Entrevistamos a Begoña Casas con motivo de su participación en un taller con la Fundación Seres y 35 empresas asociadas a la Fundación para analizar diversas acciones llevadas a cabo por empresas en las áreas de filantropía, responsabilidad social y creación de valor compartido y nos detalla el desarrollo de la acción empresarial humanitaria.
Ante esta crisis sanitaria provocado por el COVID-19 ¿hay compromiso social de las empresas españolas en la creación de valor? ¿cómo se lleva a cabo ese compromiso?
Sí, sin ninguna duda. Las empresas están demostrando un compromiso muy elevado, una capacidad de respuesta e innovación extraordinarias. En el taller realizado el 14 de abril de 2020 con Fundación SERES y 35 empresas pertenecientes a dicha Fundación, analizamos diversas acciones llevadas a cabo por empresas en las áreas de filantropía, responsabilidad social y creación de valor compartido -siguiendo la clasificación que realizar Michael Porter, de la Universidad de Harvard – y llegamos a identificar al menos 230 acciones diferentes desarrolladas por empresas de todos los sectores. Este número hoy es más elevado y aumenta cada día, ya que más empresas se están uniendo a esta tendencia. Se ha producido un “efecto contagio positivo” de compromiso, solidaridad y capacidad de transformación.
¿Cuáles son los niveles de compromiso corporativo, y de valor compartido?
Como hemos señalado, las iniciativas se han desarrollado en filantropía (donaciones en metálico o especie) en un 65% de los casos estudiados con 150 acciones diferentes, un 13% en acciones de responsabilidad social con 30 acciones en este sentido y el 22% restante, en creación de valor compartido por la empresa y la sociedad con un total de 50 acciones.
En el área de donaciones, éstas son diversas, desde donaciones en metálico por varios cientos de millones de euros, pasando por donaciones de equipos médicos, mascarillas, trajes de protección, mascarillas, máscaras y gafas protectoras, respiradores, mascarillas, gel hidroalcohólico, material, ropa de cama y mobiliario hospitalario, medios de transporte de vehículos con y sin conductor, transporte aéreo, seguros, donación de uso de datos, refuerzo de infraestructuras tecnológicas, móviles, tablets y otros dispositivos, alimentos, canales temáticos en streaming gratuitos, reparaciones de equipos y redes tecnológicas gratuitas, uso gratuito de apps, medicamentos, energía, servicios de hospitalización hotelera, investigación, kits de detección, laboratorios y centros de test exprés, apoyo psicológico y asistencia a grupos vulnerables como menores o personas mayores, fondo de protección para personal sanitario y entrega de publicaciones gratuitas en hospitales.
En el área de responsabilidad social algunas empresas como Coca-Cola han donado su presupuesto en marketing para la lucha contra el covid-19, Mapfre ha desarrollado un programa especial de atención a mayores y ha lanzado un programa de microdonaciones. Mapfre y telefónica han adelantado pagos de clientes y proveedores, Orange, Samsung, MásMóvil, Telefónica El Corte Inglés, han reforzado infraestructuras, han donado dispositivos, servicios de internet y reparaciones y han facilitado que los menores puedan finalizar sus estudios reforzando las redes y dando acceso gratuito a familias vulnerables. Estas mismas empresas han garantizados los servicios clave para la sociedad en seguridad.
En el área de valor compartido se ha trabajado en tres niveles: atención a necesidades, cadena de valor y creación de clúster o comunidad.
En la primera dimensión, se han adaptado productos y servicios adaptados a las necesidades específicas de las personas. En este caso, podemos mencionar el caso de LVMH o L’Oréal que han pasado de fabricar perfumes a producir geles hidroalcohólico o Repsol que ha pasado de transformar y comercializar derivados del petróleo a producir también dichos geles o Inditex y Bimba y Lola han pasado de fabricar ropa de tendencia a elaborar batas, mascarillas y trajes protectores. Otro ejemplo es DKV que ha creado un servicio adaptado a personas mayores para que puedan ser atendidas en situaciones de urgencia.
En la segunda dimensión, las empresas han ajustado su propia cadena de valor para adaptarla al marco de la pandemia como es el caso de Inditex que ha utilizado sus redes globales de distribución en Asia para traer productos a España. Empresas como Seat o Tesla han adaptado sus cadenas de producción para fabricar respiradores.
En la tercera dimensión creación de clúster o comunidad, destacan numerosas acciones, entre las que podemos destacar Microsoft que ha puesto a disposición su red Smart Cities en Estados Unidos o las grandes cadenas hoteleras como Meliá Hotels International, AC Hoteles, Gran Hotel Colón, Hotel Miguel Ángel o Room Mate Hotels que han puesto a disposición de la comunidad sus instalaciones para que funcionen como hoteles medicalizados. Ferrovial ha creado centros exprés para realizar test rápidos, aprovechando su gran experiencia en gestión de espacios e infraestructuras.
Como vemos, todas las aportaciones realizadas por las empresas guardan todas ellas relación con su “core business”, revelan su empatía con la sociedad, un alto compromiso y capacidad de respuesta. Como señaló una entrevista que nos realizó Cinco Días el pasado 1 de abril de 2020, las empresas “también salvan vidas”.
Ver: https://cincodias.elpais.com/cincodias/2020/04/01/companias/1585728659_763216.html
Realmente ¿las empresas españolas están salvando vidas en esta situación de emergencia?
Sin duda, las empresas están salvando vidas y contribuyendo a cuidar a la sociedad. Ello se refleja en la entrega de trajes sanitarios y protecciones, atención social y psicológica, prestación de transporte, seguros, asistencia a grupos sociales vulnerables, ayuda a menores y mayores, etc. Lo que resulta más complicado es cuantificar cuántas de las vidas y en qué medida éstas se han salvado debido a la acción de las empresas. Simplemente, por citar un ejemplo, en el hospital de campaña de Ifema se ha creado un clúster multi-actor con entidades públicas, privadas y del tercer sector que han salvado cientos de vidas. En este clúster cada actor contribuía de un modo diferentes: prestando servicios sanitarios, alimentos, transporte, respiradores, equipos, etc. No disponemos de una cifra exacta, pero podemos afirmar que las empresas han contribuido de manera clara a salvar vidas.
¿Cómo se está desarrollando en nuestro país la acción empresarial humanitaria?
La acción humanitaria solemos relacionarla con situaciones de emergencia en países en vías de desarrollo. Sin embargo, la acción humanitaria supone la acción de emergencia en situaciones críticas debidas a la acción del hombre (guerras, conflictos, rebeliones, colapsos, etc.) o a situaciones debidas a fenómenos de la naturaleza (catástrofes, terremotos, pandemias, etc.). Estas situaciones pueden afectar tanto a países en desarrollo como países desarrollados -particularmente las segundas debidas a la naturaleza. Los actores que tradicionalmente han venido respondiendo a la emergencia suelen ser los Estados, las Organizaciones Internacionales o bien entidades sociales del tercer sector (ONGs, Asociaciones, Fundaciones…). Sin embargo, las empresas son un actor más relevante cada vez en la acción humanitaria por su capacidad de respuesta rápida, así como por su papel en la sociedad para la restitución del funcionamiento y prestación de determinados bienes y servicios como alimentos, transporte, vestido, etc. La empresa juega un papel clave antes -pre-emergencia-, durante -emergencia- y después de la emergencia, -es decir, en la fase de reconstrucción post-emergencia que comenzarnos en breve en España. La empresa tiene autonomía e iniciativa propia, es proactiva, pudiendo también perfectamente cuando sea necesario coordinarse con otros actores nacionales (Estado, CCAA o entes locales), internacionales (Naciones Unidas, OMS…), tercer sector (ONGs) e incluso con otras empresas del sector privado.
El papel desempeñado por las empresas en el marco de la pandemia ha generado una corriente de agradecimiento en la sociedad y una percepción positiva de su papel en la sociedad. La empresa es un actor social de primer nivel y una situación con el covid-19 ha permitido comprobarlo.