¿Crees que es posible comer un jugoso atún en pleno desierto del Sáhara? ¿y en la cima del Kilimanjaro? La respuesta no es solo que sí es posible, sino que en realidad podrías haberlo hecho desde el siglo XIX, que fue cuando se inventaron las conservas.
Pese a que su nombre pueda crear cierta confusión, las conservas no llevan conservantes de ningún tipo para garantizar la preservación del producto. Los alimentos mantienen prácticamente intactas todas sus propiedades gracias al líquido de cobertura (aceite o agua) y al proceso de esterilización que somete al producto a altas temperaturas (más de 100 grados) en un periodo de tiempo determinado.
Gracias a las conservas, alimentos tan nutritivos como el atún pueden ser consumidos en cualquier lugar del mundo. Hablamos de una proteína de alto valor biológico (es decir, que contiene aminoácidos esenciales); rica en ácidos grasos como el Omega3, de gran relevancia en la prevención de enfermedades cardiovasculares o neurodegenerativas; rica en minerales como el fósforo, el potasio, el magnesio, el yodo o el hierro, así como en vitaminas liposolubles. El pescado juega un papel esencial en una alimentación equilibrada… Además, actualmente con las opciones bajas en sal, con menos aceite y en agua existen opciones para todos los gustos y necesidades nutricionales.
Las conservas han jugado además un papel importante en guerras y catástrofes humanitarias además de por su alto valor nutritivo, por su accesibilidad. Son fácilmente transportables y almacenables, accesibles en cualquier época del año, tienen una vida útil de más de 5 años y además son económicamente asequibles.
Esta forma de consumir alimentos hace que proteínas como el pescado estén al alcance de todos, ya sea en lugares lejanos a las costas y con poco acceso a materias primas procedentes del mar, o gracias a su facilidad de consumo. ¿Quién no ha echado atún a una ensalada o a una tortilla cuando no le apetecía cocinar, pero quería comer sano? Su fácil manejo (abrir y servir) hacen de la practicidad otra de sus principales características.
Además, y ahora que se hace más que evidente la importancia de la correcta gestión de los residuos y de la necesidad de pasar de una economía lineal a una economía circular, conviene señalar que las conservas se presentan en envases de vidrio o de hojalata (acero) y en ambos casos estamos ante materiales 100% reciclables con infinitas vidas.
Quizá porque llevan con nosotros toda la vida se nos olvida que tenemos en nuestras estanterías un producto de alto valor nutritivo, sostenible y práctico que hace accesibles alimentos tan importantes como el pescado en casi cualquier lugar del mundo.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables con Unoentrecienmil sobre el Día Mundial de la Salud