuesto, no es uniforme. Si analizamos el cambio climático desde la perspectiva del feminismo y la manera en que las distintas formas de desigualdad a menudo operan juntas y se exacerban entre sí, resulta claro que los riesgos del cambio climático son particularmente graves para las mujeres y las niñas indígenas y afrodescendientes, las mujeres de mayor edad, las personas LGBTBQ+, las mujeres y las niñas con discapacidades, las mujeres inmigrantes y aquellas que viven en zonas rurales, remotas y propensas a los desastres y los conflictos.
Como estas mujeres generalmente son invisibles sus necesidades no serán consideradas ni atendidas en una situación de crisis. Por ello, es imprescindible promover que los programas humanitarios y solidarios, tanto de administraciones, como de las empresas pongan su foco en estas mujeres.
En esta línea me gustaría resaltar que la Asociación de Amistad Hispano Francesa Mujeres Avenir que tengo el honor de presidir, organiza su VIª Conferencia Internacional Mujer y Diplomacia en Madrid, siendo su lema Oportunidades y desafíos para la participación de las mujeres en condiciones de igualdad en las decisiones que afectan al cambio climático, en línea con el ODS número 7 de la Agenda 2030 de Naciones unidas.
Una conferencia totalmente en consonancia con el tema prioritario del Sexagésimo sexto período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW66) -ONU MUJERES- que era lograr la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas, en el contexto de los programas y las políticas del cambio climático y la reducción de los riesgos de desastre y ambientales.
Contaremos con los testimonios de las Embajadoras de Guatemala, Canadá, Marrueco y Senegal que explicarán cómo afecta el cambio climático a su país y más particularmente a las mujeres y las iniciativas que llevan a cabo para que las mujeres participen en condiciones de igualdad en lo relativo a la lucha contra el cambio climático.
Es el momento de la acción y en este sentido quiero citar el trabajo que realizamos en Accor a varios niveles. La cuestión climática se ha convertido en una realidad concreta pues clientes y empleados son conscientes de la necesidad de actuar ya y quieren participar en los cambios que se avecinan.
Por eso actuamos de manera muy concreta. Por un lado, a través de nuestra Fundación Solidarity a través de la cual somos capaces de estar atentos a las necesidades de los sectores más frágiles de las sociedades en las que operamos. Extensión natural de los valores solidarios del Grupo, nuestra Fundación ayuda a los más desfavorecidos para que recuperen su autonomía social y profesional, con una particular sensibilidad hacia las mujeres como motores del cambio. Un ejemplo en esta línea es que apoyamos el programa “El reto de la educación” de la ONG Unibes de Brasil desde 2010.
Cada año, apoyamos a 60 jóvenes mujeres de las favelas de Sao Paulo en sus esfuerzos por entrar en el sector de la hostelería y la restauración mediante programas de formación. Gracias a esta colaboración, en la que participan sesenta empleados, más de 400 jóvenes se han beneficiado de la formación y han podido así incorporarse al mercado laboral.
Por otro lado, Accor Heartist Solidarity, el nombre del fondo de dotación, ayuda a luchar contra la exclusión económica y social de las personas en riesgo de pobreza mejorando su empleabilidad. El fondo apoya así proyectos que tienen un impacto positivo para las personas vulnerables en los países en los que Accor está presente. Igualmente el fondo nos ayuda a hacer frente a las consecuencias duraderas de las catástrofes humanitarias. A petición de nuestros equipos, el fondo puede movilizarse cuando se producen situaciones de emergencia, ayudando a las poblaciones afectadas por una catástrofe humanitaria apoyando proyectos de reconstrucción tras la emergencia.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables 8M-Día de la Mujer, el papel de la mujer en el desarrollo sostenible: retos y oportunidades.