Alicia Sánchez Guerrero, socia responsable de Recursos Humanos, Calidad y Responsabilidad Social en Grupo Fransán y graduada social en ejercicio desde hace 25 años, habla con Corresponsables sobre su trayectoria en el mundo de la RSC, así como sobre las políticas de su compañía en esta materia.
¿Puedes explicarnos cómo llegaste al mundo a la responsabilidad social, qué recuerdas de los inicios y cómo estaba la responsabilidad social en España y en tu organización?
Llegué a la responsabilidad social de la mano de una entidad sin ánimo de lucro de la que fui participe y voluntaria y fue mi experiencia vital y familiar, así como la profesional como graduada social la que me hizo acercarme a diferentes asociaciones que cubrían el ámbito de la discapacidad. Me interesé mucho por el tema de la innovación social y por el emprendimiento social, así que me llevé a nuestra empresa todo lo que había aprendido de personas y entidades que trabajaban en este ámbito porque podía servirnos para darnos su visión en cuanto al desarrollo y a la gestión de personas.
¿Cómo ha evolucionado la estrategia de responsabilidad social de tu organización en estos últimos años hasta la actualidad y cuáles son las principales líneas de actuación que lleváis a cabo?
Nuestra empresa es de origen famliar y de tamaño mediano y, al principio, la estrategia de responsabilidad social empresarial podría percibirse como un vago espíritu de intentar ayudar a los demás. Mi primer escollo, por así decirlo, fue intentar convencer al resto de la empresa (la familia) y, por ende, también convencer y sensibilizar al resto de la plantilla y entorno sobre una cuestión que se veía un poquito como algo paternalista, algo muy asistencialista. Se pudieron salvar esos primeros obstáculos a base de mucha comunicación, de muchas acciones en grupo, muchas reuniones…
Y ese es el escenario que yo me encontré en la responsabilidad social, un escenario en el que era entendida como algo de segunda, como una acción puntual que se llevaba a cabo para tapar un agujero y se quedaba ahí en segundo plano, y no formaba parte de la estrategia empresarial ni de la profesional.
¿Puedes poner algún ejemplo de buenas prácticas de tu organización en temas de Responsabilidad Social?
Si, estoy muy orgullosa porque estas buenas prácticas se han convertido en el aspecto cuantitativo de mi investigación en la Universidad de Málaga, en la facultad de Estudios Sociales y Trabajo; de hecho, tengo en mente y en perspectiva mi doctorado habiendo terminado mi trabajo fin de máster de Consultoría Laboral en esta facultad.
Así, nos hemos centrado en la adaptación del puesto de trabajo para personas con Trastorno del Espectro del Autismo, no siendo ésta una adaptación al uso. Es decir, hay muchas entidades y muchas empresas que implementan buenas prácticas en adaptación de puesto de trabajo, pero lo nuestro es ir hacia la inclusión. Para ello, hemos tenido que contar con el compromiso no solo de toda la plantilla, sino con el Servicio de Prevención Ajeno, colaboradores y resto de grupos de interés. Y, se está consiguiendo.
Se ha adaptado a jornada nocturna a los trabajadores con Trastorno del Espectro del Autismo por entender que es una jornada con menos estímulos visuales y auditivos; se ha conseguido llevar listados de control de todas las actividades que se realizan. Y, además, las personas que se han incorporado, que se han incluido en la empresa, han incluso promocionado cuestión esta muy difícil en las personas con discapacidad que se incorporan por lo general para cubrir un puesto, pero se quedan ahí estancadas en una categoría y no logran promocionar. En ese sentido, también ha sido indispensable que se hayan definido muy bien los puestos de trabajo haciendo una descripción muy exhaustiva. Y así, se ha abierto el camino a la incorporación de mujeres a nuestra plantilla y al desarrollo de nuestro incipiente Plan de Igualdad. El hecho de incorporar a mujeres no es baladí porque en nuestro sector, que es un sector muy masculinizado, es un poco difícil incluso reclutar, porque no hay mujeres con la formación y experiencia laboral específica en el manejo de maquinaria en instalaciones de gestión de residuos. Así que estamos llevando a cabo un programa de formación interna que creo que también será un buen desafío de cara a los próximos años.
¿Qué papel tiene para Grupo Fransán la comunicación de la responsabilidad social, que destacarías la misma?
Es indispensable, porque sin esa comunicación no ha podido existir esa sensibilización que hemos podido llevado a cabo. Esa comunicación la hemos plasmado en nuestra política y en la relación con nuestros clientes, proveedores, entorno. Intentamos hacer negocio con nuestra proximidad, entonces, la comunicación ha jugado un papel muy importante en nuestra reputación, y en cómo las personas que se incorporan a nuestro equipo nos ven. Y nos ven como una empresa solvente y una empresa con prestigio en cuanto a su preocupación por las personas.
En este sector que, como digo está tan masculinizado, no hay que quedarse en el hecho de cobrar un salario decente, cumpliendo convenio, sino que hay que ir un poco más allá y dar a conocer que nosotros queremos desarrollar a las personas, realmente a todo tipo de personas, y eso hace que en esa comunicación nuestros equipos se vean muy identificados. Es muy importante.
¿Cuáles son las principales ventajas y beneficios de apostar por la responsabilidad social?
Las pequeñas y medianas empresas llevamos un poco de ventaja en esto porque tenemos una relación de mucha proximidad con nuestra plantilla, con nuestra clientela, con nuestros proveedores, porque lo podemos hacer todavía a diferencia de las grandes. Pero destacaría que una de las ventajas de implementarla es que, aunque al principio, nuestros grupos de interés pudieran sentirse un poco confusos a cerca de lo que estamos haciendo en cuanto al reclutamiento de personas con discapacidad, por ejemplo, ven que nos llegan reconocimientos como el premio de la Fundación Mapfre por integrar a personas con discapacidad, y se empiezan a interesar.
Lo que más me llama la atención es que estas acciones que hemos ido desarrollando hayan servido para que otras empresas y colectivos de nuestro entorno actúen como por efecto simpatía. Y que se hayan visto reflejados en que, realmente, no tiene que ver con que cotices en bolsa o con el tamaño que tengas sino, simplemente, tiene que ver con que generes empleo de calidad como lo estamos generando, y con la preocupación que estamos comunicando hacia determinados colectivos con difícil empleabilidad.
En tu opinión, ¿cuáles son los principales errores que se siguen cometiendo en la actualidad en torno a la responsabilidad social y cómo se pueden subsanar?
Para mí, el principal error es pensar que ya está todo hecho. Y, principalmente, no medir lo que se hace, es decir, lo hacemos, obviando el impacto que ha tenido: medir el impacto organizacional, el impacto económico, el impacto social; ¿De qué vale que implementemos buenas prácticas, que hagamos algo y digamos que está bien si no sabemos qué impacto ha tenido?
Y el error fundamental, residual por así decirlo, es el error de pensar que la responsabilidad social es filantropía, que consiste en hacer algo, pero no en actuar, como he dicho anteriormente. Y luego en no desarrollar una estrategia e incluso en no profesionalizar a las personas que estamos dedicadas a ello en diferentes empresas: necesitamos la formación y la importancia que se nos debe dar.
Aún se oye en determinados foros que hay empresas que llevan a cabo políticas de responsabilidad social por lavado de imagen, por greenwashing. ¿Qué opinas de esto cómo se puede revertir esta situación?
Los consumidores, la clientela, el público y la población en general no son tontos. Y, además, nuestros hijos e hijas, los millennials, esta generación que nos ha enseñado tanto sobre cuál es la preocupación real y cuál es la responsabilidad real que tenemos con el planeta y con la sociedad han tenido mucho que ver en eso y debemos escucharlos. Nos creemos que lo tenemos todo hecho, pero sí, hay muchas empresas que sí que han tenido una lavadora en su estrategia de responsabilidad social. Pero como he pertenecido y pertenezco a entidades sin ánimo de lucro, puedo decir que cada vez son más las organizaciones que participan en estos procesos que las empresas inician, y son las que informan a las empresas de lo que realmente hay que hacer y no hay que hacer. Por lo tanto, creo que esta tendencia ha existido pero cada día va decreciendo, porque el público es responsable y ya empieza a solicitar acreditación a las empresas de lo que están llevando a cabo realmente.
¿Como comentáis la comunicación y el diálogo con vuestros grupos de interés y qué buenas prácticas estáis llevando a cabo?
Nosotros establecemos una comunicación muy abierta. En concreto hablamos casi mensualmente con la Asociación Evolutio, que es una asociación que aglutina a personas adultas del Trastorno del Espectro Autista y trabajan para su inclusión. Son los que también nos han ayudado a incorporar a personas dentro del espectro en nuestra empresa. Y es muy sencillo: con ellos organizamos encuentros en forma de meriendas, coloquios, aunque a raíz de la crisis sanitaria la presencialidad la hemos abandonado y hemos hecho mucha tertulia en Zoom. Incluso les cedemos algunos espacios de nuestra empresa para que ellos puedan hacer actividades en las que se trabajan las competencias blandas, las habilidades sociales en el trabajo, las habilidades comunicativas…Nosotros lo que hacemos es informarles a ellos de lo que hace falta en el mundo laboral y lo que nos hace falta en la empresa, y ellos nos informan a nosotros sobre sus necesidades y cuáles son sus mayores objetivos profesionales.
En noviembre de 2019 que organizamos un evento de celebración de nuestro 20º aniversario, llevamos a cabo un acto muy bonito en el que galardonamos al presidente de esta asociación y le hicimos un reconocimiento público. Y, como me has preguntado antes sobre buenas prácticas, nuestro sector, aparte de estar bastante masculinizado apunta también el talento senior, porque la experiencia en el manejo de la maquinaria pesada la han tenido tradicionalmente personas que, no han recibido una formación profesional formal, pero si una formación fruto de su experiencia laboral. Así que también distinguimos al talento senior en aquel acto, talento que seguimos apoyando a través de la generación de empleo para mayores de 45 años a través de la Fundación Adecco.
¿Cuáles son los retos y desafíos de la responsabilidad social en nuestro país?
Me preocupa qué va a pasar con las personas con discapacidad al quedarse fuera del mundo digital en auge tras la pandemia y todo esto que ha ocurrido necesita nuestra acción inmediata. Hay muchas personas que se han quedado atrás y el mundo digital tiene que ponerse a la altura de todas las personas, así que creo que éste es un reto muy importante.
Y otro reto fundamental es el tema de la salud en general y de la salud mental en particular. Aparte de lo que ya he comentado de la medición y de la formulación de estrategias adecuadas y concretas, creo que este aspecto se queda un poco en el aire en el ámbito de la seguridad y salud laboral.
¿Cuáles son los retos de tu empresa y como los vais a afrontar?
Al hilo de lo que estaba comentando, como nos preocupa mucho el tema la salud dentro de nuestro Sistema Integrado de Gestión de Calidad, como objetivos para este año, nos hemos planteado hacer sesiones de coaching, sesiones para desarrollar estrategias en temas de salud mental y desarrollo de herramientas para el afrontamiento de situaciones complicadas como las que estamos viviendo y de estrés en el ámbito laboral.
Hemos detectado que no solo las personas con discapacidad han tenido un problema grave en esta crisis sanitaria, sino que todas las personas y sus familias, por supuesto, han sufrido los estragos de esta pandemia. Así, a través de estos programas de coaching vamos a realizar actividades y dinámicas encaminadas a la prevención. Porque el tema de la salud mental tiene mucho que ver con el sistema musculoesquelético, por ejemplo, así que también vamos a traer el Pilates a nuestra empresa.
Además, vamos a apostar por la formación y por la alfabetización digital en particular. Y, de camino, vamos a colaborar con estas entidades y vamos a prestar nuestras instalaciones e infraestructura para que esto pueda llevarse a cabo. Y, por supuesto, apostamos y seguiremos apostando por la investigación en materia de RSC-D.
ODS10. “La integración de personas con discapacidad y la alfabetización digital son la apuesta de futuro de nuestra RSC”
Alicia Sánchez Guerrero, socia responsable de Recursos Humanos, Calidad y Responsabilidad Social en Grupo Fransán y graduada social en ejercicio desde hace 25 años
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